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Fernando Conde - AL PAIRO

Peter Pan

«El grado de bisoñez es tal que uno tiene la impresión de estar viendo el Disney Channel cada vez que pone el informativo»

Fernando Conde

«No se cazan moscas con vinagre», le ha advertido muchas veces a quien subscribe alguien muy querido. Pero hay quien debe de pensar que sí, que las moscas se atrapan mejor con vinagre que con miel, y quizá de ahí que ese «quien» se emplee tanto en acidificar hasta el vino dulce. Buen ejemplo de esto nos lo han dado estas últimas semanas los socialistas Tudanca, Sánchez y Barcones, emperrados en avinagrarle los días a Francisco Igea. La retahíla de reproches, acusaciones e insultos gruesos que han soltado por sus boquitas probablemente sólo haya acabado por convencer al «naranja» de que con ellos tampoco la cosa hubiera sido jauja (al verdadero enemigo/amigo no se le conoce en las tabernas tomando vinos, sino en las cavernas peleando por el fuego).

Al partido socialista de Castilla y León se le nota demasiado el cabreo y la impotencia. En parte es entendible, porque es muy probable que ésta vaya a ser la vez que más cerca ande de tocar pelo en una administración autonómica que se le ha resistido durante décadas. Se entiende así que el nerviosismo les lleve a utilizar cualquier táctica para lograr conmover (en el sentido etimológico del término) al díscolo y escurridizo Igea. Pero su forma de proceder recuerda a la del amante despechado y herido que decide poner de vuelta y media al objeto de sus deseos, en lugar de tratar de convencerle de que a su lado estaría mucho mejor. Hay mucha impericia y falta de práctica para el cortejo en las filas socialistas. El arte de la seducción consiste en desplegar el plumaje propio para buscar la seducción y no en denostar lo apagado del de la «presa». Del objeto de deseo sólo conviene hablar bien. Táctica y estrategia, como en los versos de Benedetti, deben ir de la mano. Ahora bien, todos sabemos que, en política, el donde dije digo, digo Diego es el pan nuestro de cada día, y que agua pasada no mueve molinos. En política uno se puede ciscar en la madre del adversario una mañana y asistir a su fiesta de cumpleaños esa misma tarde. Los políticos son así, como niños que se escupen, se pelean y se revuelcan por el suelo para, al rato, estar de nuevo jugando con sus peonzas. Hay en la política actual un sonrojante grado de inmadurez, de impúber evanescencia y de juego constante (que se lo digan a Pedro Sánchez), en el que los ciudadanos sólo interesan como votantes y, a poder ser, «atezanados» por encuestas amigas. El grado de bisoñez es tal que uno tiene la impresión de estar viendo el Disney Channel cada vez que pone el informativo. Tal vez quede menos ya para que Peter Pan gobierne el mundo.

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