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Guillermo Garabito - La sombra de mis pasos

Cristos con gotelé

«Con el sol del domingo veo que me han cambiado San Lorenzo. Y le han puesto una talanquera como si fueran a envestir unos astados»

Lo mejor de un domingo es la vida lenta. Una vida lenta que transcurre al sol, que es cuando a Valladolid se le quedan las plazas como de escena de Sorrentino . Y la política entonces ya importa menos, incluso a los propios políticos que se olvidan por un rato de hacer campaña y de vendernos nada. Una calma que yo quiero para mis columnas del domingo. Escribir una columna al sol. Porque el lector también tiene derecho a escapar de la política . A una actualidad lenta, que es cuando la vida funciona mejor. Y el columnista se escapa por sus párrafos suplicando que le dejen escribir tranquilo, hacer, quizás, su costumbrismo de provincias por un día porque ya habrá tiempo para saturarse de análisis políticos antes de mayo.

La columna del domingo sirve para pasear y cuando paseo me doy cuenta de que la ciudad no cambia lentamente. Una ciudad cambia de un día para otro, sin avisar, aunque las obras en cuestión puedan extenderse durante meses. La restauración de la fachada de una iglesia, cuando las piedras salen de los trabajos blancas como recién horneadas en «Cubero» . Y uno estrena ciudad cuando ya no reconoce el sitio en cuestión, porque sigue siendo el mismo pero ya es otro. Son ciudades nuevas que van surgiéndole a la ciudad de siempre. Eso le pasa a la Valladolid hoy. Quizá, únicamente, porque me he fijado ahora. Me doy cuenta de que se ha puesto de moda ponerle barandillas y escalones de metal a las iglesias y a los conventos , porque a algo tendrán que agarrarse las monjas cuando envejecen; que la fe sostiene pero no hace milagros. Y es aquí cuando piensa fuertemente que solucionar las necesidades arquitectónicas no está reñido con el buen gusto.

Lo digo por la iglesia de al lado de mi casa, que se han pasado meses restaurando y saneando su exterior y finalmente han decidido coronar el proyecto con una baranda que más que una baranda parece una talanquera de algún pueblo sin presupuesto. Si el tío de mi abuela, que fue párroco de San Lorenzo,-y debía de tener una mala leche que yo conozco porque esas cosas van más allá de la muerte- levantara la cabeza…

Con el sol del domingo veo que me han cambiado San Lorenzo. Y le han puesto una talanquera como si fueran a envestir unos astados. Y la ciudad era un poco mejor antes . Antes de que algún arquitecto chulo se le ocurriera que el acero tapando las piedras de cualquier forma quedaba bien. Valladolid era un poco mejor cuando su barroquismo era de piedras y de siglos y no de materiales fríos . Un acero que debía de estar de descuento, o se ha puesto de moda y servidor sin enterarse. Modas caducifolias, como antaño el gotelé. Y como las modas siempre vuelven, tal vez lo siguiente que se encuentre el lector en la iglesia sean Cristos con gotelé.

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