educación
El colegio San Lucas y María de Toledo busca voluntariado para mantener viva su comunidad de aprendizaje
El único centro público del Casco histórico impulsa un modelo educativo basado en la cooperación entre docentes, familias y vecinos
Colegio San Lucas y María: 40 años formando a los futuros ciudadanos del Casco de Toledo
ABC
Toledo
El Centro de Educación de Infantil y Primaria San Lucas y María, el único colegio público del Casco histórico de Toledo, ha lanzado un llamamiento a la ciudadanía para incorporar nuevas personas voluntarias que permitan sostener su proyecto de comunidad de aprendizaje, ... una iniciativa que desarrolla desde hace años y que ha transformado la vida del centro y del barrio.
«La ilusión de estas personas hace realidad nuestros sueños. Sin ellas, la comunidad no puede continuar. Animo a la gente a que forme parte de este proyecto comunitario tan transformador para toda la comunidad y para el barrio», señala la jefa de estudios, Elena Cabeza, en alusión al papel esencial que desempeñan quienes colaboran de manera desinteresada en las distintas actividades del colegio. «Para ser voluntario no hay requisitos: cualquier persona interesada en colaborar puede aportar su granito de arena», asegura.
Las comunidades de aprendizaje parten de un principio fundamental: la educación es una tarea colectiva. En ellas, las familias, el profesorado y el resto de la comunidad se convierten en agentes activos del proceso educativo, sin que el docente pierda su rol. El voluntariado potencia las interacciones entre el alumnado, mejora la convivencia y contribuye a un aprendizaje más inclusivo.
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El colegio San Lucas y María desarrolla varias actuaciones de éxito que requieren la implicación directa de voluntarios y voluntarias, como los grupos interactivos, las lecturas de pasillo o la biblioteca tutorizada.
Aprender compartiendo
Con los grupos interactivos, las clases se abren a la participación de las personas voluntarias, que apoyan una dinámica de trabajo en la que los contenidos académicos se imparten en formato lúdico. El objetivo es que los niños y niñas aprendan a compartir, ayudar y colaborar, desarrollando habilidades para la convivencia y la inclusión.
Las lecturas de pasillo ofrecen un espacio de encuentro más personal ya que el alumnado sale de clase para leer en voz alta junto a una persona voluntaria, reforzando la confianza y el gusto por la lectura.
La biblioteca tutorizada, por su parte, se desarrolla dos días a la semana fuera del horario escolar ordinario. En ella, los participantes reciben apoyo para realizar tareas, consolidar aprendizajes y fomentar la lectura compartida en un entorno de respeto y diálogo.
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A lo largo de los años, decenas de personas han formado parte de esta red solidaria que une generaciones y experiencias diversas. Entre ellas están Sara, Mari Cruz y Julio, tres voluntarios que coinciden en señalar que el proyecto ha cambiado también su propia manera de mirar la educación y la vida en comunidad.
Sara Merino, madre de una alumna, destaca el valor humano de esta experiencia. «Ser voluntaria me permite ver de cerca el esfuerzo y la progresión del alumnado con el que trabajo. Es muy enriquecedor y me hace sentir parte de esta comunidad», sostiene.
Asimismo, Mari Cruz Caballero comparte ese sentimiento de pertenencia. «En este colegio se imparte enseñanza para formar personas. Empecé porque me lo comentó una amiga que trabajaba en el centro y ahora no lo cambiaría por nada». En este sentido, su mensaje es claro: «Invito a participar a todas las personas que quieran poner ese granito de arena para que tengamos un mundo más amable y más justo. Merece la pena. La infancia necesita esa atención».
Un modelo que transforma
Julio Ugena, otro de los voluntarios veteranos, subraya la filosofía que guía este modelo educativo: «En las comunidades de aprendizaje, la competitividad entre el alumnado queda fuera. Sería bueno extender este modelo a otros niveles educativos, porque necesitamos una sociedad más comprometida, más solidaria y menos competitiva».
Las palabras de quienes participan en el día a día del colegio resumen el espíritu de un proyecto que va más allá de las aulas. En el San Lucas y María, la educación se concibe como un proceso compartido, en el que cada gesto cuenta y cada persona suma.
El centro busca ahora ampliar esa red de colaboración que ha permitido construir, con el tiempo, un auténtico sentimiento de pertenencia en el Casco histórico. «Con el voluntariado se recibe más de lo que se da», repiten quienes ya forman parte de esta comunidad educativa que sigue demostrando que aprender juntos también transforma el barrio y la vida.
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