Paliativos de Talavera pide el tercer equipo domiciliario por el aumento de la demanda
Cada vez hay más personas con enfermedades avanzadas, y se precisa de un psicólogo
El proceso de naturalizar la muerte
Toledo
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Iniciar sesiónDesde hace dos años, la unidad de cuidados paliativos del Hospital General Universitario 'Nuestra Señora del Prado' de Talavera de la Reina ha sufrido una pequeña transformación. Este servicio está en fase de crecimiento porque cada vez es más demandado y hay más ... personas con enfermedades crónicas avanzadas. Los paliativos son unos cuidados especiales, multidisciplinares, que intentan dar un soporte y acompañamiento cuando la enfermedad está avanzada, sin expectativa de curación, y sabiendo que va a generar una serie de síntomas y cambios, en ocasiones de forma vertiginosa, para el que lo vive y el que lo acompaña. La unidad atiende tanto a pacientes con enfermedades oncológicas, como a pacientes con enfermedades crónicas como insuficiencia cardíaca, enfermedades pulmonares.
«El crecimiento de la unidad es pequeño, aún queda mucho camino por hacer pues somos muy pocos profesionales y hay que prestar más asistencia«, explica el coordinador de la Unidad de Cuidados Paliativos, el doctor Miguel Ángel Álvarez.
Actualmente cuentan con cuatro médicos y tres enfermeras a tiempo completo, conformando un equipo hospitalario y dos equipos domiciliarios, y una trabajadora social a tiempo parcial, aunque demandan un psicólogo, no sólo para los pacientes sino también para los miembros del equipo que se entregan a esas personas en la última etapa de la vida y un equipo domiciliario más.
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Desde principios de febrero, mediante la aprobación de un proceso asistencial integrado de cuidados paliativos, se han potenciado las relaciones tanto con el resto del hospital como con Atención Primaria, buscando un modelo de atención compartida para mejorar la asistencia de los pacientes y sus familias.
«Cuando las personas nos acercamos al final de la vida, la perspectiva de todo cambia y perdemos capacidades a veces de manera muy rápida», asegura el doctor Álvarez. Como los cuidados que realizan los familiares de los pacientes cambian en muy poco tiempo, se encuentran en una situación compleja, llena de incertidumbres y que no han vivido antes. «Imagínate, no sabes ni cambiar un pañal y no estás preparado para ello; no sabes lo que significa todo lo que está ocurriendo, no sabes lo que va a llegar, y además del apoyo físico, el emocional es imprescindible, tanto para el paciente como para el familiar. No tiene nada que ver cómo lo vive alguien que ya está en una edad muy avanzada y con ciertas patologías crónicas, a alguien joven, a lo mejor con hijos, y con enfermedades que causan muchos síntomas y sufrimiento en poco tiempo», detalla el doctor Álvarez.
En función del momento de la enfermedad, el paliativista es una mano más para apoyar al paciente junto a sus otros médicos responsables o adquiere un papel de mayor responsabilidad sobre el paciente cuando éstos reconocen no poder continuar o conseguir mejorías ya con los tratamiento curativos. «En esta última etapa se prioriza la atención en domicilio, pero también les damos la posibilidad de ingresar en el hospital cuando se acerque el final. Para cada caso confeccionamos un traje a medida, respetando siempre las preferencias y autonomía del paciente y su familia. Si bien es cierto que trabajamos en una región de grandes cuidadores, pues de los pacientes que atendemos, en torno al 75% fallece en su domicilio, hay familias que no cuentan con los medios o apoyos suficientes para ejercer los cuidados básicos y se echa de menos disponer de centros específicos de cuidados paliativos que sí se encuentran en comunidades autónomas colindantes a la nuestra».
Lección de vida
Pero, ¿qué aprenden los profesionales de cuidados paliativos de sus pacientes? «Sinceramente, a vivir. Nos encanta nuestro trabajo y aunque a veces pueda ser difícil, pues trabajamos mano a mano con el sufrimiento, es muy gratificante ser testigos de los procesos madurativos de los pacientes y sus familias. Cuando nos acercamos a alguien que está en el final de su vida, esa persona no va a fingir ni una milésima delante de nosotros, porque no está en un momento de hacer cumplidos o de aguantar algo que no quiera aguantar. Si le apetece que estemos nos lo va a decir y si no, también. Entran en una etapa en la que aparentar no está en el menú y se muestran tal como son. Llegamos a ver momentos de gran plenitud, en los que se respira un aire diferente. Aunque no todas las personas hacen el mismo proceso madurativo; las hay que mueren en negación de su enfermedad, que es una estrategia de afrontamiento válida que no juzgamos y a la que también acompañamos, y las hay que hacen un proceso madurativo inmenso que te da una gran lección de vida y de muerte; consiguen quitarle cierto dramatismo. Aprovechan esos últimos días para hacer una recapitulación en su vida, para cerrar asuntos pendientes o transmitir ciertos mensajes a modo de legado. Es enriquecedor, y te das cuenta de que en la vida estás pendiente de muchas tonterías a las que hay que restar importancia; se aprende mucho, cambia la perspectiva de la vida, se siente como un regalo«, subraya Miguel Ángel Álvarez.
Aliviar el sufrimiento
Los cuidados paliativos apuestan por la calidad de vida. Cuidan la vida sin la pretensión de alargarla y centrándose en facilitar que las personas que están en ese contexto aprovechen las herramientas que tienen para vivir según sus preferencias y voluntades. «Nuestra función es acompañar y aliviar el sufrimiento con una actitud compasiva. Creemos que es importante tener la posibilidad de despedirnos bien, de realizar un buen cierre vital, cada uno a su estilo, tanto para el que se va como para el que se queda. En España hay 17 comunidades autónomas con 17 sistemas de salud diferentes; algunas han apostado por potenciar más los recursos destinados a los cuidados paliativos, tanto a nivel humano como institucional. En Castilla-La Mancha aún queda camino por recorrer», concluye el coordinador de la Unidad de Cuidados Paliativos de Talavera, Miguel Ángel Álvarez.
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