Suscribete a
ABC Premium

Adiós a Manolo Lozano, la memoria taurina de un siglo

Bohemio y libre, con el conocimiento del Cossío, el de Alameda de la Sagra gestionó un montón de plazas y apoderó a más de 40 toreros

La historia del toreo de Manolo Lozano, una memoria prodigiosa

Manolo Lozano, en el Corpus de Toledo de 2018, cuando era apoderado de Morante Ana pérez herrera
J. A. Pérez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ha tenido que ser en el Corpus, día grande de Toledo, con la Custodia de Arfe desfilando por las calles del Casco Histórico entre la devoción popular y Morante de la Puebla haciendo el paseíllo en el coso de Mendigorría, cuando ha fallecido Manuel Lozano Martín (Alameda de la Sagra, 1930). Bohemio sin remedio, con el conocimiento del Cossío, dos temporadas atrás plasmó en un libro ('Manolo Lozano. Historia viva del toreo', de Ediciones Temple) su memoria en los ruedos, la cual abarca casi un siglo en sus diversas facetas de aficionado, novillero y matador, empresario y apoderado. Desde que el 25 de octubre de 1942, con los ojos asombrados de un niño de 12 años, viera en su pueblo la despedida de Marcial Lalanda hasta que en 2018, con los 88 de un abuelo que nunca fue, cerró el círculo como apoderado de Morante en un dúo irrepetible.

Calculaba entonces que «seguramente sean unas 12.000 corridas» las que hubieran visto sus ojos -la media era una cada menos de tres días- y buena parte de ellas las presenció al otro lado del Atlántico. Desde 1967, presumía, no había faltado ni un año a la temporada en América. «Me he mantenido muy bien hasta los 90, que he pegado el bajón», lamentaba quien intentaba no faltar a la comida semanal en Toledo con aficionados.

Manolo era el mayor de los cinco hermanos Lozano (Pablo, Eduardo, Conchita y José Luis), una de las familias bisagra del mundo taurino. Todos los varones se dedicaron en cuerpo y alma al negociado, pero Manolo fue un alma libre. Se crió al amparo de su abuelo y sus tías, estuvo interno en los Maristas, estudió Veterinaria en Madrid y se escapaba al Rastro para comprar fotos toreando a la verónica de Francisco Vega de los Reyes, conocido como 'Gitanillo de Triana' o 'Curro Puya'. Recordaba a Manolete en Borox, la patria de Domingo Ortega, y Palomo Linares dormía en su cama de Alameda cuando sus hermanos le dieron una «oportunidad» en la plaza de Vista Alegre y luego no pararon hasta convertirlo en figura.

Alternativa en Tánger

Su mentor en los despachos fue el todopoderoso Pedro Balañá, que había levantado un imperio en Barcelona y hasta en Palma de Mallorca, donde hubo un tiempo en el que se daban más corridas que en Las Ventas. Propietario de las plazas de Segovia y Baza, Manolo gestionó un montón de plazas no sólo en España, también en Colombia y Ecuador.

Y lo mismo con los toreros. La lista es tan amplia que supera los 40 nombres: Manili, Ortega Cano, Roberto Domínguez, El Soro y, sobre todo, El Juli, a quien acompañó en sus primeros años de matador firmando más de 100 contratos por curso, y Morante, con el que «se me salía corazón». «Agradezco a Dios que, pese a que han sido tantos los toreros, no haya enterrado a ninguno», afirmaba aliviado. Como anécdota, tomó la alternativa en Tánger en 1970 con El Cordobés como padrino y esa misma noche se cortó la coleta.

El cuerpo está siendo velado en el Tanatorio Sur de Madrid, situado en la carretera Madrid - Toledo, y la misa de funeral será este viernes a las once de la mañana en la iglesia parroquial de Alameda de la Sagra, donde posteriormente será enterrado.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación