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Salva a dos vecinos de su pueblo en un incendio y evita un robo en una inmobiliaria de Toledo en menos de 72 horas

Pepe Lara, de Ajofrín, lleva 27 años trabajando como vigilante de seguridad, 15 en la Diputación de Toledo

Álvaro Gutiérrez recibió a Pepe Lara el pasado jueves Diputación

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José Lara lo cuenta sin dar importancia a lo que hizo en menos de 72 horas: se metió en la boca de un incendio para salvar la vida a dos vecinos de su pueblo, Ajofrín, y frustró un robo en una inmobiliaria de Toledo capital. «He apagado varios incendios con el tractor y, hace años, también intervine en un incendio cuando trabajaba en el hospital Virgen de la Salud de Toledo ». Pepe o Pepito, como lo conocen sus allegados, completa así su hoja de servicios valerosos en sus 27 años como vigilante de seguridad.

Precisamente a las Urgencias de ese hospital llegó para una exploración después de haber protagonizado una osada acción el pasado 14 de febrero, viernes, en el pequeño pueblo toledano de Ajofrín, de unos 2.500 habitantes.

Esa tarde, poco antes de las tres y cuando se encontraba en el campo, José recibió la llamada telefónica de un primo suyo. Le contaba que se acercara inmediatamente a la casa de su vecino Julio porque había un incendio. Era la misma vivienda de la que José tenía una copia de las llaves gracias a la amistad y confianza que tiene con Julio desde hace dos décadas.

Nada más colgar, José telefoneó a Pater, un amigo rumano que reside en la vivienda de este vigilante de seguridad. Le urgió que cogiera su coche, donde José guardaba llaves de la casa de Julio, y que fuera a recogerlo al campo todo lo rápido que pudiera.

José y Pater llegaron «volando» a la céntrica calle Campoamor, al mismo tiempo que la Guardia Civil. José no esperó a nadie e intentó primero entrar por la puerta principal de la casa, de la que salían llamas y humo. Pero se la encontró bloqueada con el cerrojo y probó por la puerta de labor, que da acceso a los corrales. «Corrí hacia allí, sabía a dónde iba». Pero el portalón también estaba atrancado.

Con el torso quemado

Corría el tiempo en contra, pero José tenía a su favor que conoce perfectamente la casa. Eso le ayudó para explicar a su amigo Pater por dónde tenía que brincar cuando lo cogiera en vilo y cómo bajar al interior de la vivienda por un árbol. Dicho y hecho.

Pater abrió la puerta de los corrales y José se dirigió a la cocina. «Pegué una patada a la puerta; había mucho humo y no veía nada. Me encontré a Julio, el dueño, encima de una mesa y agarrado a la verja de la ventana, porque es una casa de labor de toda la vida y todas las ventanas que dan al patio tienen reja. Julio no quería soltarse, tenía el torso quemado y estaba malherido aunque consciente. Conseguí sacarlo».

José y Pater abrieron la puerta principal para que entraran la Guardia Civil y los sanitarios; al segundo llegaron los bomberos del Consorcio Provincial de Incendios. Julio les contó que había otra persona dentro, su vecino Gabriel. Un bombero y José, con las mascarillas puestas, entraron a por él. Gabriel, desmayado, estaba justo detrás de la puerta de la cocina que Pepe había abierto de una patada. «Lo sacamos en volandas».

José tenía que haber trabajado esa noche, pero un compañero le hizo el servicio. Había salvado la vida a dos vecinos. Pero no se imaginaba que iba a impedir un robo 62 horas después, con Julio ingresado en la Unidad de Quemados del hospital de Getafe y con Gabriel en la UVI del hospital Virgen de la Salud de Toledo —allí continúan—.

De los 27 años como vigilante de seguridad , Pepe lleva trabajando 15 en una empresa para la Diputación de Toledo, a 22 kilómetros de Ajofrín. Precisamente la madrugada del 17 de febrero se encontraba en la sede de la institución provincial, en el casco histórico de la capital regional, cuando observó por las cámaras de seguridad las extrañas maniobras de un automóvil. «Eran las cinco y media. Pensé que alguien torpe no podía aparcar. Al rato escuché un ruido y salí a la puerta principal. Vi a seis o siete encapuchados en la puerta de la inmobiliaria Riesco, enfrente de la Diputación. Les grité: ‘¡Eh!, ¿qué hacéis ahí?’ Y uno dijo: ‘¡Vámonos, que nos han visto!'».

Tres delincuentes corrieron y los demás huyeron en el coche. Pepe avisó a la propietaria de la inmobiliaria y a las fuerzas y cuerpos de seguridad, que llegaron rápido. Para entonces el vigilante de seguridad había comprobado lo que evitó con su acción: «Habían sacado una caja de caudales de grandes dimensiones y muy pesada. La tenían en una carretilla preparada para llevársela. Si me descuido un poco, habrían volado con ella».

«Sencillez, humanidad y valor son cualidades de José, que no dudó en poner en peligro su propia vida para rescatar a las dos personas». Así se lo dijo, más o menos, el presidente de la Diputación de Toledo, Álvaro Gutiérrez, que recibió a Pepe el pasado jueves por la tarde para reconocerle su «valor y su compromiso cívico».

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