vivir Toledo
Noticias del paseo de Merchán (o la Vega) entre 1900 y 1936
Estrenado el Novecientos, la Vega ya era el gran paseo de la ciudad. Corazón de las ferias y espacio de profusos encuentros
El paseo de Merchán. Primera época (1868 1900)
Las imágenes de la Vega de Toledo en su etapa de esplendor
TOLEDO
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Iniciar sesiónEn el siglo XIX, las fiestas vividas en Toledo en torno a la Virgen del Sagrario ya atraían eventuales feriantes, quincalleros o charlatanes en Zocodover. Un curial toledano, Felipe Sierra, anotó lo habido durante la Octava de la Virgen de 1840: muchos forasteros ... para ver una corrida o pasar por la plazuela de San Juan Bautista. Allí pudieron subir a una diversión de «caballos y calesas», es decir, una plataforma giratoria titulada Olímpico «a cargo del Tío Vivo». En Solarejo hubo un juego de habilidad llamado la Guerra nacional con un premio en metálico para un único ganador. Similares distracciones se sucederían durante años en el centro de Toledo.
Las imágenes de la Vega de Toledo en su etapa de esplendor
Rafael del Cerro MalagónEntre 1900 y 1936, la Vega ya era el gran paseo de la ciudad
Todo ello cambiaría al afianzarse, desde 1866, una feria ganadera en la Vega Baja y, como dijimos en un artículo anterior, la conversión de la desnuda explanada de Merchán en un ajardinado paseo en 1872. En los lustros siguientes, a medida que cuajaba la arboleda, crecía la moda de disfrutar del flamante parque. En 1897, aquel cambio de hábitos dio paso a la queja de los comerciantes de Zocodover que solicitaron la vuelta de los feriantes a la plaza como siempre había sido. Sin embargo, la Vega podía reunir más casetas, conciertos, bailes, teatro y otras diversiones. No había marcha atrás. Incluso, el renovado paseo del Miradero en 1890 también perdía pulso durante las fiestas de agosto. Además, Merchán añadía la cercanía de la Plaza de toros y del Polígono de tiro de Palomarejos para ver allí, desde 1904, las evoluciones de aerostatos, aeroplanos o apasionados partidos de football.
Ampliación. La 'montaña rusa'
En el primer tercio del XX, la Vega ya ofrecía una espesa arboleda como muestran las postales de la época. La disposición del paseo no había variado: un amplio espacio central entre dos largas franjas laterales ajardinadas. En el lado izquierdo destacaba la Casa de Corcho y un pequeño estanque delantero. Reunía la vivienda del guarda y el almacén de jardinería. También albergaría durante todo el siglo una mesa electoral destinada a los empadronados en las Covachuelas y la Vega Baja.
Ante la referida Casa se alzaban las tribunas de los eventos públicos incluidos los religiosos. Durante la feria se instalaban allí el «pabellón municipal» y los bailes promovidos por diferentes sociedades. Frente a la Casa de Corcho, en medio del lateral derecho, había un simple estrado para los conciertos de música. El salón central albergaba las sillas de alquiler para los paseantes, casetas de bebidas, de juguetes, churrerías, etc. Para no saturar este despejado espacio, desde 1902, se elegiría la yerma explanada situada al otro lado del paseo de Merchán -el actual paseo de Sisebuto- para acoplar barracas, cinematógrafos o circos. En 1929 aquella zona asomada a las Covachuelas mermaría al erigirse la Escuela Normal de Maestras.
En febrero de 1902, siendo alcalde Venancio Ruano, se creó en el parque un singular acceso. Según notició La Idea, en el terraplén posterior del paseo, se habilitó «un jardín en rampa o zig-zag a la inglesa hasta el velódromo de la Vega Baja». Este circuito estuvo en el terreno que, años después, acogería la barriada de los Bloques. Lo habían habilitado los aficionados velocipedistas, en 1897, para competir en determinadas fechas hasta su supresión en 1912. El citado «jardín en rampa» se conoció popularmente como la montaña rusa y se complementó con un ventorro de bebidas. En 1915 aquel peculiar jardín ya estaba abandonado lo que preludió su supresión.
Automóviles, escultura y música
En 1912 El Día de Toledo glosaba la «fiebre automovilista» en la ciudad y las muchas personas que poseían vehículo a la vez que el Ayuntamiento limitaba la circulación por la calle del Comercio en ciertas horas. En agosto de 1916 diecinueve firmantes, todos ilustres contribuyentes y dueños de automóviles, solicitaron -sin éxito- que se retirase la prohibición de transitar por el Paseo de coches de Merchán. Aducían que se les privaba de un aliciente que tenían muchas ciudades para disfrutar de sus vehículos. Un solo edil apoyó lo pedido, pues aquellos propietarios ya pagaban un «arbitrio crecido» y se corría el riesgo que matriculasen sus vehículos en otros lugares.
En mayo de 1920, Antonio Garijo, un activo edil republicano, industrial, editor de prensa y promotor de generosas acciones, solicitó a la Corporación crear una biblioteca en la Vega con cien libros que él donaría, de manera que cualquier persona los tomase libremente para leer y devolverlos después. Sugería ponerlos en un armario durante la primavera en el Miradero, en verano llevarlo a Merchán y desde octubre hasta marzo a Zocodover. En 1924, el concejal Ángel Cantos retomaría aquella «biblioteca popular» de la Vega, solicitando libros al Ministerio de Instrucción Pública y a particulares con obras relacionadas con Toledo. En 1942 solo quedaba ya un azulejo en la Casa de Corcho con un virtuoso aviso: «Estos libros son de todos y a todos se confía su custodia».
En los años veinte se aplicaron mejoras en la Vega como fueron una estufa o invernadero y un evacuatorio. También se habilitó la escalera y el muro de contención del costado sur, frente a la puerta de Alfonso VI. Otra novedad fue la ubicación, en medio del salón central, de la escultura dedicada al comandante Villamartín -realizada por Mariano Benlliure- que Alfonso XIII inauguró solemnemente el 9 de mayo de 1925. Por acuerdo municipal, en 1933, la figura del reconocido militar sería retirada y trasladada a la explanada norte del Alcázar, donde hoy continúa.
En 1934 el Ayuntamiento convino levantar un quiosco para la música en medio del paseo si bien, hasta marzo de 1936, no cuajó la propuesta. El arquitecto municipal, Flaviano Rey de Viñas, elaboró el proyecto de un pabellón poligonal protegido por una cubierta metálica presupuestado en 39.960,20 pesetas. El industrial Julio Pascual presentó una oferta para construirlo con el compromiso de que en agosto pudiera inaugurase. El estallido de la guerra en el mes de julio paralizó el encargo, solo se había «excavado el suelo para los cimientos». La primera corporación franquista, en enero de 1938, pactó abonar la mitad de los trabajos realizados. La falta de liquidez municipal justificó que se revocase la obra del referido quiosco.
En 1934 se inició el aislamiento de la puerta de Bisagra creando dos brechas en las murallas para facilitar el tránsito de peatones y vehículos. Aquello motivaría retirar las estatuas de Alfonso VI y Alfonso VIII situadas ante la histórica puerta, además de un surtidor de gasolina y modestos cajones de madera. La reforma desahogaría la entrada al parque en 1940. El interior, tras la guerra civil, recibiría ciertos retoques que se rubricaron con una rotunda cirugía aplicada al salón central en 1991.
Maestro, profesor de Secundaria e inspector de Educación. Doctor en Historia del Arte. Investigador especializado en la fotohistoria e imagen de la ciudad Toledo
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