La inspectora Rojas vuelve a las calles de Toledo para resolver una serie de asesinatos tras una trama de explotación sexual

La autora de esta saga ambientada por completo en la ciudad de Toledo es Patricia Fernández Montaño (Madrid, 1983), estudiante de Criminología, doctora en Trabajo Social y profesora universitaria que, tras 'Salmo 73', presentará la segunda novela de la misma este miércoles, 20 de marzo, a partir de las 19.00 horas, en la sala de conferencias de la Biblioteca de Castilla-La Mancha.

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Mariano Cebrián

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-Después de matar a varias mujeres por las calles y las plazas del casco histórico de Toledo en 'Salmo 73', en su nueva novela las víctimas son hombres por un asunto completamente distinto, aunque los asesinatos son extramuros de la parte antigua. En cualquier caso, la historia sigue teniendo un claro componente feminista. ¿Es casual el leitmotiv de sus libros o es una clara apuesta por esta temática en respuesta al negacionismo machista?

-Hay pocas casualidades en las novelas que escribo, la verdad, y evidenciar el papel protagonista de las mujeres que aparecen en las dos historias, así como visibilizar las situaciones de desigualdad que se siguen dando contra las mujeres en la sociedad actual forman parte del objetivo fundamental de cada una de ellas.

-A juzgar por el contenido de la novela, con una trama de explotación sexual de mujeres jóvenes, ¿hay más 'manadas' de las que creemos en nuestra sociedad?

-No sé si existen más manadas en términos cuantitativos, pero lo que sí tengo claro es que hay más mujeres y hombres sensibilizados con respecto al reconocimiento de determinadas situaciones de abuso sexual. Esto repercute inevitablemente en que cada vez se denuncien más este tipo de abusos y, por tanto, sea una problemática social más visible.

-En el diario de una de las chicas que sufre esas violaciones y abusos sexuales se ve a la perfección como una joven o una mujer puede ser presa del pánico en momentos como esos. ¿Cómo se ha inspirado para narrar lo que puede sentir una víctima de hechos como esos?

-Siempre he trabajado en el ámbito social, atendiendo a personas que han sufrido situaciones de desventaja de diversa índole. Para mí, escuchar testimonios de mujeres angustiadas, perdidas, destrozadas, que todavía se sienten culpables por ser víctimas de violencia de género, sexual, psicológica o física, es algo que siempre me ha impactado mucho. A veces, desde fuera, es difícil comprender cómo alguien puede soportar esas situaciones de abuso y maltrato, pero, por desgracia, los procesos son tremendamente complejos y hay muchos elementos que influyen y paralizan a las víctimas. Además, en nuestra vida cotidiana, en el trabajo, en la calle, también se dan situaciones angustiosas de acoso y abuso que hemos vivido muchas mujeres y que generan ese tipo de sentimientos crudos. Al igual que le ocurre a la protagonista del diario, todas esas mujeres se preguntan muchas veces si no serán las culpables de todo. Son todos esos testimonios en los que me he inspirado para representar esa problemática.

-La protagonista de esta novela y de esta saga, de la que 'El abrazo de la langosta' es la segunda parte, es Raquel Rojas, inspectora de policía en Toledo y una mujer joven pero dura que se enfrenta no sólo a los asesinos del presente, sino también a los fantasmas del pasado que tienen que ver con cuestiones familiares. Cada vez son más frecuentes personajes como ella en novelas negras y policíacas que se salen del estereotipo social femenino. ¿A qué cree que se debe la elección por esos roles dentro del género?

-Soy lectora habitual de novela negra y coincido en que cada vez es más habitual encontrar mujeres con un perfil diferente dentro de este género. No me refiero solo a que hayan pasado de ser tradicionalmente víctimas a ocupar puestos de responsabilidad como inspectoras, por ejemplo. También hemos pasado de tener inspectoras normativas y «casi perfectas», a descubrir nuevos perfiles que no se corresponden para nada con esas expectativas sociales: mujeres con defectos y vicios, que quieren estar solas o que dicen tacos. Entiendo que esto forma parte de la propia evolución de la mujer en la sociedad.

-Lo que sí está claro es que las mujeres lectoras se acercan cada vez más a este género tan ligado siempre al lector masculino. De hecho, cada vez más son también las autoras, como usted, que apuestan por él. ¿Qué le aporta a usted escribir novelas de este tipo?

-Para mi escribir es una vía de escape de la cotidianeidad. Al igual que mucha gente juega al fútbol, hace escalada o pinta para mantener la mente despejada, mi fórmula para la supervivencia siempre han sido los libros, tanto leerlos como escribirlos. Crear historias intrigantes ha sido mi pasión desde que era pequeña, y ahora tengo la posibilidad de que la gente las lea. Pensar en que alguien pueda disfrutar con esas historias, que pueda reír, llorar o mantenerse pegado a mis páginas porque algo le ha atrapado es una sensación maravillosa.

-¿Tiene alguna autora o autor referente dentro del género negro o policíaco?

-Me quedo con Patricia Highsmith. Escribe de una forma impecable.

-Toledo es casi como un personaje más de sus novelas. ¿Por qué la elección de esta ciudad para su obra?

-Siempre he dicho que «Toledo te abraza con su alma de piedra». Es la frase que se me ocurrió la primera noche que paseé por el casco. La primera vez que dormí allí como residente. Es evidente que la belleza de sus calles, su patrimonio, su riqueza cultural y la inspiración que emana de cada rincón son elementos que justifican mi elección como ciudad para ambientar cualquier novela.

-Se nota que ha vivido aquí. En la novela, aparte de los típicos lugares y monumentos históricos de Toledo, se encuentran varios bares y establecimientos de hostelería que en otro tiempo frecuentaba Raquel Rojas, quizá frecuentados también por usted. Reconocemos a personajes como al chef Iván del Cigarral del Ángel Custodio o a Ramón del Jacaranda, que se mezclan con personajes oscuros con nombres ficticios del panorama empresarial toledano. ¿No les ha puesto nombre para no buscarse problemas o son fruto de su imaginación?

-Jajajaja. La verdad es que no conozco apenas las entrañas del tejido empresarial de Toledo como para meterme en esos líos voluntariamente. Es cierto que hay personajes toledanos que he conocido y que me han inspirado mucha autenticidad y que los he incluido tal cual. Otros son producto de mi imaginación, sobre todo los malvados, que suelo construir con pedacitos de mucha gente a la que me ha cruzado en la vida. A veces se te quedan grabadas por alguna razón y entonces pienso: «este señor le va a dar vida a un personaje de mi próxima novela con toda seguridad».

-De hecho, en su historia aparecen algunos de los males del casco histórico, como la gentrificación, la expansión de apartamentos turísticos y el turismo masificado. ¿Es la novela negra y policíaca una buena herramienta para denunciar problemas sociales como estos?

-Para mí, la novela negra es un género que debe ir más allá de una historia intrigante con una sucesión de asesinatos. De hecho, la clave debe ser siempre el componente oscuro y crítico del contexto en el que se desarrolla. En este caso, como persona que admira y ama Toledo, me encantaría que continuara siendo una ciudad mágica. El turismo es estupendo y aporta muchas cosas a las ciudades, pero masificarlo y olvidar las necesidades de las personas que residen en determinados lugares es arriesgado. El casco es un lugar maravilloso, con identidad propia, con propuestas culturales y vida social. No creo que abarrotarlo de turistas y de pisos turísticos sea una buena opción para mantener a los vecinos y vecinas y favorecer su calidad de vida. Habrá que invertir en alternativas que promuevan la convivencia y que permitan mantener la esencia de la ciudad.

-En el casco histórico de Toledo, en el que vive Raquel Rojas, hay un punto al que ella va casi a diario, por la noche, para terminar la jornada: la estatua de Garcilaso de la Vega. De hecho, allí hay una frase que viene como anillo al dedo a la historia que narra: «La vida es corta: viviendo, todo falta; muriendo, todo sobra». ¿Por qué esos versos y por qué ese lugar?

-Una de las cosas que me atraparon cuando llegué a Toledo fue su pasado literario. Descubrir cuántos escritores habían recorrido sus calles y bares fue algo que me ilusionó. El día que descubrí paseando la estatua de Garcilaso, me senté en uno de los bancos que hay en la plaza y me puse a escribir. Fue como el punto de partida. Los versos elegidos son, para mí, los más representativos de Garcilaso.

-Su segunda novela, como la primera, también parece estar teniendo éxito y reconocimientos como ser finalista en el 12º Premio Literario Delta de Narrativa para Mujeres del Baix Llobregat (Barcelona). Pero, más allá de eso, ¿qué le transmiten los lectores que han leído su historia?

-En realidad, lleva muy poquito en el mercado y todavía estoy en fase inicial de recogida de impresiones. La verdad es que de momento me están llegando las de mis allegados, y ya sabes que, en general, la gente que te quiere suele ser un poco más benevolente. En cualquier caso, todo el mundo está coincidiendo en que es una historia muy rápida, que te atrapa desde el primer momento y que tiene una trama muy interesante.

-¿Qué le deparará el futuro a la inspectora Rojas en la tercera novela de la saga? ¿Será Toledo de nuevo el escenario de la misma u otros lugares. ¿Qué sorpresas prepara para sus seguidores?

-Por supuesto, la saga Rojas va a acabar en Toledo. Para la tercera entrega ya tengo algunas ideas en la cabeza, pero lo que tengo claro es que no va a dejar indiferente a nadie que la lea. La inspectora Rojas se va a enfrentar al caso más duro de su historia. Y también al definitivo.