Hazte premium Hazte premium

Educación

Al cole andando

Ahora que se analizan medidas contra el cambio climático, algunas ciudades de Castilla y León intentan potenciar las rutas en las que los niños caminan hacia la escuela

Varios niños en uno de los caminos escolares de Zamora M. ÁLVAREZ

CRISTINA ROSADO

En el coche al colegio, en el coche al gimnasio, a las extra escolares, al centro comercial, al cine... En gran medida, los niños han dejado de caminar por las ciudades. Por comodidad o necesidades de los padres, o por miedo de estos a que les suceda algo de camino al colegio, los pequeños ya no van andando a sus clases cada día ni regresan entre risas a casa junto a otros niños, y mucho menos solos. Esta realidad alejada de lo que sucedía hace décadas, se replantea ahora en algunas ciudades de castilla y león con los llamados «caminos escolares seguros», auspiciados desde diversas instancias.

Ahora que el cambio climático empieza a preocupar, el que los niños caminen al colegio, el que los padres puedan dejar el coche, o al menos alejarlo del entorno de los colegios, es una idea que determinados colectivos quieren impulsar, si se observan los atascos y conflictos que a primera hora de la mañana se producen en los entornos escolares. Estos caminos tienen una larga tradición en Europa, parten de ideas como las del pensador y psicopedagogo italiano Francesco Tonucci, autor de obras sobre la presencia y relación de los niños con las ciudades. Japón también lo tiene como una realidad cotidiana y en España, ciudades como Gijón y Pontevedra ya cuentan con experiencias asentadas en este sentido, pero en Castilla y León es incipiente y tan solo algunas ciudades y poblaciones lo han empezado a experimentar hace unos años.

Zamora cuenta con un proyecto y el Ayuntamiento de Valladolid también ha puesto en marcha algunas experiencias con colegios como el Antonio García Quintana y el María Teresa Íñigo de Toro , las Ampas y Tráfico. Palencia es otra de las ciudades en la que el proyecto ha surgido a partir de la experiencia impulsada por un grupo de investigación de la Facultad de Educación de la Universidad de Valladolid en el campus palentino y la ONG Liga de la Educación. Presentaron el proyecto al Ayuntamiento de Palencia, que lo financió.

Cinco colegios se han ido sumando al mismo, como el CEIP Jorge Manrique y el CEIP Sofía Tartilán ; otros siguen interesados, pero como depende de los presupuestos del Ayuntamiento y aún no se han aprobado, de momento este curso no funciona. El maestro jubilado palentino Juan Ramón Lagunilla , secretario general de la Liga a nivel nacional, aboga por este programa que lograron poner en marcha en 2017 en Palencia, «una ciudad ideal para ser amable para los niños, en la que puedan disfrutar de la calle, que les genere más autonomía» y en la que aprender más sobre la naturaleza de sus parques. Uno de los objetivos es el medio ambiental, que los niños aprendan a moverse solos por la ciudad y cambie su relación con el medio ambiente que les rodea. Lagunilla apunta que «estos caminos redundan en una disminución de los atascos en los colegios», además de que su filosofía va más allá: «Esto tiene sentido en una operación global de ciudad sostenible y habitable, pero eso ya es una cosa distinta».

Él ha observado que a los niños «les gusta ir caminando, se sienten más mayores» y la ciudad les enseña a socializar, pero hay que vencer las reticencias de los padres, «a los que les da miedo por la superprotección existente hoy hacia los niños». Y a esta idea se suma María Tejedor, la coordinadora del trabajo realizado por el grupo de cuatro investigadores de la UVA en Palencia que se han encargado de analizar cómo influyen estos caminos escolares y si cumplen los objetivos previstos o no.

Con la tablet en el sofá

Tejedor afirma que «hemos empezado desde abajo, demostrando que los niños pueden ir solos al colegio; es la cultura de ir caminando», y resalta los beneficios para la salud de los niños, que en la sociedad actual son cada vez más sedentarios, o el valor pedagógico de iniciativas como esta, porque «ahora vemos a los niños muchas horas con las tablet y en el sofá, que no saben moverse por la ciudad ni jugar en la calle», comenta, para añadir la influencia negativa que ha supuesto otro hecho: «Las zonas residenciales de chalets fuera del centro de las ciudades, que suponen que muchos chicos con 12 y 13 años no sepan ir solos a determinados lugares porque siempre se les lleva en el coche».

Un niño en su ruta a clase

Cita que una de las reticencias a dejar que sus hijos caminen solos al colegio es la de los padres. Por miedo. «¿Pero si les dejamos la tablet e internet, que también plantean riesgos, cómo no les dejamos salir solos a la calle en programas como este, en el que van acompañados de voluntarios? Los riesgos son minoritarios y hay cosas más peligrosas que ir al cole andando», dice esta profesora universitaria. Lagunilla también lo afirma: algunos padres empezaban acompañando al grupo de voluntarios y niños en la ruta, pero unos días después ya no veían la necesidad. Se instalaba la confianza.

Además, se trata también, como asegura Tejedor, de «concienciar al comercio del barrio y que estén pendientes de que a determinadas horas pasan por allí, y colaboren, como se había hecho toda la vida, y que si un día llovía, les cobijaran en su tienda».

Ayuntamientos, colegios, la Liga de Educación y la UVa han impulsado proyectos como el de Palencia

Han realizado chalecos, la Policía Local ha regulado algunos semáforos en los momentos en que los niños cruzaban la calle, para que dispusieran de mayor tiempo para hacerlo y se han señalizado rutas, pero Tejedor indica que estas experiencias terminan siendo «muy inestables». «O se hace con formación previa y sensibilización o no funciona; solamente por pintar un camino escolar no va a funcionar», comenta.

Entornos hostiles

De la memoria del proyecto redactada este año por el grupo de la UVA se extraen varias conclusiones. Una de ellas es que los niños aprenden a valorar y contribuir a conservar el medio ambiente, aprenden seguridad vial, hacen más ejercicio físico y van más contentos al colegio, «se visten y preparan antes para salir de casa», según Tejedor, así como aprenden a interactuar con el entorno. Como apunta esta profesora, los entornos de los colegios se convierten a veces en hostiles para los niños: «Mucha declaración de desarrollo sostenible, pero no suele haber una apuesta clara y decidida por hacer las calles peatonales». Mientras, «encuentras accesos y aceras estrechos, se aparcan los coches al lado» y «está demostrado que la contaminación en la puerta de los colegios es más elevada de las 9 a las 12 horas, con las consecuencias de asma, alergias, etc., que eso tiene». Llegaron incluso a la experiencia de «poner multas ficticias los propios niños a coches mal estacionados al lado del colegio.

El coste, aseguran, es pequeño (de 12.000 euros que aportó el Ayuntamiento de Palencia hace dos cursos a los 4.000 del pasado). Los voluntarios son estudiantes de Educación en la UVA, contratados por la Liga por las horas en que se acompaña a los niños de ida y vuelta a casa.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación