Guillermo Garabito - LA SOMBRA DE MIS PASOS
Cada loco con su tema
«Madurar, se pongan como se pongan, consiste sobre todo en quejarse, a ser posible de todo»
En una de estas últimas comidas largas de Navidad corrían por la mesa varias conversaciones al mismo tiempo, que es la próxima pandemia que debemos erradicar. Llevamos posponiéndolo demasiado. Sentarse en una mesa donde cada dos comensales hay un tema distinto es la Torre ... de Babel que está socavando la civilización . Llevar un único tema, da igual la gente que haya sentada, me parece, como poco, de buena educación.
Por suerte en mi casa lo llevamos bien. En cambio deberíamos solventar otras tantas cosas, como eso que explica uno de mis hermanos pequeños cuando dice que gritamos mucho. No es porque seamos ocho -mucho menos españoles-, simplemente nos queda bien un tono elevado, como de cuartel, de sentar cátedra o de marcar el territorio. Somos como la canción de Loquillo: «Mi familia no son gente normal…», pero, a fin de cuentas, qué familia lo es. Por mucho que Tolstói insista en que todas las familias felices se parecen, cada una grita a su manera y no por eso son menos felices o menos familia. Cuando lea el artículo mi madre me dirá que estas intimidades, las entretelas de la mesa, no se hacen públicas, pero un artículo no puede aceptar sobornos ni coacciones sean de políticos y de madres.
Hablamos alto de por sí, para que se nos entienda mejor. Pero lo de llevar varias conversaciones al mismo tiempo digo que hay que erradicarlo porque todo se pega y me he encontrado ya varias veces llevando dos y hasta tres conversaciones -al mismo tiempo- en mis propios soliloquios, y así no hay quien se aclare.
Hablo de la mesa porque el otro día, en la comida de Reyes, entre una de esas charlas de tres platos, escuché a mi hermano Chema quejarse por algo que no recuerdo. Fue una queja revolucionaria, subversiva, como de mayo del 68. Yo le dije que se hubiera quejado antes.
- Es que soy joven, por eso me estoy quejando de todo ahora.
No se lo dije entonces, por eso lo dejo ahora escrito, me habría quitado el sombrero de haberlo tenido a mano. Madurar, se pongan como se pongan, consiste sobre todo en quejarse, a ser posible de todo. Para hacerse un hombre uno tiene que haber adquirido una cultura general básica -empezando por aprender a llevar una sola conversación cuando hay varios a la mesa-, si no siempre andará cojo y sobre todo haberse quejado mucho. Haberse quejado de todo lo que, por edad, no le ha dado tiempo a quejarse antes, que decía mi hermano Chema. Si no corre el riesgo de caer en eso otro que cuenta Mario cuando asegura que «lo que no hayas hecho a los veinte querrás hacerlo a los cuarenta». Y no se me ocurre nada más ridículo que un hombre quejándose por cosas de las que no se quejó de niño, que es precisamente lo que nos ocurre desde hace años.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete