La Molinera 'reokupa' el edificio tras ser desalojada

El desalojo del edificio se producía poco antes de las diez de la mañana cuando un importante dispositivo policial integrado por una veintena de agentes de la Policía Nacional y la Policía Municipal se personara en el inmueble, «sin previo aviso, sin presentar una orden y sin permitir sacar los bienes que hay dentro y que son utilizados por distintos colectivos», ha denunciado publicamente, en declaraciones a Ep, uno de los afectados, quien, por tal motivo, apuntaba ya que en ese momento desconocían si el desalojo era «legal o alegal».

Poco después se personaba también a las puertas del antiguo hotel la abogada Rosario Achúcarro, en representación del colectivo, para requerir la preceptiva autorización judicial de desalojo a los agentes y las dos personas que les acompañaban y que pretendían hacer valer los derechos de los nuevos titulares del edificio, si bien ninguno de ellos ha podido presentar el documento acreditativo que legalizara dicho lanzamiento.

Ante ello, los integrantes del colectivo han vuelto a ocupar el edificio y han logrado expulsar a la policía y a los representantes legales de la nueva sociedad que se ha hecho con la titularidad del antiguo hotel.

El colectivo Centro Social Okupado La Molinera de Valladolid ya celebró el 11 de diciembre del pasado año en el centro de la ciudad una manifestación en contra de los «fondos buitre y la especulación», después de que semanas antes se conociera que la compañía que ha adquirido la propiedad del inmueble del antiguo Hotel Marqués de La Ensenada había solicitado el desalojo del mismo, ocupado irregularmente desde hace más de tres años.

El edificio que ocupa La Molinera y donde desarrolla actividades desde julio de 2018 fue antiguamente una fábrica de harinas instalada en el entorno del Canal de Castilla que estuvo en activo hasta el año 2006. Dos años después, el edificio que estaba declarado Bien de Interés Cultural desde 1991 se reconvirtió en hotel de cinco estrellas. El alojamiento de lujo cerró sus puertas en 2016 con problemas económicos y dos años después fue ocupado por el colectivo La Molinera, que ha utilizado el inmueble, mediante la autogestión, para desarrollar distintas actividades sociales y culturales, con la intención de dinamizar la vida del barrio de La Victoria y conservar un inmueble con valor arquitectónico.