Estudiar en la cárcel: primer paso para una segunda oportunidad

Una vez en la cárcel, es, a veces, la falta de libertad la que les hace abrir los ojos, pisar el freno e intentar reconducir sus vidas. Algunos deciden dar un giro a su vida, cambiar e intentar conseguir una segunda oportunidad aprovechando el tiempo que les queda entre rejas para formarse y mejorar todo lo que puedan su curriculum de cara a su vuelta a la vida real fuera de la cárcel.

Unos 75 reclusos de los centros penitenciarios de Castilla y León -1.153, en España- han dado ya ese primer paso en busca de un cambio y estudian grados universitarios o se preparan para acceder a ellos. ¿Lo más demandado? El curso preparatorio para entrar en la universidad para los mayores de 25 años, con 30 alumnos. Dentro de los que ya pueden cursar un Grado, una enseñanza que no les es del todo ajena: Derecho. Además, otras de las titulaciones escogidas por estas personas son Administración y Dirección de Empresas (ADE) y Psicología.

Todos los estudiantes de los diferentes grados, s alvo aquellos que se encuentran en módulos especiales por la normativa específica de Instituciones Penitenciarias, están juntos en el mismo aula -una clase tradicional con pizarra y ordenadores, en los que sólo pueden acceder a las plataformas virtuales de la Universidad de Educación a Distancia -. El profesor asesor aporta a los alumnos todos los materiales didácticos que necesitan, mientras que ellos le entregan los trabajos que, como el resto de los alumnos de la UNED, deben realizar.

«No hay incidentes, tampoco con los que se encuentran en circunstancias especiales», detalla a ABC el asesor. Durante las clases se producen los mismos debates académicos con diferentes opiniones, como ocurre en una clase habitual con alumnos sin privación de libertad. «Funciona la racionalidad y no suele haber problemas», indica.

«En general están muy motivados. La mayoría de ellos aprueban todo, aunque siempre hay quien suspende alguna», relata antes de resaltar que «son bastante mejores en motivación y esfuerzo que el resto del alumnado».

En concreto, en el centro palentino siempre ha tenido buena acogida este tipo de formación, reconoce el profesor. «Ellos siempre me han tratado como un profesor y no existen diferencias especiales con el resto de los estudiantes», relata.

Una vez que están dentro del programa formativo empiezan a interesarse por otras cosas, por algunos asuntos que antes no conocían... «Se abre para ellos un entorno totalmente nuevo» y, sin duda, «es el primer paso para un cambio radical», dijo, que les permita retomar el rumbo de su vida fuera de prisión.

Una de las opciones de los reclusos es dedicar su tiempo a la formación. También pueden obtener el graduado escolar, estudiar el Bachillerato y aprender idiomas. Existe la posibilidad de subir un escalón más y cursar una titulación universitaria que, en teoría, les garantizará un futuro laboral mejor al salir de prisión.

En este último programa, es la Universidad de Educación a Distancia (UNED) la que se encarga de organizarlo. Se ofertan 18 de las 27 carreras de las que dispone este organismo, dejando fuera aquellas que tienen un carácter más técnico y requieren más experimentalidad como las ciencias o las ingenierías. Los hay que deciden terminar una titulación que habían iniciado antes de entrar en prisión y los que ya cuentan con una y se deciden a estudiar la segunda.

En aquellos centros en los que existen más de ocho alumnos matriculados acude un profesor, «asesor-UNED». A través de esta figura, que asiste semanalmente a las cárceles, tienen acceso a los cursos virtuales a les trasladan el material que van incorporando los docentes a las plataformas web. También existe un tutor para las asignaturas más demandadas, como Lengua, Inglés o Matemáticas, para los que se preparan para poder acceder a una carrera universitaria. De nuevo, acuden cada semana a las instalaciones donde entre 8 y 10 estudiantes están inscritos e imparten clases presenciales.

Cuando llega el momento más temido por los estudiantes, los exámenes, se constituyen tribunales especiales desde la Sede Central de la UNED. Los profesores habituales llevan desde allí las pruebas y una vez realizadas los trasladan de vuelta para que sean corregidas. Los meses marcados en el calendario para la celebración de los exámenes son similares a los de cualquier universitario: febrero, junio y septiembre. El sistema de las pruebas presenciales es el mismo para los internos que para el resto de los alumnos de la institución docente.

Es en el centro de Dueñas (Palencia) en el que hay más internos matriculados -30-, seguido de Topas (Salamanca) -26-, León -10- y Villanubla (Valladolid) -8-.

Desde la Universidad de Educación a Distancia están satisfechos con el desarrollo del programa y destacan la motivación de los alumnos. Para la vicerrectora adjunta de Estudiantes y Centros Penitenciarios de la UNED, Elena Azofra, a través de este tipo de formación, los internos pueden conseguir títulos que «les serán muy útiles para su inserción laboral cuando cumplan su condena». Estudiar tiene también «indudables ventajas» para ellos en lo relativo al «crecimiento personal», en la búsqueda de «nuevos retos», dijo, y, sobre todo, «caminos alternativos» durante ese periodo de su vida.