A Hawái se va nadando, en bici y corriendo
Javier Corroto, bombero en Toledo, acaba de aterrizar de Lanzarote, donde en el Ironman ha sido 18º (tercero de su categoría) y se ha clasificado para el Mundial. «Lo único que me duele son las uñas de los pies», asegura
Superman Corroto
Toledo
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Iniciar sesiónEl jueves, recién aterrizado de Lanzarote, donde se ha pegado una paliza que a cualquiera le tendría atado a la cama un mes, como poco, Javier Corroto (Gálvez, 1981) aseguraba: «Me encuentro bien. Lo único que me duele son las uñas de los pies, ... pero muscularmente estoy recuperado». Y cuenta que otras veces fue peor, que hubo algún pequeño percance. Como cuando en Mallorca sufrió una caída con 167 kilómetros de bici encima y a falta de 13 para dejarla y ponerse a correr. O como cuando en Cervia (Italia), en el mar Adriático, había una plaga de medusas y le picaron en la cara «y casi muero». Literalmente. «Se me cerró la glotis y dejé de respirar. Por fortuna, todo estaba muy bien organizado, me metieron en un 'hospitalito' que había en la playa y me pusieron de todo», recuerda.
Corroto, de 42 años, es bombero en el Consorcio de Toledo, en el parque de la capital. El sábado 18 de mayo compitió en el Ironman de Lanzarote, que los expertos califican como el más duro del mundo, sobre todo por el viento, y lo terminó en el puesto 18 (tercero en su grupo de edad). Tardó nueve horas, 40 minutos y 42 segundos en nadar 3,8 kilómetros, dar pedales a la bici durante 180 kilómetros y, de postre, correr un maratón (42 kilómetros y 195 metros). El premio es que por primera vez ha obtenido plaza para el Mundial y el próximo 26 de octubre estará en la línea de salida de Hawái (Estados Unidos).
Aunque en el sector de la natación se retrasó un poco, con la bici movió los vatios planeados (los vatios son la energía que gasta cada cual), «notaba que las piernas las tenía muy frescas» y al final completó el maratón en menos de tres horas, que ya es una marca muy respetable para quien se dedique sólo a correr. «El peor momento fueron los últimos 12 kilómetros», explica. Le molestaba el estómago y las uñas de los pies le hacían daño al chocar con las zapatillas. «Tenía muchas ganas de beber agua sin estar moviéndome, algo tan sencillo como eso», desvela.
Pese al magnífico resultado, el triatleta toledano cree que aún puede mejorar. ¿Cómo? «Bajando unos minutos en la natación, metiendo más vatios en la bici y corriendo sin dolor de pies». Parece fácil. La natación es lo que peor se le da y correr donde más brilla. De hecho, en Lanzarote fue progresando del puesto 105 al salir del agua al 53 al dejar las dos ruedas y al 18 en meta.
Este último ironman lo ha preparado en dos meses y una semana. Este año «ha sido un poco raro al no poder entrenar lo que quería por una oposición interna». Para llegar en óptimas condiciones va «aumentando la carga» y dice que «debe haber una evolución»: de 10-12 a 20-22 horas semanales conforme se acerca la prueba. Corroto calcula que ha habido semanas con 13.000 metros de natación, 400-450 kilómetros en bici y unos 100 de carrera a pie.
Y al contrario que la mayoría de deportistas de cierto nivel, no sigue ninguna dieta. Come lo que le apetece. No ingiere carne, pero sí hamburguesas vegetales, pizzas, pasta, helados y hasta dónuts. «Me gusta el dulce», confiesa. En cambio, en un ironman se alimenta mediante geles; «es todo líquido y están disueltos en agua». Añade que hay que comer mucho en la bici para que esa energía sirva después como reserva.
Su trabajo, eso sí, juega un papel fundamental. Hace guardias de 24 horas y dispone de tiempo suficiente, cuando no está con el uniforme, para entrenar. «Si no fuese bombero, no podría hacerlo o lo haría a un nivel inferior», admite.
'Superman' Corroto cree que «se necesita tener muchas ganas, ser cabezota y saber que va a haber momentos en los que vas a estar muy bien y otros en los que vas a querer retirarte». También considera que «es peor entrenar que competir» porque «el día a día se hace duro». En su caso, destaca como virtud el que «soy constante y psicológicamente fuerte». Sin embargo, guarda el defecto de que «como la cabeza me diga que no, que no, paro».
Al Mundial de Hawái irá sin objetivos de clasificación, pensando en «disfrutarlo». Además, se quiere quedar 10-15 días con la novia en este archipiélago del Pacífico y, lejos del profesionalismo de otros deportes, tendrá que costeárselo de su bolsillo. Sale a 4.000 ó 5.000 euros por persona. Sin patrocinadores a la vista, la buena noticia es que faltan cinco meses para tratar de encontrarlo.
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