Mientras, otra persona le birlaba del asiento del copiloto el bolso, donde la víctima tenía llaves, su teléfono móvil, tarjetas bancarias, dinero y documentación, entre otros efectos. Instantes después, Mari Paz volvía a subir a su automóvil, circulaba unos metros y, al mirar al asiento del copiloto, se daba cuenta de que su bolso había volado.
Los delincuentes sacaron 2.900 euros en seis extracciones en el cajero automático de una entidad financiera en Cabañas de la Sagra, a 20 kilómetros del supermercado. Ocurrió solamente unos minutos antes de que la víctima lograra anular con su banco, por teléfono, la tarjeta que utilizaron. Pero Mari Paz lo consiguió al segundo intento, y entre uno y otro los ladrones extrajeron el dinero.
Fuentes policiales señalan a ABC que es una variante del timo de la siembra, que consiste, por ejemplo, en tirar un billete al suelo y quitar a la tarjeta bancaria de un cajero automático cuando la víctima lo recoge.
Mari Paz presentó esta tarde una denuncia en la comisaría de la Policía Nacional en Toledo, donde le informaron de que «está habiendo casos todos los días» en aparcamientos y alrededores de supermercados y centros comerciales de la ciudad.
Anuló con urgencia sus tarjetas bancarias, pero deberá renovar los documentos que tenía en su bolso, cambiar todas las cerraduras de acceso a su casa y comprar otro teléfono móvil, además de tratar de recuperar los 3.000 euros que le han robado de su cuenta bancaria.
De la conductora, la víctima solamente recuerda que hablaba con acento sudamericano y llevaba las uñas de porcelana muy largas y con dibujos. Al compinche ni lo vio.
Según fuentes policiales, en la capital de Castilla-La Mancha también se están dando casos del hurto amoroso. Esta técnica de robo consiste en que los ladrones se acercan a sus víctimas, principalmente personas mayores, con excusas para luego abrazarlas y sustraerles sus pertenencias.
También sigue proliferando el viejo timo del tocomocho. Un estafador aborda a la víctima diciéndole que tiene un billete de lotería premiado y que no puede cobrar. El delincuente le ofrece venderle el boleto por menos dinero del que corresponde al premio y, con la ayuda de un segundo ladrón (gancho), lo convence para que entregue dinero y/o joyas.
Con su denuncia pública, Mari Paz quiere alertar a sus conciudadanos y su marido reclama la instalación de cámaras municipales de seguridad en la entrada de la urbanización. Las que hay sobre dos farolas, que no han entrado en funcionamiento aún, sirven para medir la calidad del aire. «Hoy me ha tocado a mí, pero mañana puede tocarle a cualquier vecino», advierte Mari Paz apenada.
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete