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«Lo más importante de las funerarias en la pandemia ha sido el sacerdocio con las familias»

José María y Lorenzo, gerentes de funerarias: «Vemos la luz al final del túnel desde hace un par de meses»

José María San Román, en el cementerio de Toledo Reportaje gráfico de H. Fraile

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«En el mundo funerario hay una cosa importante que aprendí de mi padre: una parte es negocio, pero otra, la más importante, es sacerdocio. Tú estás jugando con un ser querido y tienes que hacer una parte de sacerdocio. Saber tratar, saber cómo apoyar al hijo, al esposo o a la mujer que ha perdido un ser querido. Y eso lo hemos hecho muy bien durante la pandemia. Hemos cuidado a la gente porque yo creo que era nuestra obligación». José María San Román está muy orgulloso de los 25 trabajadores de su empresa , José María San Román Servicios Funerarios, que acaba de cumplir 175 años. «Algunos retrasaron sus vacaciones», subraya, por el ingente número de fallecidos en las épocas más duras de la pandemia. «No había casi servicios judiciales; era todo covid».

Llegaron a tener 25 servicios diarios al principio de la crisis sanitaria y humana, lejísimos de una situación normal. «Nadie estaba preparado para lo que nos llegó y tuvimos que reciclarnos, contratar gente, tomar las medidas apropiadas para que nuestro personal trabajara con todas las medidas de seguridad. Nadie de la funeraria se ha contagiado ni tampoco hemos tenido una baja laboral. Mis colaboradores no han tenido miedo, pero sí respeto, mucho», afirma el empresario, que extrae otra lección: «Cuando uno pierde un ser querido, tú cuentas tu historia al funerario, y ellos han sido un poco el psicólogo de muchas familias» .

En una conversación telefónica de 50 minutos, José María repite hasta cuatro veces un recuerdo grabado: «Una señora me contó que llevó a su marido enfermo de covid al hospital, lo dejó en Urgencias y le dijo: ‘Ve dando los datos de la tarjeta sanitaria, que voy a aparcar el coche’. Y ya no volvió a verlo vivo».

«El abrazo que no pude dar»

Tampoco se le va de la memoria la gente que preguntaba si podía despedirse de su ser querido «y tener que decirles que no; sobre todo, convencerlos de que no se podía. Pero no porque no quisiéramos, sino porque estaba prohibido y, ante todo, por su seguridad».

Se le flexiona la voz al evocar a esas personas a las que entregaban las cenizas de su familiar después de la incineración. «Te decían: ‘Éste es el abrazo a mi padre o a mi madre que no le pude dar’. Y eso es bonito. Cogían las cenizas, las apretaban y lloraban».

Cementerio de Toledo

José María gestiona el tanatorio de Toledo, al cincuenta por ciento, junto con Nueva Funeraria. Su gerente, Lorenzo Hernández , está convaleciente en casa por un contratiempo de salud y no puede acudir a la sesión de fotografía en el cementerio de la ciudad, aledaño al tanatorio.

«Ahora vemos la luz al final del túnel desde hace un par de meses» , coincide Lorenzo con José María. «En enero y febrero fueron unos meses muy fuertes. Desde abril, estamos por debajo de lo normal en nuestra media de trabajo, que es de tres servicios diarios», desgrana el director de Nueva Funeraria, con catorce trabajadores en plantilla y en la que tampoco ha habido bajas laborales por el covid. «En la época fuerte de pandemia llegamos a tener entre 8 y 10 difuntos cada día y tuvimos que ampliar la plantilla. Era un caos y los entierros no eran como los habituales -explica-. No era un plato de buen gusto trabajar así, pero no quedaba otro remedio que hacerlo. Ibas al cementerio con el fallecido y no había misas ni nada. Planificabas los entierros mejor que ahora, porque sabías que eran cinco minutos. Era todo mucho más rápido, ahora estamos en la plena normalidad».

«Tengo 46 años y trabajo en esto desde los 19. Nunca pensé que iba a ver lo que vi. Ni en mis peores sueños imaginé ver ese caos. Los hospitales hacían su trabajo como podían y nosotros, como nos dejaban», resume Lorenzo, que alaba su plantilla, «gente profesional y con experiencia». José María subraya: «El mérito ha sido de todos los trabajadores de los servicios funerarios de la provincia y de la región. Los profesionales en el sector funerario han dado el do de pecho. La gente depositó la confianza en los funerarios, que tienen el reconocimiento de casi todos los ciudadanos. Eso es lo mejor que nos ha quedado».

El Día de Castilla-La Mancha de 2021, el 31 de mayo, se concedió una medalla de oro extraordinaria a las miles de personas que estuvieron en primera línea en el confinamiento; treinta colectivos, entre los que estaban las empresas y los trabajadores de las funerarias. «Ese agradecimiento fue una satisfacción para todos ellos porque se lo merecían; los funerarios eran el último eslabón de la cadena» , remarca José María.

Dos mujeres en el camposanto de la capital de Castilla-La Mancha

«¿Que si pasamos miedo? Con los compañeros lo comentaba. Es muy difícil que la persona fallecida te transmita algún virus. Hay que ser realista», asevera Lorenzo, que gestiona diez tanatorios en la provincia de Toledo. «Cuando a un fallecido lo preparabas con dos sudarios estancos y la caja precintada, era muy difícil contagiarse -explica-. El miedo era por el trato con la familia. Una persona fallecida por covid debía de haber tenido contacto con los familiares».

Imágenes de féretros

Sobre la publicación de fotografías de ataúdes en los medios de comunicación durante la crisis, José María lo tiene claro: «Si no te afectaba directamente, te daba igual. Se concienciaban quienes perdían un ser querido. Quien lo ha vivido y le ha tocado sí se concienciaba. Es como cuando vas por la carretera, ves un accidente, levantas el pie del acelerador, pero a los pocos kilómetros se te ha olvidado. Parecía que el bicho no te afectaba si no te había tocado».

José María San Román junto al busto de su padre en el tanatorio de Toledo

Lorenzo opina que los medios de comunicación no quisieron difundir imágenes de féretros. «Lo sacaron dos veces», cifra. « En los grupos de WhatsApp de funerarios sí se veían fotografías. Si esas imágenes se hubieran visto, posiblemente mucha gente se habría concienciado más y habría tomado medidas», añade el gerente de Nueva Funeraria, a quien le costará olvidar «la frialdad con la que tenías que hablar a las familias por las restricciones. Era difícil explicárselas. Era difícil decirles que dos familiares entraban y dos se quedaban en la puerta del cementerio, aunque había gente que echaba el paso para adelante y pasaban».

Ahora trabajan más los trámites por internet y han aumentado exponencialmente las incineraciones por la pandemia, durante la que José María y Lorenzo han dicho adiós a varios amigos y a muchos conocidos.

Pero el covid les ha dejado enseñanzas. «En el mundo funerario, estábamos más preparados de lo que pensábamos -responde José María-. Hemos aprendido a tratar mucho mejor y con más consideración a las familias;nos hemos puesto en su piel. Y ese asesoramiento psicológico que no había lo hemos hecho nosotros . No tenemos estudios en psicología, pero sí el conocimiento». Y Lorenzo ha extraído otra lección: aprovechar el tiempo. «He aprendido -dice- a disfrutar más de mi gente, de mi casa».

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