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Diego de Palafox

La magia de la ópera encanta al público toledano

La gente, con sus aplausos sostenidos, obligó a saludar en varias ocasiones a la compañía

El espectáculo cuenta con un vestuario fastuoso, imaginativo, muy vistoso y bien contextualizado Opera 2001

Título: La flauta másgica . Autor: W. A. Mozart . Director musical: Martin Mázik . Directora de escena: Roberta Mattelli . Director artístico:  Luis Miguel Lainz . Intérpretes: Solistas y Coros de Opera 2001 . Orquesta de la Ópera de Massy . Escenografía:  Alfredo Troisi . Vestuario:  Sartoria Arrigo . Lugar: Auditorio El Greco. Toledo .

¿Quién dijo que la ópera era elitista? El Auditorio El Greco, en Toledo, cubrió su aforo de novecientas localidades ante la llamada de un título conocido, «La flauta mágica», de un autor magnético, Mozart, y una compañía, Ópera 2001, que resuelve su trabajo con mucha dignidad. Claro que hay que tener en cuenta que esta obra fue un espectáculo creado por Mozart para el pueblo y por ello quitó la pomposidad de los modelos de óperas más conocidos. Por esto y más esta es una de las partituras más queridas y populares del repertorio operístico universal.

Se comprende que esta actuaciones que circulan de escenario en escenario, no es posible un gran coro y que la orquesta, en un recinto tan inadecuado como el toledano, tiene que ordenarse casi en fila india con el director sobresaliendo por encima del nivel del escenario. No obstante, por encima de las circunstancias, esta fue una representación agradable.

Tamino,  Pamina, Monostatos, Sarastro, la reina de la noche, las tres damas, los tres niños, Papageno y Papagena llenaron de fantasía el escenario con una dramaturgia, libremente inspirada en la serie «Stargate», que fusionaba la prehistoria, el antiguo Egipto, elementos medievales y barrocos con seres futuristas de ciencia ficción. Pero lo escenográfico no desvirtuó en modo alguno la historia que ideó Mozart y, desde luego, la consabida música fue la que debía ser. Incluso los espectadores más conspicuos pudieron interpretar como simbología masónica algunos elementos escenográficos, como el gran triángulo central con su especie de ojo en medio (de todos es sabido que Mozart era masón y que «La flauta mágica» es la pieza musical de más perfecta construcción masónica que existe).

La producción echó el resto en un vestuario fastuoso, imaginativo, muy vistoso y bien contextualizado a los periodos históricos que se querían hacer notar. La escenografía, compuesta de elementos estáticos y algunos movibles semejaba un templo egipcio con sus grandes columnas y esculturas, era funcional y facilitaba la composición de las diferentes escenas.

Musicalmente estuvo correcta en la orquesta y un poco desigual en las voces, en general, bellas y bien timbradas, aunque alguna con poco volumen Opera 2001

Es también importante conocer que esta ópera, además de uno de los compendios canoros y musicales más sublimes de la historia, es una verdadera pieza teatral de enorme modernidad. Diríamos que el texto es una especie de cuento infantil pero que lleva a la reflexión al adulto . Pero no es una moralina, pues los sentimientos y valores que se ensalzan los podemos reducir a la bondad y la belleza. Y, si pensamos en masón, hay que destacar que la verdad es patrimonio del conocimiento; y que es la maldad y el desconocimiento lo que genera falsedad. Y, por encima de todo, podemos apreciar el amor en su inocencia como única fuerza capaz de vencer y superar la dualidad humana del bien y el mal. Si quisiéramos sacar una conclusión hoy de «La flauta mágica», acaso debiera ser la de que la verdad debe brillar siempre como el sol y no hay que esconderse tras la luna para disimular la insatisfacción o la pura sandez.

Musicalmente estuvo correcta en la orquesta y un poco desigual en las voces, en general, bellas y bien timbradas, aunque alguna con poco volumen. Destacables fueron las de los dos españoles del elenco, el tenor Santiago Sánchez , en el papel de Tamino, y la del barítono Javier Galán , que, además de cantar muy bien su Papageno, que es el personaje más carismático de la obra, lo interpretó con una vis cómica muy del gusto del público, como pudo apreciarse al final de la función, siendo el más aplaudido. Excelente estuvo también Francesca Bruni como Pamina, que se expresó con un contenido lirismo. La reina de la noche dejó ver su coloratura en las arias de un personaje tan apreciado por las sopranos. Sarastro, muy aplaudido, estuvo muy equilibrado y potente con sus notas graves. En conjunto, fue una representación muy digna, bien llevada por el director, Martin Mázik, que, además de conducir bien a la orquesta, supo estar en todo momento muy al lado de los cantantes.

La ópera fue del gusto de la gente que, al final, con sus aplausos sostenidos, obligó a saludar en varias ocasiones a la compañía.

Espero que tome nota la gerencia del Patronato del Teatro de Rojas y, lo mismo que tiene una programación de ciclos clásico y moderno a lo largo de la temporada, podría ingeniárselas y crear un ciclo de ópera y zarzuela, que pudiera centrarse en los meses de enero y febrero, por ejemplo, en los que suele haber pocas oferta y utilizar más el auditorio del Palacio de congresos El Greco, puesto que la gente, cuando se la llama, responde, como se ha visto con esta «Flauta mágica» y con otras actuaciones de zarzuela y ópera salpicadas a lo largo del año.

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