Artes&Letras/ Teatro
«El Rey de la gracia» del Siglo de Oro
Ron Lalá rescata en su última obra la figura del comediante de Tudela de Duero Juan Rana, homenajeado por Calderón y personaje de medio centenar de entremeses
C. Monje
Una pegadiza canción de Ron Lalá presenta sobre el escenario al más célebre cómico del Siglo de Oro: «¿Quién es Cosme Pérez? / ¿Juan Rana quién es? / El rey de la gracia, / el alma del entremés». Va a comenzar un proceso inquisitorial contra él por pecado ... nefando y por provocar en el público la risa, tan peligrosa a los ojos de la Inquisición. El verdugo se convierte en abogado del comediante «nacido a primeros de abril de mil quinientos noventaitrés; vallisoletano, natural de Tudela…».
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El texto de Álvaro Tato en Andanzas y Entremeses de Juan Rana, de gira por España y que hizo parada hace una semana en el Teatro Calderón de Valladolid, retrata al personaje: «Su fama es tan grande, en suma, / que Calderón de la Barca / ha remado por la charca / de Juan Rana con su pluma / y su simple gracia alcanza / tantos títulos que es / monarca del entremés, / emperador de la chanza, (...) y toda la especie humana / del primer al postrer hombre / se ríe al oír el nombre / de Cosme Pérez, Juan Rana».
Piezas a medida
Las pruebas contra él en el juicio que arma el montaje escénico, coproducido con la Compañía Nacional de Teatro Clásico y dirigido por Yayo Cáceres, se basan fundamentalmente en entremeses escritos a medida para el cómico por los principales dramaturgos de la época: Los dos Juan Ranas, El toreador y El triunfo de Juan Rana, de Calderón de la Barca; El retrato vivo, de Agustín Moreto, y el anónimo El infierno. Además, la defensa del acusado se aliña con fragmentos de otros textos de Luis Quiñones de Benavente, Jerónimo de Cáncer o anónimos, que sirven para presentar todo un repertorio de personajes típicos del género. Y para recordar los sinsabores del oficio: «en el verano mosquitos, / sabañones en invierno, / por la mañana relente, / por la noche el parpadeo / de las lejanas estrellas / por única manta y techo; / y, en fin, todo por la gloria / de darle vida a los sueños».
En la parte original del texto de Álvaro Tato, varios testigos comparecen en su defensa: Bernarda Ramírez, compañera sobre las tablas del acusado; el pintor Diego de Velázquez redivivo; y Calderón de la Barca. «Mis célebres entremeses / de motivos juanranescos, / ¿no dan voz al mamarracho / que todos llevamos dentro?», interpela el autor.
De Cosme Pérez se sabe que nació en la localidad vallisoletana de Tudela de Duero, donde fue bautizado el 7 de abril de 1593. Hacia 1617 las crónicas ya lo sitúan en Madrid, en la compañía de Juan Bautista Valenciano, en la que encarna al personaje de Leonardo en El desdén vengado, de Lope de Vega. Fue otra obra del mismo autor, Lo que ha de ser, la que menciona por primera vez a Juan Rana, en uno de los papeles que contribuirían a su popularidad, el de alcalde bobo. En medio centenar de entremeses sería también médico, torero, poeta, soldado, ventero... «Se convierte en una figura cómica que vende entradas él solo, la gente muchas veces iba más por ver el entremés de Juan Rana que la comedia», subraya Álvaro Tato.
Casado con la también actriz María Acosta, a partir de la década de 1630 Cosme Pérez y Juan Rana casi se confunden y ambos nombres aparecen indistintamente en los elencos de los que forma parte. En 1636 fue detenido -y liberado poco después-, acusado de sodomía, como recrea el juicio de la obra de Ron Lalá. Todo indica que su humor, también fuera de las tablas, le llevó a burlarse de ese episodio en otros entremeses de elocuentes títulos: Juan Rana mujer (de Jerónimo de Cáncer) o El parto de Juan Rana (de Francisco Pedro Lanini y Sagredo).
Su popularidad no menguó y en los áureos años 40 Calderón de la Barca le escribe el entremés Los dos Juan Rana. En la década de 1650 participaba con asiduidad en fiestas de la Corte y su presencia era reclamada por los mismísimos reyes Felipe IV y Mariana de Austria, quien le concede una pensión vitalicia «en consideración a lo que la hace reír».
Todavía habría dos entremeses más de Calderón para y por Cosme Pérez: El toreador y El triunfo de Juan Rana, con el que el actor se despediría en 1672 del mundo de la farándula (moriría el 20 de abril de ese mismo año en la madrileña calle Cantarranas). Este último texto, olvidado hasta que lo ha rescatado Ron Lalá, demuestra la devoción por el cómico de Tudela de Duero, como señala Álvaro Tato: «Fue un homenaje de Calderón a Juan Rana. Parece ser que como ya no se podía mover lo bajaron en silla, en angarilla. Calderón lo convirtió en estatua para dejarlo en el Retiro».
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