ENTREVISTA

Lorenzo Silva: «La España contemporánea es el edificio más sólido construido en nuestra historia»

'MAZAPANOIR' TOLEDO

El guardia civil más famoso de la literatura española, Rubén Bevilacqua, llega este viernes Toledo, a las 19.00 horas, a la Biblioteca de Castilla-La Mancha con 'Mazapanoir', junto con su creador, Lorenzo Silva, que presenta 'La llama de Focea'

Lorenzo Silva posa con su nueva novela, 'La llama de Focea', en sus manos Carlos Ruiz

El guardia civil más famoso de la literatura española, Rubén Bevilacqua, visitará este viernes Toledo. Llegará a las 19.00 horas al salón de actos de la Biblioteca de Castilla-La Mancha con motivo del festival de género negro y policíaco 'Mazapanoir', y ... lo hará acompañado de su creador, Lorenzo Silva (Madrid, 1966), que acaba de escribir la última de sus historias en su novela 'La llama de Focea' (Destino).

Acompañado por Teresa Cardona, la también autora de otra pareja de guardias civiles literarios, como son la teniente hispanoalemana Karen Blecker y el brigada José Luis Cano, con su nueva novela 'Un bien relativo', Lorenzo Silva presentará la última aventura de Vila, como es conocido su subteniente de la Unidad Central Operativa (UCO) del Instituto Armado.

En 'La llama de Focea', el personaje protagonista de la serie policíaca de Silva tiene que investigar la aparición del cadáver de Queralt Bonmatí, una joven barcelonesa de familia pudiente que aparece asesinada en un paraje idílico del Camino de Santiago. La peculiaridad de este caso es que el padre de la víctima, Ferran Bonmatí, es un expolítico y empresario vinculado al independentismo catalán que, a su vez, está en el radar de la justicia por sus oscuras actividades en apoyo del 'Procés'.

Esta historia llevará a Rubén Bevilacqua desde Lugo hasta Barcelona, la ciudad a la que llegó en los días del sueño olímpico, donde vivió acontecimientos que removerán su corazón y su memoria y que en el otoño de 2019 verá incendiarse con la llama de una rabia que viene de lejos. Una llama a la que no era ajena la víctima, una veinteañera díscola que, tras revolverse contra los suyos, hacía el Camino de Santiago para encontrar su propio lugar.

-No sé si tiene triscaidecafobia. Lo digo porque 'La llama de Focea' es la decimotercera novela de la serie protagonizada por Bevilacqua. No vaya a ser que le pase algo. En cualquier caso, ¿no le dará vértigo o pena cuando tenga que despedirse de su personaje más famoso?

-Todavía no pienso despedirme de él. Me quedarán, por lo menos, tres novelas, y seguramente alguna más. Digamos que llevamos un largo camino juntos y que ya tenemos los dos más pasado que futuro, pero mientras haya vida, queda partida.

-¿Hay más vida en este género más allá de Vila? Aparte de Manuela Mauri, que comparte con Noemí Trujillo, ¿habrá otros personajes? ¿Quizá Virginia Chamorro o el hijo de Bevilacqua?

-Hay bastantes personajes en la serie y cuando Bevilacqua se retire, seguirá en activo. Esta es solo una posibilidad, porque hay otros, empezando por su compañera, la sargento Chamorro, y acabando por su hijo. Pero, como decía antes, tampoco tengo un plan cerrado, sinceramente. Esta es una forma de repartirme cartas y ya veré las que juego en el futuro.

-Bueno, no nos adelantemos a los acontecimientos. En 'La llama de Focea', aparte de investigar el asesinato, cuando está haciendo el Camino de Santiago, de una joven, hija de un empresario que apoyó el 'Procés', Bevilacqua vuelve a reencontrarse con sus fantasmas del pasado -en 'El mal de Corcira' con los años del plomo en el País Vasco y esta última con los que pasó en Cataluña-. ¿Se sirve Lorenzo Silva de su personaje protagonista para rendir cuentas o hacer propósito de enmienda?

-Bueno, no. Lo que he intentado es que el personaje tenga una biografía y que ésta sea compleja y tenga acontecimientos suficientemente interesantes, como la de muchos guardias civiles que pasaron por eso, que tuvieron una vida bastante movida. Esto es algo que me gusta porque, en cierto modo, Bevilacqua es un «héroe viajero» y el viaje es parte de su historia. Me parecía interesante acercarme tanto a País Vasco como a Cataluña y a momentos concretos, como los peores años del terrorismo de ETA o la Barcelona olímpica de 1992, para ver también los cambios producidos desde entonces hasta ahora.

El escritor Lorenzo Silva, en uno de los tramos del Camino de Santiago Carlos Ruiz

-En alguna entrevista suya ha dicho: «La historia de España está llena de atajos y, por eso, ha sido desastrosa». ¿Ejemplifica el 'Procés' esta afirmación y cree que se ha aprendido algo de lo sucedido?

-Lo que ha habido en la historia de España ha sido unos cuantos tomadores de atajos y muchos de ellos han fracasado, pero otros, lamentablemente, se han salido con la suya. Las sociedades no evolucionan de una manera razonable, armónica y ni siquiera justa a través de esos atajos «mágicos», pero estos suelen ser más cuentos de brujo y de brujas. Por eso, creo que este último experimento al que asistimos con el 'Procés', en el que alguien quería transformar una realidad compleja de una manera simple, y burda en muchos aspectos, ha terminado donde suelen parar este tipo de empeños. Y más, cuando sucede en un país que ya no es tan precario como el que se encontraron otros aventureros que hemos tenido en el pasado. La España contemporánea es el edificio más sólido que hemos acertado a construir a lo largo de nuestra historia, en términos de comunidad, justicia, solidaridad, … Y echar esto abajo no era tan fácil como alguno se pensó.

-Sin embargo, en la novela indaga y reflexiona sobre el origen del sentimiento independentista catalán. Supongo que habrá recibido muchas críticas de uno y de otro lado. Pero no sé si hay alguna que le haya dolido o, por el contrario, no les da importancia.

-Las críticas de una novela no te pueden doler porque, entonces, no deberías dedicarte a este oficio, que consiste en escribir textos para el público, y éste tiene el derecho legítimo de rechazarlos y hasta de irritarse con ellos. La verdad es que alguna crítica he recibido con este libro, tanto de un extremo como del otro, es decir, de personas que están en el independentismo más exaltado y de otras que están en el 'anticatalanismo' más furioso. Unos me dicen que el relato peca de aversión al independentismo, lo cual no es cierto en mi caso ni en el de Bevilacqua tampoco. Yo discrepo y, además, no le niego la legitimidad que tiene como ideología a defender por los cauces democráticos, aunque el separatismo no me parece el mejor camino para Cataluña. Y, por el contrario, otra gente dice hay una excesiva comprensión o humanización de los separatistas, como he llegado a leer. Es que los independentistas no son extraterrestres, son seres humanos. Al final, yo me quedo con las opiniones mesuradas de lectores, algunos incluso desde el independentismo, que me agradecen la delicadeza y el respeto que muestro. Pero es que yo siempre intento escribir desde el respeto.

-Al igual que en 'El mal de Corcira' homenajea a Tucídides, en 'La llama de Focea' hace lo propio con Herodoto. ¿Sirve el mundo clásico para entender muchos hechos del presente?

-Sirve de mucho porque muchas historias se repiten, no exactamente igual, pero sí de manera análoga. A mí esto me parece sugerente, ya que leí en un artículo que algún ideólogo independentista reclamaba como hecho diferencial catalán el tener ascendencia cultural griega, como si los catalanes fueron los únicos habitantes de la Península Ibérica esta peculiaridad por las colonias griegas en Ampurias (Gerona). Por supuesto, esta tesis no la comparto, ya que todos los europeos occidentales somos herederos de la Grecia clásica. En cualquier caso, esa idea me parecía interesante como punto de partida para una reflexión porque, además, los griegos que llegaron a Cataluña fueron los de Focea, que fue una polis de Asia Menor cuya historia es ilustrativa en muchos sentidos. En sus inicios tuvieron una aventura exitosa, ya que atravesaron el Mediterráneo y fundaron colonias, pero finalmente cayeron en manos de los persas, cuando su población se dividió entre los que se sometieron y los que no, que terminaron dedicándose a la piratería y al saqueo. Por lo tanto, su alma era dual, como la de todos. Por un lado, eran comerciantes y emprendedores y, por otro lado, Herodoto se dio cuenta de que tenían muy malas pulgas.

-Y como de homenajes va la cosa, también hace un guiño al añorado Domingo Villar, ya que Vila está leyendo su primera novela, 'Ojos de agua'. ¿Qué significó para usted este gran autor que compartía género con usted?

-Para mí, era uno de los grandes autores del género y, además, era un buen amigo. Se fue cuando yo estaba escribiendo este libro y, la verdad, esa referencia no podía no estar ahí. Cuando me pongo a escribir esta novela, Bevilacqua va a Galicia y, encima, viaja en avión a Vigo, la ciudad de Domingo y de su personaje Leo Caldas, no podía no hacerle un homenaje. Además, cuadraba que Vila, que no es muy de leer novela policíaca, y menos contemporánea, si hay un autor español que apreciaría, ese sería Domingo Villar y, por eso, le metí su obra 'Ojos de agua' en su mochila.

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