Fotoversos

tras la cristalera del Café donde me encuentro

y girar sobresaltado. Esperar

que tu imagen se perdiera en el gentío

para perderme yo también

entre estas voces cansinas

que hablan. Que hablan.

Y aquí me tienes, insistiendo

en estos versos que, ya te dije,

son sólo tuyos. Ah, otra vez

el miedo a lo cierto me inmoviliza.

Me asusta tanto como las tormentas

de verano siendo niño. O la soledad oscura

de un cuarto oscuro. Tal vez

por tratarse de un mismo miedo,

de un mismo hastío, tiene sentido

esta pequeña monumentalización.

Sé que si me vieras nada te extrañaría.

Sé la imagen que de mí guardabas.

Y eso, viejo, es lo más importante.

Ahora que ya no estás aquí

para que, en días como estos,

tan raros, simplemente me acompañes

un rato.