Ángel, el cerrajero que sigue señalado en su pueblo por «un error» con las drogas hace cinco años

Fue el 16 de junio de 2019, sobre la una de la madrugada. Los agentes entraron en el bar que regentaban en Mohedas de la Jara, un pequeño pueblo con cerca de medio millar de vecinos. Allí encontraron cocaína guardada en dos envoltorios y valorada en 525,62 euros. Una bolsa de plástico contenía una pequeña roca de 13,58 gramos y una riqueza de 28,69 por ciento. Estaba oculta en la cocina y Hélida la arrojó por una ventana al verlos.

Pero no era lo único. A la calle también fue otro envoltorio de plástico con una barra de tres gramos de cocaína y un trozo de hachís de siete gramos valorado en 38,70 euros.

Casi cinco años después, Ángel y Hélida fueron juzgados este miércoles en la Audiencia toledana. El Ministerio Público pedía inicialmente siete años de prisión y una multa de 1.500 euros para cada uno por un delito contra la salud pública con sustancias que causan un grave daño a la salud.

Sin embargo, el fiscal Ángel Demetrio de la Cruz y los dos abogados de la defensa, Alberto J. Pérez y Enrique Rodríguez, entraban en la sala con un acuerdo bajo el brazo. Hélida y Ángel reconocerían los hechos a cambio de una condena de dos años de cárcel y una multa de 564 euros para cada uno. Y así ocurrió: admitieron el relato del Ministerio Público y aceptaron la pena, después de que el presidente del tribunal les comunicara oficialmente que se les aplicaría tres atenuantes: drogadicción, confesión (reconocimiento de los hechos) y escasa entidad de la cantidad de droga.

-¿Conformes con la pena que solicitan?

-Sí.

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Luego en un bar Ángel cuenta a ABC que, a raíz de la detención de la Guardia Civil, él y Hélida dejaron de vivir juntos, él abandonó la droga (era consumidor también) y continuó con su trabajo de cerrajero. Sin embargo, todo este tiempo ha sido un «calvario» en Mohedas, donde sigue viviendo. «En el pueblo la gente siempre me ha señalado», asegura.

«Fue un error en una época de crisis en la que no había dinero y el bar iba mal. Él era toxicómano, le propusieron vender y aceptó. Siempre en muy pequeñas cantidades, como se ha visto en el juicio», apunta su abogado, quien pedirá la suspensión de la condena, al igual que hará el letrado de Hélida. «Yo siempre he dado la cara», interviene Ángel, «y me he dedicado a mi vida y a currar. Aquello fue un error que se ha quedado atrás».