Mariano Lozano o la pasión por la música
Un toledano que tiene todo nuestro apoyo pero que también merecería un reconocimiento institucional
Imprescindibles
Luis Peñalver Alhambra
Toledo
"Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro". No se le oculta a don Quijote que esos "haceres" no son siempre ni principalmente los de los genios o las grandes personalidades de la historia, sino los ... quehaceres de muchas personas corrientes que, hartas de hablar, deciden actuar. El propio Quijano, o Quijana ‒porque Miguel de Cervantes ignoraba su nombre exacto‒, no dejaba de ser un hidalgo anónimo que vegetaba en una aldea manchega, de cuyo nombre tampoco se quiere acordar el novelista, hasta que decidió salir y hacerse caballero andante.
Con Rilke en Toledo
Luis Peñalver AlhambraUna de esas personas normales y resueltas gracias a las cuales se hacen las cosas es un toledano, Mariano Lozano Cid. Un apasionado de la música con el que los melómanos toledanos siempre estaremos en deuda y que merecería el apoyo y el reconocimiento de las instituciones de la ciudad. Cofundador de la extinguida Agrupación Musical Toledana y presidente del Coro de la Universidad de Mayores 'José Saramago', desde 2014 Mariano está consagrado a la información, difusión y promoción de la música clásica, acercando a los toledanos los grandes acontecimientos musicales celebrados en Madrid, mediante la gestión de la compra de localidades (con importantes descuentos), así como de los desplazamientos para asistir a la mejor selección de las programaciones de la Orquesta y Coro Nacionales de España (Auditorio Nacional), de la Orquesta y Coro de RTVE (Teatro Monumental), del Teatro de la Zarzuela o del Teatro Real. No es una fundación ni una asociación cultural: es un hombre menudo de carne y hueso que, sólo en 2023, gestionó las entradas y trasladó en autobuses a Madrid a 1.675 ciudadanos de Toledo. Y todo, ni que decir tiene, de una manera completamente altruista y desinteresada, sin otra motivación que el amor a la música y a sus semejantes (porque cuando alguien con noble corazón disfruta de una manifestación tan sublime del espíritu humano como la música siente la necesidad de compartirlo con el prójimo).
A Mariano le debemos el complemento necesario de las actividades musicales programadas en la ciudad del Tajo, que, aunque dignas, resultan insuficientes. En la iniciativa promovida por el Ayuntamiento de Toledo por la que hace unos días los toledanos han podido seguir en directo en pantalla grande la ópera con la que el Teatro Real inauguraba su temporada, creemos que Mariano ha tenido algo que ver.
Estas actividades no se organizan solas, sino que requieren ilusión, dedicación y mucho trabajo. Gracias a Mariano Lozano miles de toledanos hemos experimentado muchas mañanas en el Auditorio Nacional de Música los tres modos de esa vieja hechicera que es la música, capaz de viajar por todos los rincones del alma humana: el modo del ensueño, el de la sonrisa y el de la lamentación, formas de sentir la música que recuerda, mutatis mutandis, los modos de la música griega arcaica, que en esencia se mantienen en la música de todos los tiempos: el lidio doliente y fúnebre, el dorio viril y belicoso, y el frigio entusiasta y báquico. Gracias a estas excursiones matinales o vespertinas a Madrid, la música de Falla, Beethoven, Mahler y tantos otros compositores, ejecutada por los mejores intérpretes nacionales e internacionales, colma de sueños y de fantasía nuestra realidad cotidiana.
Nadie ignora las bondades de escuchar buenas melodías, aunque sean sólo sonidos. Solía decir Franz Liszt que esta realidad sonora y por tanto invisible constituye el corazón de la vida y, por consiguiente, el lenguaje universal de la humanidad. Porque, podemos recordar también con Verdi, no existe la música italiana, alemana o española: sólo existe la música. La música sigue siendo el mejor antídoto contra los nacionalismos idiotas (del griego "idiotés", aquel que se ocupa sólo de sus propios asuntos) y las miopes ideologías identitarias, que tanto proliferan en estos tiempos infaustos. La melancolía tradicionalmente se combatía con la música. Y cuando las palabras fallan o son insuficientes para expresar lo que sentimos, viene la música en nuestra ayuda. Desde antiguo se pudo comprobar el hecho de que un conjunto de tonos, cadencias y ritmos pueden incidir de modo inmediato en nuestro ánimo y afectar a nuestros sentimientos. Comenzábamos con una cita del Quijote. Nos gustaría concluir con aquella otra en la que, con admirable concisión, el príncipe de las letras españolas dice que "la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos del espíritu". ¿Cuántos de los toledanos que fuimos con Mariano a Madrid salimos de Toledo con el ánimo compungido o desasosegado y regresamos reconfortados?
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid
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