Artes&Letras / Exposición
Fernando Renes: «El artista muestra no lo que hace sino quién es, bien por exhibirlo u ocultarlo»
En ‘Medir la tierra’, Fernando Renes alicata las paredes del MUSAC con tres colosales murales en los que, como «un albañil del arte», ha reunido alrededor de 11.000 azulejos para explorar «la gramática» de este material y su «cualidad escultórica»
Henar Díaz
En el año 2003 Fernando Renes (Covarrubias, Burgos, 1970) fue el primero en recibir una beca de creación del MUSAC, dos años antes de que abriera el propio centro. Desde entonces, la carrera de este burgalés, uno de los creadores más destacados del ... actual panorama artístico español, ha estado vinculada al Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. Con él viajó a México, Argentina y Hungría y ha estado presente en muchas de sus muestras colectivas. Por eso Renes ve este museo como su propia «casa»: «Siempre me ha cuidado. Es la institución que he sentido más cercana».
De esa ligazón es testigo ‘Medir la tierra’, la primera exposición individual de Renes en el MUSAC, que supone también el primer estreno de temporada expositiva con Álvaro Rodríguez Fominaya al frente del centro. En ella, más de once mil azulejos distribuidos en tres colosales murales revisten las paredes de hormigón de seis metros que separan el suelo del techo. Es la pieza más monumental, de 24 metros lineales, la que presta el título al conjunto, donde conviven canchas deportivas a modo de campos de batalla con tierras cultivadas y conceptos como el de la ‘agrimensura’ -disciplina que precisamente hace referencia a esa acción de cuantificar terrenos-: «Me interesaba básicamente verticalizar lo horizontal», explica el artista. Un «interés por el suelo» que vierte también en los otros dos murales. En ‘42 02 30 N 3 34 58 E’, las coordenadas geolocalizables de Puentedura, el pueblo natal de su madre, recrea un mosaico inspirado en el asentamiento romano que allí existió, mientras en ‘Boustrophedon’ vuelve a jugar con las palabras emulando los surcos que la yunta de bueyes hacía en la tierra al arar en «otra referencia al suelo, a lo que pisamos».
A través de esas piezas, Fernando Renes sigue indagando en «la gramática del azulejo». Centrado en su primera etapa creativa en el dibujo y la animación, su punto de inflexión fue su participación en una muestra colectiva que Virginia Torrente comisarió en 2015 en el Centro García Lorca de Granada. No hacía mucho tiempo que el artista burgalés había regresado a España tras vivir 17 años en Nueva York y pasar otro año becado por la Academia de España en Roma.
«La factura final no me obsesiona como tal. Huyo del virtuosismo en general, tanto conceptual como formal»
A la capital andaluza llegó con la única intención de «hacer dibujos», material en el que se había centrado en Nueva York al no disponer de «la infraestructura necesaria para trabajar cualquier otro», rememora, pero una vez allí «me di cuenta de que la cerámica me hablaba, me estaba llamando». Fue la primera vez que intervino lebrillos de barro: «Los compré ya bizcochados y los esmalté».
Proceso de creación
Un proceso de creación que ha mantenido en el tiempo. El autor recibe los azulejos en fase de bizcocho (la pieza cocida, de pasta roja), y en su estudio los esmalta y prepara para la segunda cocción en la que vitrifica el esmalte. Luego, aplica los óxidos para el dibujo y los lleva a una última cocción. Cada azulejo lleva por detrás un registro con la posición que tendrá en el mural. Por todo este minucioso trabajo a Renes le gusta considerarse un «albañil del arte»: «Es un trabajo totalmente manual en el que el esfuerzo físico es muy importante».
Del proceso de creación cuenta también que va poco a poco, detalle a detalle, «sin perder una visión global, y así establece «un juego entre lo más grande y lo más pequeño». ¿Y de qué momento disfruta más? «Posiblemente, cuando saco las piezas del horno y veo el barro cocido. Sé cómo va a evolucionar». También, «cuando monto una pieza por primera vez en el suelo y veo cómo va a quedar luego en la pared».
Antes, mucho antes, el germen de todo sigue siendo un dibujo, un pequeño apunte que anotó hace tiempo en su cuaderno. No es capaz de soltarlo. Suele anotar «algo que se me ocurre, que veo, que escucho...». Posteriormente, en el estudio lo repasa «y es ahí cuando comienzo a generar -o no- la obra, la historia...». Pero antes siempre en su bloc de notas, «luego ya veré si en un futuro más cercano o lejano podré crearlo, o no»
De la cerámica como material le interesa su «calidez, humildad y nobleza», cualidades que cree que comparte con el papel. Tanto en uno como en otro «el color es muy importante. Soy muy colorista». Su objetivo es intentar «explorar todas las posibilidades que ofrece», jugar para descubrir su riqueza. No le obsesiona la factura final: «Huyo del virtuosismo en general, tanto conceptual como formal». Para Renes, el azulejo «es como utilizar un pixel o un átomo, aceptas todo su potencial con el fin de sacarle el máximo rendimiento expresivo posible».
La unidad pequeña
Observa al respecto que su «obsesión» por trabajar con la unidad pequeña «se ha mantenido. Al principio hacía mucho dibujo y animación tradicional, de forma analógica. Básicamente, fotograma a fotograma. En este sentido, el trabajo con el azulejo tiene bastante que ver. De hecho, el MUSAC produjo en 2006 una exposición que llamó ‘Globos sonda’ en la que intervine forrando las paredes con dibujos, así que siempre digo que antes alicataba con papeles y ahora empapelo con azulejos».
¿Y sus referentes? No tiene «prácticamente ninguno contemporáneo. Me gusta mucho la cerámica de Teruel, la de Fajalauza, la romana, la persa, la sancai china... Veo mucha más belleza en el pasado que en lo contemporáneo».
De todas sus vivencias, viajes y estancias en el extranjero se fue empapando para crear su propio universo creativo. Si de Nueva York destiló su efervescencia cultural, en la capital romana recuperó el interés por la tradición y raíces más profundas. Todo influyó y lo sigue haciendo, incluso su paternidad. Hoy, dice, su «fuente de inspiración» es amplia: «Mi abanico es muy inclusivo: la violencia, el amor, el sexo... No le digo no a nada. Tengo un discurso bastante incluyente».
«En el arte de la cerámica veo mucha más belleza en el pasado que en lo contemporáneo»
Del espectador no busca complicidad, tampoco una reacción. Simplemente «que esté ahí, mire, observe». Eso sí, le gusta que luego piense y de ahí que intente que entre en su juego. Para ello se sirve a veces del lenguaje, de exprimir las palabras para extraer de ellas todas sus posibilidades significativas. Aficionado a los palíndromos, concibe el texto escrito como un elemento artístico más. Caligrafías chinas, árabes... Le da el mismo «estatus» que a la pintura o cualquier otra herramienta.
Es en la reacción del espectador donde encuentra el sentido a esa necesidad de mostrarse que tiene como artista. ¿Siente que se desnuda?, le preguntamos: «Por supuesto. El artista se expone sin ningún rubor. Al final, uno muestra no lo que hace sino quién es; es decir, acaba exhibiendo más lo que es que lo que tiene que contar; bien por mostrarlo o por intentar ocultarlo».
En el marco de esta exposición Fernando Renes impartirá los días 21 y 22 de abril un taller dirigido a estudiantes de Arte Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de León, una iniciativa que cree que agradecen los estudiantes, ya que en su caso supone, por lo general, introducir un material nuevo para ellos como es el azulejo.
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