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MEDIO AMBIENTE

La avispilla anida en Castilla y León

Localizada en castaños de Burgos, León y Ávila, en «poco tiempo» alcanzará a toda la Comunidad

ABC

M. GAJATE

Originaria de China, su presencia estaba extendida en Asia y América en el siglo pasado, pero era una desconocida en Europa hasta que en 2003 llegó a través de Italia. Negras, con las extremidades amarillentas y de unos tres milímetros, su pequeño tamaño no resta peligrosidad a la conocida como avispilla del castaño, el organismo más dañino para este tipo de vegetación, que reduce la producción de fruto e incluso mata a los árboles si la infestación es muy fuerte. Desde 2015 ya está en Castilla y León. De momento en puntos aislados, pero se teme que en «po-co tiempo» se extienda a toda la Comunidad. Y es que así empezó en Galicia, con dos afecciones muy localizadas y «cuatro años después ya está en todo el territorio», explican desde el Servicio de Defensa del Medio Natural de Castilla y León, que vigila la evolución de la plaga.

En concreto, desde que existe amenaza se controlan las zonas de riesgo. No en todas las provincias hay castaños, sólo en León, Burgos, Zamora Salamanca y Ávila. Hace cuatro años se detectó por primera vez en Burgos, sólo dos ejercicios después de que entrara en España, vía Cataluña -ya está en todas las comunidades salvo Extremadura- y el año pasado en El Bierzo. Esa primera zona afectada no es explotadora del castaño, así que el temor es solamente medioambiental. No ocurre lo mismo en la comarca leonesa donde sí generan actividad, y bastante.

Un ejemplar de avispilla ABC

Esta semana la alerta llegó a Ávila. La Junta, en el marco de sus controles, detectó plantas infectadas en el Valle del Tiétar, al igual que ocurrió hace un año, cuando también se encontraron en Zamora. Se trata de lotes que llegan de Galicia y, aunque se hayan frenado unos cuantos, asume el Ejecutivo que «jamas vamos a llegar a todos». Son «conscientes» de que alguno no habrá sido interceptado y habrá llegado a destino.

El proceso de infección empieza cuando las larvas comienzan a desarrollarse en yemas durmientes del castaño, formando agallas. En primavera emerge la avispilla y pone 150 huevos en sus diez días de vida. La floración se altera y la producción baja drásticamente, hasta el 10%, con riesgo de que no sobreviva el árbol. De momento, no se ha llegado a ese punto, que podría alcanzarse en «dos o tres años», temen desde Medio Ambiente.

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