Francisco Cerro señala que las cárceles son «catedrales de esperanza de vidas que buscan recomenzar»
El arzobispo de Toledo, junto internos, funcionarios, voluntarios y seminaristas, celebró en el centro penitenciario Ocaña I el Jubileo de los Presos. El acto fue organizado por la Pastoral Penitenciaria de la Archidiócesis y la dirección de la cárcel, dentro del Año Jubilar de la Esperanza
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Toledo
Los muros del centro penitenciario Ocaña I se transformaron este sábado en un espacio de fe y reconciliación. Con motivo del Jubileo de los Presos, el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro Chaves, presidió una celebración que convirtió la cárcel en una auténtica «Catedral de la ... Esperanza». Internos, funcionarios, voluntarios, seminaristas, capellanes, músicos y representantes de instituciones civiles compartieron una jornada marcada por la misericordia y la fraternidad.
El acto fue organizado por la Pastoral Penitenciaria de la Archidiócesis de Toledo y la dirección del Centro Penitenciario Ocaña I, dentro del Año Jubilar de la Esperanza convocado por el Papa Francisco y que culminará el Papa León XIV, como un tiempo de reconciliación, reconstrucción personal y justicia social.
Durante la homilía, el arzobispo ofreció un mensaje profundamente humano y pastoral. «Hoy Ocaña I se convierte en la Catedral de la Esperanza, no de piedra, sino de vidas que buscan recomenzar, de corazones que buscan misericordia», expresó ante los internos. «Cada uno de vosotros, aunque marcado por errores y caídas, es hijo amado de Dios. Él no se cansa nunca de perdonar. Su amor no conoce límites y tampoco muros», añadió.
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El arzobispo subrayó que la misericordia de Dios no tiene fronteras. «Nosotros tenemos límites: nuestras heridas, nuestros fallos, nuestros miedos. Pero Dios no los tiene. Su misericordia es infinita y está presente aquí, entre vosotros, recordándonos que ninguna vida está perdida y que siempre es posible un nuevo comienzo», aseguraba el primado de España.
También quiso destacar la figura de la Virgen de la Merced, patrona de los presos, como símbolo de paciencia y esperanza. «Ella nos sostiene cuando creemos que nuestras cadenas nos definen, nos acompaña como madre que nunca se cansa de esperar. Incluso en la oscuridad hay luz, incluso en la desesperanza hay camino».
Para el arzobispo, el Jubileo «nos invita a mirar nuestra vida con los ojos de Dios, a reconciliarnos con nosotros mismos, con los demás y con Él. Nos recuerda que el Evangelio no es solo palabra, sino acción, servicio y cercanía a los más vulnerables», señaló.
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En el corazón de esta jornada estuvo el trabajo de la Pastoral Penitenciaria de Toledo, coordinada por Jesús Guzmán, capellán de Ocaña I y párroco de Dosbarrios, con el apoyo de Manuel Mellado, capellán de Ocaña II y párroco de Ocaña. Su labor abarca desde la asistencia espiritual y el acompañamiento personal hasta la organización de talleres, celebraciones y apoyo emocional a los internos.
Voluntariado
Los voluntarios y voluntarias son el pilar cotidiano de esta acción pastoral. Acompañan de manera constante a los internos, preparan actividades educativas, recreativas y culturales, y son testigos de la esperanza que florece incluso tras los muros. El arzobispo quiso reconocer su labor al afirmar que la Pastoral Penitenciaria «es la Iglesia que toca vidas, devuelve esperanza y hace visible que Dios sigue actuando donde parece que nada florece. Allí donde otros ven paredes, nosotros vemos caminos; allí donde hay silencios, escuchamos oraciones; allí donde hay heridas, llevamos consuelo y luz. Los voluntarios son la extensión tangible de esa misericordia».
También participaron seminaristas del Seminario Mayor San Ildefonso, quienes colaboran habitualmente en la pastoral penitenciaria, aportando cercanía y acompañamiento espiritual a los internos, y aprendiendo en primera persona el sentido evangélico del servicio. La Cofradía de la Santa Caridad estuvo representada por Fernando Redondo Benito, Mayordomo de Finados, reforzando la conexión histórica de la institución con los más desfavorecidos.
El capellán de la prisión de Ocaña I, Jesús Guzmán subrayó que «la Santa Caridad encarna la misericordia de la Iglesia a lo largo de los siglos«. «Su compromiso con los presos y con los más desfavorecidos nos recuerda que la fe se traduce en acción, en acompañamiento y en justicia social. Juntos, pastoral penitenciaria y Santa Caridad construyen puentes de esperanza donde otros solo ven muros», argumentó.
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La celebración incluyó la participación de los internos, que realizaron lecturas, oraciones y ofrendas. La música corrió a cargo del coro parroquial de Dosbarrios y de la banda de cornetas y tambores Nuestro Padre Jesús Nazareno' de la misma localidad, cuya intervención aportó solemnidad y emoción a la jornada.
La dirección del centro, encabezada por Zoraida Estepa, colaboró activamente en la organización junto al Ayuntamiento de Dosbarrios y los voluntarios de la pastoral penitenciaria, garantizando que el acto se desarrollara en un clima de respeto, orden y fraternidad.
En su mensaje final, el arzobispo recordó que el Jubileo de los Presos «nos interpela a vivir el Evangelio con más autenticidad, a amar a los pobres, a los últimos, a los que la sociedad olvida. Nos recuerda que la fe se hace creíble cuando se traduce en cercanía y servicio».
Citó también al Papa Francisco, quien enseña que «ninguna persona deja de ser hijo de Dios por sus errores» y que «el Señor está entre los muros, con los que han caído, porque su misericordia baja hasta el fondo y levanta siempre». Por su parte, el Papa León XIV —continuador del Jubileo— ha señalado que este camino debe ser un referente para construir desde hoy un futuro más justo, reconciliado y lleno de esperanza.
La Pastoral Penitenciaria de Toledo hizo un llamamiento a nuevos voluntarios y voluntarias que deseen acompañar, escuchar y sembrar esperanza entre los internos. «No se trata de hacer grandes cosas, sino de estar cerca, porque estar cerca es la clave del Evangelio», recuerdan sus responsables.
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