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Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

A propósito de nada

«El otro día me dijo Peláez que el problema que tenemos los buenos columnistas es que necesitamos una actualidad a la altura y desde hace dos años, si no más, la actualidad es esa excusa que usan Sánchez e Iván Redondo para seguir con su agenda»

Cualquier día de estos me declaro en huelga y me pongo a escribir de la nada, una carta a las golondrinas como Ramón. Escribir sobre la nada es la única forma de no traicionarse a uno mismo. Cuando escribo de política me siento un hagiógrafo de la mediocridad. La columna es un pedestal al que uno sube cada día la actualidad y Pedro Sánchez, los Pablos, Abascal y compañía no se merecen estar, no dan la talla para el mármol efímero de la página. Uno necesita un nivel: da igual que sea el carisma, la prosa de un discurso, que sepan hacerse el nudo de la corbata, lo que sea. Un instante fugaz de genialidad, la columna es sólo eso, pero en política hace tiempo que la genialidad esta proscrita.

El otro día me dijo Peláez que el problema que tenemos los buenos columnistas es que necesitamos una actualidad a la altura y desde hace dos años, si no más, la actualidad es esa excusa que usan Sánchez e Iván Redondo para seguir con su agenda. Mientras, pienso que a mí me bastaría con que no hubiera actualidad política. Sería un gran columnista de políticos mudos, haría unas crónicas parlamentarias memorables, de esas que habrían editado en Aguilar encuadernadas en edición «Joya» y heredarían mis bisnietos. Leerlas no las leería nadie pasados treinta años de mi muerte, pero les serviría para presumir, que es lo que hace la gente que no ha leído en su vida.

Los días sin actualidad podría rebuscar en los anuncios por palabras, que es una de esas rutinas de este oficio que se ha perdido. O enterrar bien a los muertos, mis muertos de artículo, que diría Ruano. Enterrado en un periódico, más si es una columna en ABC, se muere mejor. Los grandes artículos, los que se salvan de convertirse en bolitas con las que se prenden las barbacoas en verano y las chimeneas en invierno, no hablan nunca -ni hablarán-, de la vida y milagros de ningún político. Y mucho menos si son vulgares como los nuestros.

Al catar cada mañana la actualidad resulta ser un melón pasado de anteayer o incluso de la semana pasada. La actualidad que nos brindan nuestros representantes electos -y no electos-, a mediocridad de su día a día, es la misma que ayer y la misma que la semana pasada. Por eso pienso en la autocensura, por el pudor de no dejar tan mediocre testimonio para las hemerotecas, que son el congelador donde pasan los periódicos la eternidad.

La actualidad nos va matando un poco cada día y si es mediocre, es aún más perjudicial. Yo escribo de mis cosas, que no la votan en el Congreso unos tipos que se insultan e insultan con sus discursos vacíos y su guerracivilísimo nuestra inteligencia. Un buen columnista no necesita nada, mucho menos eso. Bastaría con que la actualidad nos dejase en paz.

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