Hazte premium Hazte premium

Ignacio Miranda - Por mi vereda

Ella mató a Kennedy

«Ahora se nos ha aparecido en el Ayuntamiento de Lantadilla, en Palencia, María Teresa Romero, secretaria municipal desde el año de gracia -o de desgracia, según el vecindario- de 1989, reincorporada a su plaza por sentencia de la Audiencia Nacional»

Ignacio Miranda

María Teresa es mucha María Teresa. Como lo fue la santa andariega de Ávila cuyo brazo incorrupto custodiaban Franco y Carmen Polo. Como lo es la Campos en materia de audiencias, un prodigio de incombustibilidad. Ahora se nos ha aparecido en el Ayuntamiento de Lantadilla, en Palencia, María Teresa Romero Mato, secretaria municipal desde el año de gracia -o de desgracia, según el vecindario- de 1989, reincorporada a su plaza por sentencia de la Audiencia Nacional. Como respuesta, los siete concejales de la corporación han dimitido porque, según aseguran, no la aguantan en el plano personal, mientras censuran que su gestión ha abocado al pueblo al caos administrativo y económico.

Ha llegado a su despacho discreta. Look enigmático con gorro ruso de piel tipo Doctor Zhivago, que frente a la humedad invernal del Canal de Castilla viste mucho, pero sin el voluminoso tocado que lucía Geraldine Chaplin. Con los ojos ocultos por gafas oscuras, a mitad de camino entre las de Martirio o las de mayor tamaño que solía llevar Marujita Díaz. Lentes que, en todo caso, tienen reminiscencias folclóricas, de copla y romance, de motín popular en una historia kafkiana de Fuenteovejuna moderna.

La habilitada prefiere evitar circos mediáticos, pero trata de defenderse. Entre presiones y calumnias, considera que es víctima de una campaña de acoso y derribo. Que, en estricto cumplimiento de la legalidad, advertía a los ediles de actuaciones posiblemente contrarias a derecho. Ahí sigue ganando sentencias, con un ordenador vacío de archivos, mientras el consistorio las pierde. Anuncia que va a promover un blog donde asumirá, irónicamente, que mató a Kennedy. Vale, Maite, y perdona el tono de familiaridad. Pero sólo a él. Porque al Espartero le hirió de muerte un miura colorao ojo de perdiz, y a Cánovas le asesinó el anarquista Angiolillo. Con este afán de reescribir la historia, nunca se sabe.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación