Inés Gárate: «El premio me hace sentir más toledana. Estoy muy feliz»

Inés Gárate habla en esta entrevista de la alegría que le produce recibir este galardón que no se esperaba. Para ella, representa «todo». «Es un premio muy especial, de una institución como es el ayuntamiento y que se aprobó por unanimidad, pues tengo que agradecerlo», repite quien ha sido la responsable de llevar el timón de esta confitería hasta el año 2019, cuando cedió el testigo a la séptima generación.

Su sobrino, Jerónimo de Mesa (gerente), y su hija Ana de Mesa, directora de producción y de llevar las redes sociales, son los nuevos rostros de este obrador cuyas primeras líneas se empezaron a escribir en el siglo XIX, sin dejar de funcionar desde entonces. Solo lo paró el confinamiento por la pandemia de coronavirus.

Toda la familia, empezando por su esposo y compañero vital, Juan Ignacio de Mesa; sus hijas, Lara y Ana, sus nietos y familiares le acompañarán a recoger este título que la hace aún más toledana y del que ella presume. «He disfrutado, hemos sufrido, pero ha sido siempre muchísimo más cálido y alentador de lo que parece», afirma Inés, de su gestión al frente de esta empresa familiar, que cuenta con 52 trabajadores, llegando a los 104, entre personal fijo y discontinuo en campaña.

Insiste en que ha sido un honor haber presidido una empresa cuyo máximo hito ha sido la calidad y tener la responsabilidad de hacer un buen producto. «Los ciudadanos nos han considerado siempre su confitería de toda la vida y eso implica que nosotros también nos sintamos obligados a intentar hacerlo bien», repite para reconocer que siempre hay cosas en las que se pudo haber equivocado, «pero hay un equipo de gente sin la cual yo no hubiera podido recibir este galardón y eso me hace feliz».

«Llevo 50 años en Toledo y, aparte de defender un producto como propio, he defendido la ciudad en la que he vivido, que me ha aportado todo y en la que he disfrutado muchísimo», confiesa, para recordar que aquí han nacido sus hijas, su compañero vital y marido, que es un apasionado por Toledo. «Al final esas pasiones se comparten», manifiesta.

Inés, una mujer amable, abierta y generosa, rememora sus inicios al frente del obrador. Fue su suegra, Ángela Ruiz Caballero, la que la animó para que se encargara del negocio familiar. Ella, profesora de Lengua, pidió una excedencia y tomó las riendas de la confitería. «Dejé las clases, probé y me encantó». Y desde ese momento fue la cara visible y la encargada de modernizar Santo Tomé. Como muestra de su carácter y personalidad, con una gran solvencia a la hora de enfrentarse a los problemas y con la convicción de que siempre hay una forma de poder hacer las cosas, la frase que todavía algunos de sus trabajadores recuerdan es: «Yo no me preocupo, me ocupo». Mítica en la empresa porque ella misma hacía equipo. «Busqué siempre ayuda para, entre todos, avanzar», dice quien ocupa el cargo de consejera.

Durante su gerencia -recuerda Inés- se llevaron a cabo las reformas del obrador y de la casa central, en la calle Santo Tomé. Modernizó la imagen de la empresa de la mano de Alberto Corazón. Su trabajo y tenacidad hicieron que se cumpliera con una política de calidad y exigencia muy alta, obteniendo y manteniendo desde el año 2010 la certificación de ISO 22000 en Seguridad Alimentaria.

También comenzó el proceso de digitalización, con la creación de la página web y la inauguración de la tienda 'online' en 2010. Esta burgalesa, comprometida con la ciudad de Toledo y su patrimonio, impulsó la edición del libro de Miguel de Baeza 'Los cuatro libros del arte de la confitería. 1592', una referencia en el mundo de la confitería, pero del que sólo existían dos ejemplares en el mundo.

Además, favoreció que Santo Tomé fuera reconocida en varias ocasiones con premios y menciones de honor y la dedicación por parte del Ayuntamiento de Toledo del Callejón del Alarife, donde se sitúa actualmente el obrador, a la labor de más de 160 años en la ciudad de Toledo. En 2015, coordinó el equipo que se formó para la elaboración de la estatua de mazapán más grande del mundo, consiguiendo la certificación de Guinness World Records en 2016.

Inés reconoce que el producto que sale de la confitería Santo Tomé es 100% artesano. «Solo de mazapán hacemos 40 toneladas al año, 20 de ellas en la época de Navidad», confiesa, para incidir en que la fórmula es la misma: un 57 por ciento de almendra, un 40 por ciento de azúcar blanco y el 3 por ciento restante de miel.

La proyección de la empresa ha permitido que hoy cuenten con cuatro establecimientos en la capital regional: en Santa Teresa, en la plaza de Zocodover, en la calle de Santo Tomé y el 'brunch', especializado en alergias y celiaquías, una apuesta de futuro. Será quizá por esta visión de futuro que empresarios, políticos, jugadores de fútbol, escritores, y personalidades de diferentes instituciones han sucumbido a las delicias que salen del obrador.

«Los nuevos responsables serán los encargados de mantener el negocio y de la venta directa al cliente, no al por mayor ni en grandes superficies», vaticina Inés, que se prepara para vivir uno de los días más felices, junto a sus seres queridos. Recoger un título que ya la hace sentir «más toledana».