Coronavirus Castilla y León
Los rastreadores sanitarios, «desbordados»: «Aún hay quien reniega de hacer la cuarentena»
Esperan que la presión asistencial de esta tercera ola baje en «dos o tres semanas» porque si no, «vamos abocados al desastre»
H. Díaz
Están actuando de primer dique sanitario frente al Covid desde la primera ola, por eso al arrancar enero vislumbraron ya que la situación epidemiológica se iba a complicar. «Pasamos de tener uno, dos o tres positivos desde que comenzaron a tener efecto las medidas que ... se aplicaron en noviembre a sumar entre 50 y 70 casos en un fin de semana », recuerda Blanca Lorenzo, rastreadora en el Centro de Salud Delicias II (área de salud Valladolid Este) desde el pasado mayo.
No sólo se ha complicado su trabajo por el incremento de positivos, también por el aumento de contactos estrechos de cada contagiado, fruto, sentencia sin dudar, de las reuniones y encuentros de la Navidad. «Antes de estas fiestas podíamos tener entre uno o dos contactos por positivo y ahora nos están llegando hasta 20 en algunos casos». Una situación que prevé que se alargue al menos quince días más porque «ahora estamos teniendo casos y contactos de las fechas de Reyes». Lo prevé y lo desea, porque «si en unos quince o veinte días no baja, nos vamos abocados al desastre» .
A diferencia de lo ocurrido en la segunda ola, donde el perfil del contagiado, en este centro en concreto, estuvo muy ligado a brotes en jornaleros de la vendimia, ahora es «mayoritariamente de ámbito familiar». Por eso no hay una edad concreta: «Tenemos bastantes niños, con un aumento importante en los colegios, pero también gente mayor que hasta la Navidad había mantenido la distancias, pero ahora ha terminado contagiada».
Blanca es una de las 763 responsables del seguimiento de los casos de Covid de la Gerencia Regional de Salud, a los que se suman otros 480 rastreadores del Ejército de Tierra encargados de la primera «criba» para localizar los contactos estrechos del nuevo contagiado. Nuria Llorente, enfermera del Centro de Salud del municipio vallisoletano de Esguevillas, destaca la buena coordinación que existe con esta Unidad de Vigilancia Epidemiológica militar: «Nos facilitan el trabajo a la hora de adquirir cuanto antes esos contactos estrechos y localizarles para la prueba».
Al cargo de la citada Unidad está el comandante Javier Aldea Álvarez de Lara, quien subraya la agilidad que han adquirido sus efectivos: «Ya tenemos más experiencia y los procedimientos se han agilizado. Antes la llamada inicial duraba de media 20 minutos y ahora estamos en los doce». La optimización de los protocolos y el conocimiento de la sintomatología del virus por parte del personal sanitario de los centros de salud también han acelerado su trabajo. A ello les ha ayudado la incorporación de los test de antígenos: «Antes estábamos citando con dos, tres o cuatro días de margen y ahora es de hoy para hoy». «Ha sido un avance bastante bueno», coincide Nuria Llorente, y aunque advierte que es más fácil que den falsos negativos, «en el momento en que vemos una sintomatología que nos hace sospechar pedimos una PCR ».
También en este municipio del Valle del Esgueva han crecido exponencialmente los contagios. «Tenemos una media de dos o tres positivos al día desde el 5 de enero», cifra la rastreadora de este centro de salud rural que no supera las 1.800 cartillas. Muchas de las llamadas son para el seguimiento de desplazados desde Valladolid capital, gente con casa en el municipio y cuyo consultorio «está tan sumamente saturado que prefieren guardar la cuarentena aquí». No obstante, el volumen de trabajo es común en todos los centros. Blanca recuerda que el pasado martes no tuvo un minuto para colgar el teléfono: «Hice alrededor de 90 llamadas». En una semana pasaron de rastrear 50 contactos a alrededor de 680 -el pasado viernes tenía 718 casos activos-.
Cree que a los pacientes ya les es familiar la figura del rastreador. Eso sí, «todavía hay quien sigue renegando de hacer la cuarentena», aunque entiende que a estas alturas de la pandemia «hay gente que está pasando por situaciones económicas muy difíciles» y lo que supone para ellos un día de baja. Nuria cree que «cuesta más en los contactos estrechos sin sintomatología, pero aquí está funcionando la denuncia verbal de los vecinos. Cuando nos llega damos un ultimatum y si persisten avisamos a la Gerencia que tramitan la correspondiente sanción». Prevén que la presión asistencial comience a bajar a primeros de febrero . «Quiero pensar que sea así», dice esta rastreadora, quien reconoce estar «un poco desbordada» pese al apoyo de sus compañeros.
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