Casa Robie

Lo aparentemente sencillo es lo más difícil de conseguir: Lloyd retomó la sabiduría de los artífices del abismo (Cuenca, Tibet) y los cálculos solares de los canteros góticos y los arquitectos mayas (el sol da de menos a más entre el verano y el invierno). Ver sin ser visto, fue otra condición de Robie. Los vidrios coloreados ayudaron a ello. Permanece no obstante esa sensación de fragilidad y apertura que hace a las mansiones americanas tan propicias para el cine de terror y de suspense y acaso expliquen el gran éxito universal del género.

Como toda gran obra humana tuvo sus detractores. A punto de demolerla estuvieron en un par de ocasiones. Le reprochaban su aspecto, «barco de vapor» la llamaban, que no pegaba con el entorno babélico de Chicago. Y su falta de rentabilidad. Con 90 años, tuvo que defenderla y salvarla su viejo autor, consiguiendo que fuese declarada Sitio Histórico Nacional.