Reclaman el apoyo de las administraciones para ayudar a las mujeres víctimas de violencia de género con adicciones

Para reflexionar y debatir sobre estos dos problemas, se han celebrado en Toledo un seminario organizado por UNAD, la Red de Atención a las Adicciones, bajo el título 'Mujeres con adicciones víctimas de violencia de género. Recursos y estrategias innovadoras para su atención integral', una jornada que ha puesto el foco en la necesidad de ofrecer recursos específicos y estrategias innovadoras de coordinación para abordar ambos problemas.

Así lo ha explicado Susana Moreno, vocal de UNAD en Castilla-La Mancha. «Para atender a estas mujeres se hacen planes muy individualizados, hay que estudiar cada caso de una forma muy específica porque cada mujer tiene unas necesidades diferentes y lo que sí que es muy importante es que los profesionales que intervenimos con ellas estemos muy formados en temas de de género y que tengamos un apoyo también de las administraciones«, ha reclamado.

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También ha pedido Moreno la colaboración de la administración para poner en marcha muchos de los proyectos de UNAD. «Si ya es difícil a veces hablar de violencia de género, que las víctimas hablen, que lo cuenten, ya añadir una adicción es aún más difícil, cómo lo detectamos, qué podemos hacer para hablar de ello, porque a lo mejor no habíamos hecho tampoco esa correlación», ha añadido.

Es un asunto muy complicado porque muchas de las adicciones que tienen las mujeres que sufren violencia de género están muy invisibilizadas, pues son adicciones sobre todo a medicamentos y alcohol y al final son sustancias ilegales que tiendes a esconder y muchas de las mujeres ni siquiera consideran que tienen una adicción y hay que intervenir de una forma muy sutil, según la vocal territorial de UNAD.

Por desgracia las mujeres, debido también a la triple discriminación que sufren por el hecho de de tener una una adicción, llegan muy poco a los recursos de tratamiento. «Normalmente del total de de usuarios que atendemos a lo largo del año, tan solo un 30% son mujeres, porque al final se las estigmatiza muchísimo más por en su rol de madre, en su rol de pareja», ha añadido Moreno.

Los agentes sociales reclaman más protocolos en este sentido porque, aseguran, es difícil detectar estos casos que quizá entren por vías distintas. «A lo mejor una mujer con adicciones entra por una organización dedicada específicamente a adicciones y ahí localizan que también es víctima de violencia de género y en ese sentido los profesionales se sienten un poco desamparados, no saben cómo actuar», ha matizado.

Por eso se ha puesto en marcha hace unos años un proyecto que se llama Comunidades GPS, que lo que intenta es establecer en el territorio una red de comunicación y coordinación de todos los agentes que están implicados en el tratamiento de mujeres, tanto con violencia de género como con adicciones. A nivel nacional, aproximadamente el 80% de las mujeres que sufren violencia de género tienen una adicción (alcohol y benzodiacepinas, sobre todo) y al revés.

Por otro lado, la directora de la comunidad terapéutica femenina de La Muela en la Fundación Emet (Córdoba), Carmen Niño, ha señalado que las mujeres que tienen violencia de género y adicciones, necesitan recursos específicos. «Nuestra comunidad ofrece ese programa y vienen mujeres con esas condiciones y se les ofrece pues un espacio seguro, protector, donde además vamos a trabajar la adicción de manera diferente a como se trabaja en una comunidad terapéutica masculina o mixta, porque vamos a tener en cuenta que estas mujeres, aparte de la adicción, lo normal en el 90% de los casos es que vengan de historia de vida de infancia, donde ha habido abusos sexuales, maltrato infantil, negligencias o violaciones. El consumo es la solución que ellas encuentran a esa situación«, ha explicado Niño.

Ni en Castilla-La Mancha, ni en general en todo el territorio español, hay recursos específicos para mujeres y hacen falta. «Muchas de estas mujeres, nos comentan que vienen sin pensar que tienen un problema de adicción, tienen traumas que consideran peores y a ello se suma la adicción, el menor de sus problemas. Es la solución que ellas han encontrado para convivir con el sufrimiento que llevan arrastrando durante sus vidas. La adicción, pues evidentemente es un alivio, un escape«, ha argumentado.

Según Carmen Niño, muchas tardan en acceder a un tratamiento porque aguantan, su consumo además es invisible, no es algo que la familia conozca. Y llegan en peores condiciones que los hombres. «La mujer adicta es madre, pareja, hija, trabajadora y una mujer adicta es una mala madre, es una mala pareja..., y esto lo trabajamos en el programa porque ella no ha asumido ese estigma como lo normal y hay que desmontarlo. Y cuando terminen el programa van a volver a la misma sociedad donde las van a seguir estigmatizando y tienen que ir preparadas para quitarse esas etiquetas», ha concluido.

El seminario, financiado por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, ha desarrollado un completo programa de contenidos desde el plano de la formación y la sensibilización. Han contado con voces expertas procedentes de la red UNAD para favorecer el intercambio de experiencias a la hora de atender a víctimas de violencia de género con adicciones.