Un ángel de la guarda tecnológico

Y, por eso, Máximo y Eloísa fueron de los primeros en Castilla y León en en sumarse al programa de telemonitorización «Cuídate más», que, desde el año pasado, está desarrollando Cruz Roja en Castilla y León. Su domicilio, en la localidad leonesa de Sahagún, tiene sensores de movimiento en todas las estancias. «Saben dónde estoy todo el día. Si estoy en mi habitación, en la cocina o si voy al baño», explica él. Se trata de unos pequeños aparatos blancos con los que controlan si el matrimonio entra o sale de su casa, incluso si alguien ha entrado cuando ellos no están dentro, a la hora que se han levantado o si permanecen mucho tiempo en el mismo espacio. «Pero ellos no nos ven, ¿eh?», aclara Eloísa, porque fue lo primero que preguntó cuando el técnico les instaló los sensores. La privacidad se mantiene, sólo se detectan los movimientos.

«Si tardo mucho en levantarme, enseguida me llaman para ver si estamos bien», relata Máximo. Lo hacen así para cerciorarse de que todo va bien o para descartar que se haya producido alguna caída.

Eso da «mucha tranquilidad» a la pareja, sobre todo, porque, pese a tener «vecinos que son como hermanos», no tienen hijos ni familia cerca y ya han pasado en alguna ocasión siuaciones complicadas en las que tuvieron que llamar a los servicios de emergencia. Ellos y a eran usuarios del conocido como «botón rojo» , la teleasistencia habitual, que consta de un aparato instalado en el domicilio o un colgante de ese color que el anciano tiene que pulsar si se encuentra mal o tiene que alertar de algo. «A mí se me olvida ponérmelo», detalla Máximo, de 80 años, y da a conocer así parte del problema de los dispositivos tradicionales. Con los nuevos no es necesario que ellos avisen, sino que son los datos que llegan directamente a la central, normalmente vía wifi, los que harán saltar la alarma cuando sea necesario.

No es el caso de Máximo y Eloísa, pero también existe la posibilidad de instalar detectores de humo, de monóxido de carbono o de inundación de agua que alertarían a la central de Cruz Roja en caso de peligro.

Y están también más seguros porque en su propia casa controlan su tensión y su peso, en función de lo que ha establecido su médico. Con una báscula conectada por bluetooth a una pequeña unidad, Máximo hace su chequeo de sus kilos. «Su peso es el correcto», asegura el dispositivo, una vez que se ha bajado de la máquina.

«Ya les he dicho que me suban un poco el límite porque con las navidades.... Algo subiré, seguro», añade. «Su tensión arterial es la correcta», dice también una elevada voz robótica después de tomarse la tensión.

«A mí esa voz me ponen un poco nerviosa», asegura Eloísa, y, como si desde la organización de Cruz Roja la hubieran escuchado, ya están traajando para hacer ese tono «más humano», incluso que pueda ser el de un familiar. Porque, a través de esa voz, se les recuerda también sus visitas al centro sanitario, la medicación que deben tomar o, incluso, se les desea una feliz Navidad.

Para que todo este entramado funcione, el matrimonio ha aportado a la organización algunos datos sobre su vida cotidiana en cuanto a horarios -sólo se hace si los usuarios quieren- y los parámetros de control sanitario que les ha trasladado su médico. A partir de ahí comienza el control, con el registro diario de los datos en la central, que pueden ser accesibles también para los familiares interesados a través del móvil mediante una aplicación.

«Nosotros no tenemos que manejar nada, ellos lo hacen todo», indica Máximo, y deja así las todas las cuestiones técnicas que ellos ven más peliagudas en manos de Cruz Roja.

Es intención de la Junta de Castilla y León comenzar a apoyar este tipo de teleasistencia más avanzada , pero, por el momento, es la organización la que ofrece el programa «Cuídate más» en solitario y los usuarios lo sufragan a través de cuotas mensuales .

En total, son cincuenta los dispositivos instalados en Castilla y León, diez para personas mayores. El resto están instalados en los pisos que la organización utiliza para acoger a personas refugiadas, dentro de un programa piloto organizado con la Junta. «Algunos vienen con afecciones de salud y entendimos que podía ser un recurso para ellos y también para las personas que se encargan de todo su proceso de integración». Para Cruz Roja, no se trata sólo de un programa que pueden utilizar los mayores, sino también personas con discapacidad y otros colectivos.

«Son soluciones tecnológicas para la vida independiente», asegura la coordinadora de la organización en Castilla y León, Eva Fernández. «A distancia puedes tener atendido y monitorizado a cualquier persona y, además, hacer un seguimiento de su seguridad y de su propia salud», destaca. Pero, además, «les permite seguir en su vivienda», tener autonomía y continuar con su vida. El reto ahora es extender el sistema y, sobre todo, darlo a conocer entre los posibles usuarios. A ellos les garantiza que se trata de dispositivos «seguros», «cómodos» para el día a día y «sencillos».

Pese a lo que pueda parecer, «los mayores no están reticentes a estos sistemas». «Al contrario, están muy abiertos a cualquier solución digital. Sobre todo porque ésta es bastante fácil», explica Fernández. Les implica en en el seguimiento de su salud y, «si así está establecido», los datos que monitorizan desde Cruz Roja pueden enviarse a los centros de salud para que los consulte el médico de los usuarios.

Trabajarán también en ampliar las funcionalidades. Así, ya se está diseñando el glucómetro, el podómetro y el termómetro para que pueda unirse al medidor de tensión que ya se utiliza en algunos domicilios.

«La idea es ir evolucionando poco a poco, ir incorporando más cosas y que sea más accesible», indica la coordinadora de la organización humanitaria, que está convencida de que este sistema «tiene mucho futuro» en una Comunidad en la que las personas mayores quieren seguir «activas» pese a la edad. «En nuestra organización, más de 2.500 personas mayores de 65 años son voluntarias que ayudan a niños y a otros mayores», relata.

La telemonitorización de Cruz Roja forma parte también del proyecto piloto desarrollado por la Junta de Castilla y León con 100 personas en la zona de Las Navas del Marqués (Ávila) bajo el nombre «A gusto en mi casa», cuyo objetivo es que las personas mayores con dependencia, discapacidad o enfermedad crónica que residan en el medio rural puedan permanecer en sus domicilios y ser atendidas en sus hogares.