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ETA golpea en el «corazón» de Ávila, León y Valladolid con tres explosiones en pleno puente

La policía se vio obligada a desplegar un amplio cordón policial y a desalojar establecimientos hosteleros y viviendas en las tres capitales amenazadas

A. B. H. /B. M. / P. G. R.

VALLADOLID/ LEÓN/ ÁVILA. La llamada en nombre de la banda terrorista ETA al diario Gara anunciando la colocación de bombas en Ávila, Valladolid y León -en un primer aviso también Santillana del Mar, y en una segunda advertencia, Málaga, Ciudad Real y Alicante- provocó un escalofrío de pánico en la Comunidad. Pasaban las doce y media del mediodía y las calles más céntricas de las tres capitales aparecían abarrotadas de gente en pleno bullicio festivo, con un largo puente que ha permitido colgar el cartel de «completo» en muchos hoteles de la Comunidad. En apenas unos minutos, la policía se desplegó por los tres objetivos marcados expresamente por los asesinos: la calle Reyes Católicos de la capital abulense, la leonesa plaza de «Pica Justa» y el entorno de la plaza Mayor de Valladolid. El aviso de los etarras era claro: a las 13.30 horas los artefactos harían explosión.

En Valladolid, el reloj consistorial tocaba las 12.45 cuando la Policía Local irrumpía en una plaza Mayor llena de turistas y, sobre todo, familias con niños pequeños decididas a estrenar el «árbol de los deseos navideños» que preside el coso. Desalojada en apenas unos minutos, los agentes fijaron un cordón policial que se fue ampliando a todas las calles adyacentes a medida que se acercaba la hora de explosión anunciada por ETA sin que muchos de los que paseaban comprendieran muy bien qué estaba pasando. «Oiga, que necesito pasar a la zona de vinos, que tengo mesa reservada», advertía a uno de los policías el «portavoz» de un grupo de comensales ante la impotencia del agente.

Papeleras, contenedores, el párking, locales... todo menos las viviendas -descartadas por la complejidad de acceso- era examinado por agentes policiales reforzados por los Tedax, mientras que el alcalde de la ciudad, Javier León de la Riva, supervisaba con inquietud las acciones sin demasiado tiempo para asimilar la noticia. Más allá del cordón policial reinaban el nerviosismo, el miedo y los rumores. Colgados de los teléfonos móviles, tranquilizando a familiares y amigos y buscando información, los más curiosos iban confirmando explosiones en León y Ávila sin que, aparentemente, nada ocurriera en Valladolid.

«Testigos» del miedo

En la capital abulense un pequeño artefacto explosivo compuesto por un kilo de amonal y colocado en el altillo de los aseos de la cafetería La Fortaleza estalló con una trágica puntualidad a las 13.30 horas, causando destrozos en este local y dañando otro comercio situado enfrente de esta cafetería de la calle Reyes Católicos, una céntrica vía comercial ubicada en el interior del recinto amurallado, a menos de cien metros de la Catedral, sede de la exposición de Las Edades. Alrededor de las 13 horas comenzaba a cercarse la calle, cortando el acceso desde la plaza del Mercado Chico, al igual que la entrada por la calle Alemania y por la plaza de la Catedral, con cientos de personas aguardando la entrada a «Testigos».

Cafeterías, restaurantes y viviendas fueron desalojados con gran celeridad y con algunos viandantes y clientes de la zona presas del pánico. Otros, sin embargo, recordaban cómo en el primer trimestre del año se descubrió que una hospedería de la misma calle aparecía como objetivo del terrorismo islámico en la investigación del 11-M.

Estallada la bomba, con un ruido sordo y leve, se tardó más de media hora en averiguar que el artefacto se había escondido en los aseos del local. La Policía mantuvo prohibido el acceso a la zona hasta las 14.30 horas, si bien media hora antes dejó entrar en la zona acordonada a algunos vecinos y a los propietarios de los comercios y restaurantes de la calle. Un artificiero de la Policía Nacional de Valladolid, que se encontraba de paso en Ávila, fue el primero en actuar en la zona de la explosión. No fue hasta las 15.15 horas cuando llegaron los especialista del Tedax de Valladolid. En torno a las 15.30 horas, el cordón policial ya sólo abarcaba la calle Reyes Católicos en una franja de apenas 80 metros, en la zona exacta de la explosión. El alcalde de Ávila, Miguel Ángel García Nieto, mostró su alegría por que «no haya que lamentar ningún daño personal».

Daños «espectaculares»

Con dos minutos de diferencia se había registrado la explosión en León. En pleno corazón de la ciudad, a la hora que la gente sale a tomar los vinos un día de fiesta, en la cafetería «Lleras 38» y a los pies de la plaza de la Pícara Justina. A las 12,50 horas, las fuerzas de seguridad del Estado habían tenido constancia de que se había colocado una bomba en la céntrica plaza. Inmediatamente se acordonó y paralelamente, bares y cafeterías fueron desalojados, incluida la de «Lleras 38», una de las más conocidas de la ciudad.

Con momentos de tensión e incertidumbre por temor a la potencia de la bomba, la explosión fue un sonido sordo y de escasa potencia, cuyas consecuencias nadie pudo ver de inmediato.Minutos después los bomberos acudían al lugar a sofocar el posible incendio y a intervenir en el local, donde los destrozos materiales fueron importantes, especialmente en la zona de los servicios, en la parte alta de la cafetería, así como en la fachada principal, de madera y vidrio, muy afectada por la onda expansiva. El cordón policial se levantó una hora y media después cuando los informadores y curiosos se acercaron hasta la cafetería para ver unos daños que el subdelegado del Gobierno calificó de «importantes, al menos espectaculares».

Explosión desapercibida

En Valladolid, la explosión se produjo pasadas las 13.30 en el falso techo de la cafetería La Banque, en el número 4 de la plaza, sin que nadie se percatara hasta casi las 14.00 horas, cuando los efectivos comprobaron que el establecimiento en cuestión había comenzado a inundarse. «Ha sido tan pequeño que ni nos hemos enterado», explicó el alcalde. El artefacto, también de mínima potencia, provocó daños en la planta superior del local y en el baño del primer piso del edificio, donde reside el propietario del bar. Uno de los vecinos, Julio Muelas, alertó de esta posibilidad después de percibir un ruido «como de un petardo» acompañado de un ligero olor a pólvora y humo, aunque no pudo explicar su procedencia porque «el portal estaba intacto». El dueño del establecimiento, Amable Villarpriego, y los empleados se encontraban conmocionados. Descartado un segundo artefacto, en torno a las 15.00 horas la plaza Mayor vallisoletana recuperó la normalidad.

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