Peregrino de esperanza
El arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, considera que «la opción por los pobres» ha sido una de las claves del pontificado de Francisco. Y, junto a ella, su preferencia por las periferias, «entendidas no solo como espacios geográficos, sino también como lugares existenciales, donde tantos hermanos nuestros sufren sin que nadie les preste atención y ayuda»

Ha muerto el papa Francisco, pastor conforme al Corazón de Cristo y testigo vivo de su misericordia, un regalo que, en tiempos de dificultades y de grandes crisis, el Señor ha ofrecido a la Iglesia y al mundo. Yo creo que estas son las claves ... de un pontificado que ha abierto las puertas de la Iglesia para que el aire fresco penetre hasta el fondo y sea cada vez más «casa de acogida» y «hospital de campaña».
La primera clave de su pontificado nos la dio el propio Papa cuando, unos días después de su elección como sucesor de Pedro, en un encuentro con periodistas, reveló que uno de los cardenales electores, el arzobispo emérito de Sao Paolo, el cardenal Claudio Hummes, «un gran amigo», al abrazarlo tras su elección, le dijo estas palabras: «No te olvides de los pobres». Y aquellas palabras, según confesó, penetraron en él y le hicieron pensar en Francisco, «el pobre de Asís», que supo ser instrumento de paz en un mundo convulso. La opción por los pobres ha sido, sin duda, una de las claves del pontificado de Francisco. Y, junto a ella, su preferencia por «las periferias», entendidas no solo como espacios geográficos, sino también como lugares «existenciales», donde tantos hermanos nuestros sufren sin que nadie les preste atención y ayuda.
La segunda clave nos la ha ofrecido el propio Papa casi al final de su pontificado, cuando, hace unos meses, nos regaló su última encíclica dedicada «al amor humano y divino del Corazón de Cristo». «Su corazón abierto –escribió– nos precede y nos espera sin condiciones, sin exigir un requisito previo para poder amarnos y proponernos su amistad: 'nos amó primero' (1 Jn 4,10). Gracias a Jesús 'nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído' en ese amor (1 Jn 4,16)». Esta es la razón primera y el fin último del ser y del vivir cristiano. De ella brota aquella opción por los pobres y la preferencia por las periferias.
Y, entre ambas realidades, entre el amor humano y divino del Corazón de Cristo y la opción por los pobres, discurre la tercera clave del pontificado de Francisco: la comunión, cuyo sentido eclesial se plasma en la llamada a la sinodalidad, en cuanto vínculo que conforma la vida y la acción pastoral de la Iglesia.
Ha muerto el papa Francisco, pero nos ha dejado la puerta abierta a la esperanza.
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