El bajo caudal del Tajo destapa la realidad de un río contaminado
La senda ecológica se convierte en el paseo de la vergüenza. El escaso caudal saca a la luz la acumulación de residuos como toallitas y mobiliario abandonado
El río Tajo se quedó el martes casi sin agua en Toledo: en solo tres horas pasó de 30 a 13 metros cúbicos por segundo
Javier Guayerbas
Toledo
Un segundo y nuevo cartel recuerda en la playa del río Tajo que está prohibido el baño. Una decisión que se remonta a la circular número 48 que la Dirección General de Sanidad publicó el 18 de mayo de 1972, como también recoge este ... cartel que el Ayuntamiento ha instalado junto a la ducha de agua corriente en la playa prohibida.
De aquella primera prohibición han pasado ya 53 años, más de medio siglo de maltrato a un río Tajo que languidece. Si el pasado martes los ciudadanos asistían atónitos a una bajada repentina del caudal, que dejó el río casi sin agua pasando en tres horas de 30 a 13 hectómetros cúbicos por segundo, este fin de semana la situación no es mucho mejor.
El agua corre bajo los puentes de Alcántara y San Martín, pero lo hace sin la cantidad y la calidad que la Justicia ha reconocido para el río hasta en seis sentencias. El bajo caudal muestra la realidad de un río Tajo contaminado que ha sacado a la luz lo que arrastra en las crecidas y lo que esconde en su lecho.
La senda ecológica se ha convertido en el paseo de la vergüenza de un río agónico en Toledo. El agua se abre paso entre estertores y decadencia en un entorno medioambiental que es único, un espacio que las administraciones local y regional han tenido siempre en su hoja de ruta con inversiones para convertirlo en una vía de escape y tranquilidad a escasos metros del bullicio y del turismo de masas del Casco Histórico, proyectos que una y otra vez fracasan porque el atractivo principal, el río, no remonta.
Para comprobar que el caudal no es ni mucho menos el de otros veranos, basta con avanzar desde la Barca de Pasaje hacia el puente de San Martín y fijarse en los desfiladeros de la ermita de la Virgen de la Cabeza. El curso del agua ha marcado en la roca los niveles históricos del río. Este fin de semana se pueden leer más de cuatro y cinco líneas por encima de la lámina de agua, incluso en varias zonas de la senda ecológica se ve el fondo de sedimentos arrastrados.
Caminando por la ribera del río es fácil toparse con escombros, la fuerza de las últimas crecidas el pasado mes de marzo dejó, además de la playa, varios destrozos en el pavimento, en el mobiliario, en las conducciones de agua que aún hoy siguen al descubierto, en los forjados de los embarcaderos y en las zonas de descanso y merenderos, aunque desde el Ayuntamiento se ha hecho un esfuerzo para remediar estos contratiempos, la imagen en determinados puntos es dantesca.
Toneladas de toallitas
Las toneladas de toallitas y otros residuos arrastrados por el agua forman grandes alfombras ensuciando la vegetación habitual de la ribera. En ese tapiz se puede averiguar la dirección que meses atrás tomó el agua, buscando siempre el río. Son toallitas, papeles, plásticos y todo lo que puedan imaginar que el ser humano es capaz de tirar por el inodoro. Residuos que contaminan y que cubren grandes zonas de la senda ecológica, procedentes, en parte, de los desagües y grandes tubos de hormigón por los que corre agua sucia.
En este pseudo vertedero de la ribera también hay mobiliario. Una mesa permanece inerte rodeada en un mar de toallitas secas a escasos metros del cauce, mientras que en el río se suceden residuos como bidones y otros recipientes que medio sumergidos sirven de entretenimiento a los peces y aves que conviven con la basura como si se tratase de un nuevo ecosistema instalado en el río Tajo desde hace décadas sin que las Administraciones tomen cartas en el asunto más allá de sus constantes y reiteradas buenas palabras, pero siempre vacías de acción.
«La bajada del caudal del Tajo en Toledo tiene que ver con el negocio de las hidroeléctricas»
María José MuñozEntrevista con Miguel Ángel Sánchez, presidente de la Red del Tajo
A estos residuos provocados por la acción humana se suman los que el río trae en sus crecidas. Rocas de grandes dimensiones y vegetación que han formado a la altura de los Baños de Tenerías una especie de pasarela que casi permite a los viandantes cruzar el río de una a otra orilla, y unos metros más adelante, se puede comprobar mejor que nunca, dado el escaso caudal, el mal estado de conservación de la presa del puente de San Martín. Este salto de agua, también conocido como el azud o molino de Santa Ana, se ve interrumpido a escasos metros de la orilla, la corriente se lo llevó en septiembre de 2023, tras la dana.
La sensación de abandono acompaña en este paseo donde las papeleras han sido víctimas del vandalismo o de la acción del río, soterradas en arena y escombros, mientras que acceder al aula de la naturaleza en el ya mencionado molino de Santa Ana es complicado por la acumulación de maleza. Un espacio cerrado que antaño tuvo vida como punto de encuentro para trasladar a los escolares de Toledo la importancia del río Tajo y el respeto al entorno medioambiental.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete