Fallece a los 95 años Julián Simón Braojos, el maestro damasquinador más veterano de Toledo
El artesano, referente del damasquinado toledano y padrino de la coronación canónica de la Virgen de la Estrella, dedicó más de siete décadas a preservar uno de los oficios más emblemáticos de la ciudad
J. Guayerbas
Toledo
Toledo despide a uno de sus últimos grandes maestros del arte del damasquinado. Julián Simón Braojos ha fallecido a los 95 años de edad, dejando tras de sí una vida entera consagrada al oficio que mejor representa la tradición artesanal toledana.
Considerado el ... damasquinador más veterano y longevo de la ciudad, Julián Simón fue, además, padrino de la coronación canónica de la Virgen de la Estrella del Arrabal, una devoción muy arraigada en el corazón popular de Toledo, con la que mantenía un estrecho vínculo.
El pasado 4 de octubre, pese a su avanzada edad, participó emocionado en la procesión triunfal del décimo aniversario de aquella coronación que tanto significó para él.
Nacido en Toledo en 1929, Julián Simón comenzó en el mundo del damasquinado con solo 16 años, de la mano de su hermano Luis, quien regentaba un taller en la calle del Instituto junto a los maestros Ricardo Peces y Mariano Moraleda. Aquel fue su primer contacto con el arte de incrustar hilos de oro y plata sobre el hierro, una disciplina en la que destacó por su precisión, su constancia y su profunda vocación.
En una entrevista publicada por la Fundación Damasquinado de Toledo, señalaba lo siguiente. «Mi hermano me dijo un día: «¿Te quieres venir con nosotros?» y le contesté que sí. No me equivoqué», recordaba el maestro.
Durante más de siete décadas, Julián Simón dedicó su vida al damasquinado, trabajando cada jornada con la serenidad del que entiende su oficio como una forma de vida. En su habitación del centro donde residía en Burguillos, aún conservaba su mesa de trabajo, sobre la que continuaba creando piezas únicas con el mismo pulso firme de siempre.
En junio de 2023, la Fundación Damasquinado de Toledo le rindió un merecido homenaje en el Centro Cultural San Clemente, en reconocimiento a toda una vida dedicada al arte y a la transmisión de un saber que hoy lucha por no desaparecer. Su testimonio, recogido entonces, revelaba tanto la pasión como la preocupación de un artesano consciente de la fragilidad de su legado.
Para Simón, la clave del futuro del damasquinado pasaba por la educación, la protección institucional y la difusión cultural. Defendía la necesidad de etiquetar y diferenciar las piezas hechas a mano de las fabricadas por máquinas o mediante electrólisis, convencido de que solo así podría mantenerse el valor artístico y económico de un trabajo que requiere años de aprendizaje y dedicación.
A lo largo de su vida, el maestro defendió también la declaración del damasquinado como Bien de Interés Cultural (BIC) en Castilla-La Mancha, primer paso, decía, para que pudiera aspirar a ser reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, tal y como sucedió con la cerámica de Talavera de la Reina.
Toledo pierde hoy a un hombre bueno, un maestro de manos sabias que encarnó la esencia de una ciudad que siempre ha brillado entre oro y acero. Con su fallecimiento, se apaga una de las últimas luces de una tradición milenaria, pero su ejemplo, su humildad y su amor por el oficio perdurarán como el oro que él supo grabar sobre el hierro.
Descanse en paz, don Julián Simón Braojos, maestro damasquinador de Toledo.
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