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Concurso de maulas

Concurso de maulas

Cuando la campaña del 7J está más chupada que un pirulí de La Habana -¡el que no lo come hoy lo comprará mañana!-, ZP nos inunda con iniciativas de impacto. Va de mitin en mitin como la Piquer: con la copla en el ombligo y con el caracolillo en la frente. Así que no le queda otro remedio que multiplicarse en aviones de propulsión a chorro, en cortar la corrupción con los mismos dodotis que usaba Quevedo para limpiar la boñiga esplendente, y en culpar a los demás -como si un mirlo blanco gobernara España- de los efluvios que emanan de una fosa séptica que él ha dado brillo con betún de Judea.

Para Castilla y León, justo en el meridiano de la campaña, ZP ha mandado a Óscar López, cargado de iniciativas prósperas. Le he empaquetado un convoluto antediluviano para que se lo entregue raudo al presidente Herrera con un cariñoso saluda: que el presidente de la Junta busque «alternativas de empleo» para los cientos de personas y de familias que se van a quedar con una mano delante y otras detrás con el cierre de la central de Garoña. Fascinante iniciativa que, sin duda alguna, cambiará el voto de los aborígenes mesetarios del 7J.

¿Por qué ZP quiere cerrar con viento fresco la central de Garoña y con ella una fuente de energía y de trabajo? Enigmas que no entenderemos los simples mortales. Por más que el votante rebusque, nunca hallará los fundamentos científicos que reparte el ingeniero Óscar López a pie de urna. Da gusto encontrase de nuevo con la cerebral Bibiana Aído argumentando sobre la vida en general y sobre lo humano en particular como quien baila una jota. Así que Felipe González y Javier Solana, dos socialistas con sesera, han puesto el grito en el cielo y han dicho que el cierre es «un grave error». No importa. La cerrarán porque Garoña es para ZP una secuela de la memoria histórica: derribo y piqueta, y a otra cosa mariposa.

El cierre de campaña nos va a deparar, lo descubrió ayer ABC, otras fantásticas iniciativas en cuestión económica. Inevitable. Estamos metidos de lleno en aquella voluntad cartesiana que era infinita frente a un intelecto que es finito. Pero ninguna medida tan paradójica como ese concurso de maulas que acaba de convocar ZP para premiar a los zánganos que no quieren estudiar bachillerato. Cuando la educación se convierte en estadística, simple voluntad de dominio político, sobra la voluntad de saber que es una obligación integral del hombre. Pero ZP nos ha metido en una voluntad sin retorno: primero vote y luego reclame al maestro armero.

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