Los MIR aparcan la especialización por la batalla contra el Covid
El coronavirus ha cambiado el escenario de los hospitales y centros de salud, donde actualmente se forman 1.810 profesionales convertidos en sanitarios para la crisis
Montse Serrador
Llega al hospital con el objetivo de formarse como cirujano y, sin embargo, encuentra que los quirófanos se han convertido en unidades de críticos y no se opera ; espera en el servicio de urgencias, como futuro pediatra, a que entren niños pero, afortunadamente, ... este año casi no aparecen porque las medidas frente al Covid han evitado otras infecciones respiratorias ; hace consultas telefónicas en un centro de salud sin posibilidad de ver a los pacientes a los que, casi siempre, hay que tratar por teléfono.
Son tres situaciones -hay muchas más-, con las que se enfrentan los médicos y enfermeras residentes que hacen su formación en los hospitales y centros de salud de Castilla y León. La pandemia ha aparcado su formación y les ha obligado a convertirse, en muchos casos, en sanitarios que tienen casi como único fin evitar los trágicos estragos del Covid-19.
En la Comunidad hay actualmente 1.810 trabajando en hospitales y centros sanitarios. De ellos, 1.625 son MIR (Médico Interno Residente) y 185, EIR (Enfermero Interno Residente). Los primeros necesitan cuatro o cinco años para conseguir el título de especialista, mientras que en el caso de los segundos, son dos. Después del verano llegó la última incorporación, 583 residentes, de ellos 126 enfermeros, correspondientes a la última convocatoria en la que se cubrieron todas las plazas. Son estos jóvenes sanitarios los que apenas han tenido contacto con la especialidad elegida . Eso sí, se han bregado bien en crisis sanitarias y pandemias.
El próximo 27 de marzo, miles de médicos se presentarán a la convocatoria MIR de este año para la que se han convocado en Castilla y León 631 plazas tanto médicas como de enfermería, farmacia, psicología o salud laboral. En esta convocatoria, la mayor de la historia, 315 plazas son de especialidades hospitalarias, 178 de medicina de familia y 138 de enfermería. Los que aprueben se incorporarán a sus puestos después del verano con la esperanza de que el Covid esté ya en retirada.
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«Ha cambiado la forma de trabajar y eso nosotros ya lo llevamos aprendido»
Verónica González-Pinto está a punto de concluir su residencia. Comenzó en mayo de 2017 como médica de familia en el área de salud de Valladolid Oeste , así que buena parte de su formación se ha desarrollado en el Hospital Río Hortega, rotando por las diferentes especialidades hasta llegar, en el último año, al centro de salud. Para su especialización como médico de familia «es muy importante la rotación por los diferentes servicios », y eso se cortó en el mes de marzo por decisión del Ministerio y no volvió hasta julio.
Algunas no se han llegado a hacer, como geriatría, y otras se recortaron en tiempo. En este punto explica la importancia de pasar por especialidades como dermatología, en las que resulta fundamental ver al paciente, u oftalmología, que confía poder recuperar en noviembre. Y, sobre todo, es una cuestión esencial para un médico de familia el apoyo emocional que se presta al paciente y eso, con las consultas no presenciales, es más difícil.
Su destino en los últimos meses ha sido el Centro de Salud de Huerta del Rey, donde pondrá fin a su formación. «El último año es muy importante porque sirve para afianzar conocimientos y ganar en autonomía», asegura. Sin embargo, la realidad es que con el Covid «es verdad que vemos menos pacientes porque hay menos presencialidad» , a lo que hay que añadir que en Atención Primaria «el ritmo es frenético y eso no ayuda al estudio».
Pero lo que está claro, asegura esta médica, es que «el Covid ha cambiado la forma de trabajar y eso ya lo llevamos aprendido». Reconoce que «aunque ganas en autonomía y las dificultades ayudan a crecer», la experiencia «ha sido dura y preferiría no haberla pasado» . Recuerda las guardias que hubo que hacer durante los meses más duros o cómo algunos residentes, incluido su marido, también médico, fueron llamados para trabajar en el hospital de la Feria de Muestras de un día para otro. Con un niño de dos años, la conciliación no fue precisamente fácil en ese momento.
En cualquier caso y a pesar de que la formación no ha sido posible en el último año, Verónica insiste en que «todos los profesionales estudiamos y nos preocupamos por nuestra preparación, así que los pacientes pueden estar seguros de que supliremos cualquier déficit».
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«Hemos pedido rotaciones pero trabajamos como una enfermera más»
Alba Aguilar es enfermera y desde junio de 2019 hace su formación de Geriatría en el Hospital de Segovia . No había transcurrido su primer año cuando, en marzo, el Covid se cruzó en sus planes profesionales y «las rotaciones ya no se pudieron hacer porque no había profesionales suficientes para hacer la formación». Cuenta cómo, sin terminar el periodo que tenía que permanecer en un centro de salud, fue trasladada al hospital de la capital segoviana que, en la primera ola, «estaba lleno de Covid». Así que «pasamos de formarnos a trabajar como una enfermera más».
A partir de mayo, las rotaciones por los diferentes servicios o centros se fueron retomando en la medida de lo posible, aunque «no es lo mismo», entre otras cosas, explica, porque «las consultas son telemáticas» y algunos servicios aún no se han puesto en marcha . «Realmente la formación se ha perdido porque muchos hemos pedido rotaciones pero lo que hacemos es ayudar».
Para esta joven enfermera, de esta experiencia «no se saca nada positivo en formación», hasta el punto de que «no la repetiría», confiesa, aunque reconoce que lo que sí se aprende es a tratar a pacientes en esta situación de pandemia . Pero, como les ocurre a todos los profesionales sanitarios, para Alba Aguilar han sido meses «muy duros», sobre todo entre marzo y junio, cuando el hospital segoviano pasó por los peores momentos con la UCI y las plantas de ingresos completamente llenas . Ahora, con una mejor situación, prefiere mirar al futuro, aunque con la incertidumbre aún de si va a poder ejercer su especialización de Geriatría o, como ocurre en la Enfermería, trabajará en cualquier otra.
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«En una residencia necesitamos aprender y eso es ahora muy difícil»
Empezó la especialidad de Pediatría en octubre de 2020 en el Clínico de Salamanca , de forma que ha comenzado su formación en plena pandemia. Mario Mosquera es, además, uno de los jóvenes médicos que con el título aún caliente bajo el brazo ya empezó a trabajar en marzo, contratado por Sacyl, para apoyar en el Hospital de los Montalvos y en la residencia de estudiantes que se convirtió en «Arca de Noé» para acoger a cuarentenados. Después llegaron los primeros tres meses en las urgencias de pediatría, donde ya pudo comprobar que la realidad de entonces distaba mucho de la de un año normal, tanto en el tipo de actividad como por los pacientes. Ni bronquiolitis ni catarros, lo habitual en los más pequeños que cada invierno llenan los servicios de urgencias y las plantas pediátricas. Esta vez, no.
El Covid ha desplazado al resto de infecciones y las medidas higiénicas han funcionado, así que los más pequeños casi no enferman. Sin apenas menores a los que ver en la consulta y niños ingresados «perdemos todo el manejo en estas patologías, algo que suplimos a base de estudio» . Prueba de ello es que las 18 habitaciones habituales en un invierno (con dos o tres niños en cada una) ahora hay unas cuatro ocupadas. Ha visto casos, eso sí, que nunca pudo encontrar en libros de texto o en los prácticas de la facultad, como son los bebés que nacen de madres que han dado positivo en Covid . De momento, ése ha sido su único contacto directo con el coronavirus, más allá de los rituales de seguridad a los que se enfrenta cada día.
Sin embargo, lamenta, «en la residencia lo que necesitamos es aprender y eso ahora es muy difícil». «Lo positivo es que hay menos niños enfermos», insiste, pero lo negativo es que «no aprendemos a manejar las situaciones porque no las estamos viviendo».
Pese a todo, asegura que no ha perdido la ilusión porque «esto es lo que me gusta», aunque echa en falta «el correr y no tener tiempo suficiente en las guardias». «Hay que ver mucho» , suspira, mientras recuerda cómo hay compañeros que han llegado a atender hasta a 180 niños en un día y ahora, como mucho, se llega a 30.
Pese a todo, confía en que se pueda volver a tener una cierta normalidad que haga posible realizar las diferentes rotaciones en cada uno de los servicios en los que, como corresponde a su especialidad, los niños son siempre los protagonistas.
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«Los pacientes pueden sentirse tranquilos y seguros»
Tiene a su cargo a 230 residentes de medicina (la mayoría), enfermería, psicología y farmacia como jefa de estudios de Formación Especializada del Área de Valladolid Oeste. En 2020 llegaron 66 y para este año, a partir del verano, se esperan otros 86. Rosa Ibán no oculta que estos sanitarios «lo han pasado mal, pero están trabajando al máxim o». Relata cómo desde marzo hasta junio se anularon las rotaciones y después todos esperaban que volviese la normalidad, pero no ha sido así. La segunda y la tercera ola han hecho que las consultas sigan con pocos pacientes presenciales y que la actividad quirúrgica se haya reducido.
El resultado es que la formación se ha visto seriamente afectada porque, aunque hay cursos que se hacen on line, los talleres tienen que ser presenciales y eso ahora no es posible. «Siempre se aprende, sobre todo en el área médica», señala Rosa Ibán, pero el problema está en el conocimiento de las patologías y, sobre todo, en lo relacionado con la actividad quirúrgica que, en el caso de quienes en mayo acaben la residencia, tienen muy difícil recuperar.
Insiste en que a pesar de que pueda haber alguna laguna en la formación de los médicos especialistas, «al acabar se les evalúa para comprobar que tienen los mínimos exigibles», por lo que no duda de que «los pacientes pueden sentirse tranquilos y seguros; son médicos y saben formarse» . Reconoce que, como el conjunto de médicos, los futuros especialistas «están agotados por la sobrecarga de trabajo y porque parece que esto no se acaba nunca».
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