Carlos Loriente: De rozar la mitra a caer en el infierno más profundo
Carlos Loriente, sacerdote toledano detenido por drogas, llevaba más de dos décadas de servicio pastoral y una carrera brillante. En Toledo y en Corral de Almaguer los feligreses recuerdan a un «hombre bueno»
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J. GUAYERBAS
Toledo
La detención del sacerdote Carlos Loriente ha caído como un jarro de agua fría en la Iglesia toledana. La noticia corría de móvil en móvil generando escalofríos en aquellos que tenían una relación directa y de amistad con el cura que sumaba más de ... dos décadas de servicio pastoral en diferentes destinos, como Corral de Almaguer (Toledo) donde fue profesor de religión en el Instituto de Educación Secundaria 'La Besana' y vicario de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción.
Las redes sociales como el nuevo circo romano en el que se juzga sin tener en cuenta la presunción de inocencia se han convertido en estas últimas 48 horas en un hervidero de comentarios y opiniones acerca de Carlos Loriente, pero ¿quién es realmente este sacerdote toledano de 45 años investigado por un presunto delito contra la salud pública?
«Era un hombre bueno. No nos lo podemos creer, de verdad que no». Es la frase más repetida entre los feligreses corraleños a los que la noticia les ha pillado por sorpresa. «No sabemos qué le habrá llevado a eso, ¿a las drogas?, es que no sabemos cómo puede haber terminado así, no nos lo creemos», balbucean conmocionados, porque 'Don Carlos', como le recuerdan, «era un hombre bueno».
La conmoción en Corral de Almaguer se repite en otros escenarios cotidianos de Carlos Loriente, como el Colegio Diocesano Nuestra Señora de los Infantes de Toledo, donde ejerció como responsable del Departamento de Pastoral. Aquí se guarda silencio, un rotundo silencio tan solo roto por la algarabía de los alumnos que nada más sonar el timbre corren de las aulas en busca de la luz del sol.
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V. S. / F. F.Lamenta «profundamente» los hechos que han motivado la detención y «reprueba cualquier conducta delictiva que presuntamente hubiera podido cometer el sacerdote»
Aunque la detención del sacerdote es tema de conversación, en las inmediaciones de este centro educativo de la Iglesia nadie habla, o al menos en público. La discreción es máxima pues está en juego la reputación de una institución milenaria salpicada en los últimos tiempos por polémicas y casos graves de relaciones de poder, abusos y otros menesteres que no vienen más que a empañar la labor social que también se impulsa desde el clero.
Y es que es la reputación, precisamente, lo que ha perdido, al menos en el ámbito eclesiástico, el cura toledano. Carlos Loriente atesora un currículum brillante y una ambición positiva que le ha llevado a formar parte del Cabildo de la Catedral Primada como canónigo magistral, un desempeño que solo ha ejercido un par de meses, pues tomó posesión el pasado 7 de julio.
Hombre de confianza del arzobispo Francisco Cerro, estos días comentan en los mentideros eclesiásticos que su posición y mente privilegiada le habían puesto en el camino de alcanzar más pronto que tarde la mitra y recibir la bendición de Roma como obispo. Toda una carrera ascendente rota por flirtear con lo prohibido y con lo que él mismo tachaba de pecado en sus homilías, hoy disponibles en la red de redes, internet.
El silencio también se hace cuando se pregunta por él en la plaza de San Andrés, entre los dos seminarios. Del Seminario Mayor había sido formador y vicerrector, por su tutela han pasado decenas de sacerdotes toledanos y ahora todos ellos estaban bajo su amparo como vicario episcopal para el clero. Ninguno habla ahora de él. Están en shock. Su referente y ejemplo a seguir, el que predicaba en fiestas patronales y allí donde se solicitaba su presencia es ya persona non grata para la Iglesia.
Tal era su posición hasta antes de ayer que el arzobispo le había confiado la coordinación del próximo Sínodo Diocesano, un profundo análisis con el que la Iglesia de Toledo busca «la renovación para nuestra Archidiócesis», en palabras de Francisco Cerro; una renovación que ha comenzado con la caída de Carlos Loriente, el sacerdote que rozó la mitra y ha caído al infierno más profundo.
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