‘Afotando Toledo’: la rutina diaria de José Hernández que surgió hace 8 años como un reto

Así surgió, hace justamente ocho años, su desafío de publicar cada día en redes sociales una fotografía hecha por él. «He oído muchas veces que la gente recorre en autobús Toledo, Ávila y Segovia en un día. Pero yo soy bolo y todavía me sorprendo al ver lugares que no conocía », admite el toledano, quien firma como José Herfer en sus redes sociales. Pero no es de origen alemán, como creen muchos de sus seguidores, sino que su sobrenombre es más prosaico: un acrónimo de sus apellidos, Hernández Fernández.

Con una cámara reflex Nikon, comenzó a publicar fotografias en internet bajo el título ‘Afotando Toledo’. «Sí, sé que está mal dicho y lo he tenido que explicar varias veces –cuenta–. La idea me la dio mi amigo Andrés, un vacilón que salía a la calle a ‘afotar’».

ABC localiza a este entusiasta de la fotografía en el Valle buscando un ángulo que en verano se llena de vegetación. Desde allí quiere retratar por enésima vez uno de los cascos viejos más bellos de Europa por dentro y también desde fuera.

Su primera imagen fue, precisamente, una panorámica del histórico promontorio desde el Valle, al otro lado del río Tajo, que José repitió el pasado jueves como homenaje a aquella primera vez. «Si uno ve sólo esa preciosa vista, no puede decir que ha visto Toledo», lamenta José.

Con esa manía de publicar una foto cada día, ya suma casi 3.000 publicadas. Y podían haber sido algunas más, pero estuvo dos veranos descansando durante quince días. En uno de ellos, en el que también desconectó el teléfono móvil, llegó a la ciudad Hetter, una señora de Sudáfrica que se enamoró de Toledo gracias a las fotografías de José . Su seguidora preguntó por él (el señor Herfer) en la oficina de turismo, pero nadie supo darle referencias. Y Hetter, con la que se escribe a diario, regresó a su país sin conocerlo en persona.

A sus 50 años, José trabaja en algo que no tiene que ver con su pasión. Lleva casi media vida como operario en una multinacional francesa, Laboratorios Servier, que fabrica principios activos de medicamentos. Dependiendo del turno (mañana, tarde o noche), sale luego a fotografiar su ciudad. Aunque él es más de madrugar, cuando no han puesto todavía las calles.

Se pierde por el casco histórico y por sus alrededores acompañado muchas veces de un enigmático e instruido amigo, «familiar de un político cuyo nombre no puedo desvelar», zanja.

Cada instantánea que luego publica en su blog y en su página de Facebook va acompañada de un texto explicativo amplio, algo que le agradecen sus cientos de seguidores con sus mensajes. «Me siento orgulloso y abrumado a la vez, porque yo soy muy vergonzoso y muy aburrido», dice entre risas nerviosas.

Pero, además de halagos, ha tenido que soportar insultos. Por ejemplo, que lo llamen facha por publicar fotografías del alcázar, uno de los monumentos más representativos de su ciudad. Aunque siempre ha encontrado el apoyo de su mujer, Elena, y sus dos hijos, Inés e Iván, «que me dejan hacer lo que me gusta».

Eso que le fascina empezó a difundirlo sin firmar sus trabajos porque no tenía ninguna pretensión. Pero fue otra víctima más de los ladrones de fotografías que cabalgan por las redes sociales, con lo que sus instantáneas ya llevan su sello: José Hernández. Un tipo que transmite bondad y que se relaja con la fotografía, una pasión que le permite hacer feliz a mucha gente. «Esa es mi misión –dice–; no busco más».