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Sociedad

Embalses llenos de lágrimas

Los vecinos del casi medio centenar de pueblos anegados por un pantano no olvidan, pese al paso de las décadas, las raíces que dejaron bajo el agua

Isabel Jimeno

En esos primeros días de septiembre de 1967, Urbano cerró la puerta de su casa para no volver a entrar jamás. Tras los giros a la cerradura, encerrada entre las cuatro paredes dejaba para siempre la que había sido toda su vida. En un carro ... tirado por burros, los baúles con los últimos enseres y miles de recuerdos guardados para siempre en la memoria, con la pena pesando en el alma de que sólo podrían evocarlos, pero consciente de que «no vas a volver a pisar esas calles» para rememorar las vivencias, recuerda Eva, su hija, quien también hace cincuenta años se vio obligada a dejar su Argusino natal, engullido por el embalse de Almendra. Con el agua llamando casi a las puertas de las casas, los vecinos fueron poco a poco abandonando sus viviendas . Ahora, cuando baja el nivel de la presa, los montones aún no desgastados de piedras dibujan lo que un día fue este pueblo zamorano. El de la iglesia «es inmenso» e indica lo que un día fue un templo despojado de sus joyas y en el que las máquinas para su derribo entraron cuando los vecinos aún celebraban con más pena que alegría las últimas fiestas.

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