ARTES&LETRAS CASTILLA-LA MANCHA
María Antonia Ricas, la 'lectora' aventajada de las pinturas de Beato
Se publica ‘Buscando el tono’, un libro donde el color y la luz de las pinturas recrean la realidad poética
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Iniciar sesiónAcaba de salir al mercado editorial ‘Buscando el tono ’, de la poeta toledana María Antonia Ricas y el artista Eduardo Sánchez-Beato , reconocido pintor toledano miembro fundador del Grupo Tolmo en 1971. Después de ‘Aprendiendo el lenguaje de los ... pájaros’, escrito durante los largos meses de pandemia en un íntimo diálogo poético con las aves de su azotea, Ricas se sumerge ahora en los dominios de la pintura, como ha hecho en otras ocasiones con artistas como Hooper, Mark Rothko...o el mismísimo Greco.
El libro, editado por Celya, consta de cuarenta y un poemas de la autora y cuarenta y dos imágenes del pintor, dos voces hermanadas desde aquellos 16 años en que ambos coincidieron como maestros en el colegio de la localidad toledana de Recas y la poeta comenzó a admirar la obra del artista.
‘Buscando el tono’ aún conserva el ‘vuelo’ de su poemario anterior, «las aves siguen estando ahí —explica la autora—, pero aquí hay más estructura poética en el sentido estricto del término , ya que el anterior era fundamentalmente prosa poética».
En las últimas Navidades, Beato envió a sus amigos por whatsapp un cuadro suyo a modo de felicitación del año nuevo, «un cuadro maravilloso, lleno de color y de fuerza; y entonces le dije que cuánto me gustaría escribir sobre su pintura. Y él me dijo, pues hecho, y me empezó a mandar a través del correo electrónico pinturas de diferentes años y perspectivas y, aunque su estilo es inconfundible y así ha permanecido a lo largo de los años, sí ha variado la temática, la mirada a la realidad, y en esta última época está haciendo abstracto», explica la poeta.
Abstracto, como la pintura que aparece en la portada y que lleva por título ‘Buscando el tono’, como el libro.
De los cuadros que le enviaba el pintor, Ricas seleccionaba aquellos que «le hablaban» ; es decir, «el cuadro que hablaba, con él entraba en diálogo, eran cuadros que podía leer, y en los poemas hablo varias veces de leer a Beato» . ¿Pero cómo se puede leer una pintura? Ricas ríe y trata de explicar que «leer un cuadro es interpretarlo, t enerlo como pretexto para interpretar la realidad».
En todo lo que escribe María Antonia Ricas la pintura tiene un lugar muy destacado, «es como una ayuda para hablar de la realidad, de lo que me rodea, pero a través de la mirada de Eduardo. A eso le llamo yo leer». Y es que «expresar lo que existe es una tarea infinita», como dijo el filósofo M. Merleau-Ponty, pero lo mejor será leer un poema de Ricaspara comprenderlo:
Cuando lo negro se transforma
en un nido de luz
-hay una luz ovípara,
emplumada- leo a Beato,
beateo saltando insulsas
vanidades
y aparece un planeta nuevo
al que hay que dar un nombre
y a lo que existe en él, liviano
o plomo.
Me crezco, entonces, me saturo:
soy muy capaz de perseguir
el amarillo, zigzagea,
verdea anaranjado, el blanco...
Qué rápidos y suaves
al tacto, qué silvestres.
Leo a Beato, busco el tono
y llega el color de la luz
para hacerme sagrada.
Sé que Cézanne está sentado
con su barba a mi espalda.
No sabe María Antonia Ricas si en otra vida le hubiera gustado ser pintora, pero es muy consciente de que «me encuentro a gusto con la pintura, como si viera mejor las cosas a través de ella. Para hablar del Tajo, yo necesito una pintura del río Tajo; es como un vehículo para poder recrear la realidad y me encuentro muy protegida cuando escribo si la pintura está cerca; es como un pretexto . Y me da igual que sea una pintura figurativa, realista, simbólica o una abstración...si sé leerla, si me llega, me impulsa a escribir».
En el libro aparecen obras de Beato desde los años 70 del siglo XX hasta este 2021, pero sin orden cronológico. Por ellas, la poeta va ‘buscando el tono’, la palabra, el verso, la emoción, el concpto, la idea, la realidad . Y para ello, dice que los mismos títulos de los cuadros de Beato le han servido de ayuda, especialmente en los menos figurativos.
El hilo conductor del libro son los propios poemas, pero hay algo que lo recorre de fondo, y ese algo son el color y la luz . «Son tan luminosos, tienen tanta fuerza... Igual que pasa con Cézanne, que no buscaba la luz sino la luminosidad a través del color. Y a Beato le pasa lo mismo».
No sabe muy bien por qué ese ‘buscar el tono’, quizá el de la luz...o el tono de la propia poesía: «como digo en el poema, el tono que a mí me gusta, el nivel que tú quieres alcanzar, y que conecta con el sentimiento, con la música también ». La propia poeta reconoce que es difícil de explicar.
El artista Eduardo Sánchez-Beato tiene su estudio en la urbanización San Francisco. «Le admiro muchísimo porque es un pintor muy capaz de generar ideas, conceptos, y sobre todo porque se sabe las reglas de la pintura. Para saltarse las reglas hay que sabérselas, y en poesía también. Es un maestro, un dibujante magnífico, con esa gran creatividad que también llevaba a sus clases en el colegio» .
Añade Ricas que hay algo que le une mucho a Beato, y es ese cuestionarse « ¿por qué todo tiene que ser racional en la poesía, por qué no jugar con el lenguaje o con la pintura? ».
¿Y si el arpa del ángulo
oscuro prefiere precipitarse
al agujero negro
del salón que los muertos suelen
frecuentar con sus rimas?
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