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Alma. Revista Mensual de Literatura. Un efímero reto periodístico (1927)
Un proyecto avivado por jóvenes deseosos de aceptar el futurismo, ofrecer nuevas estéticas y otro «modo de ver las cosas»
La historia de la revista 'Alma' de Toledo, en imágenes
TOLEDO
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Iniciar sesiónEn el primer tercio del siglo XX, Toledo vivió, con distinta suerte, un flujo de periódicos y revistas adscritas al clima político de la Restauración, la Dictadura y la República. Nacieron sugestivas publicaciones gráficas, boletines de todo tipo y cabeceras de corta vida sobre ... historia, arqueología, teatro, artesanía, folclore, humor, turismo o los toros. Dentro de este grupo de volátiles intentos podemos añadir Alma. Revista Mensual de Literatura. De ella tan solo se sabía su existencia gracias a una aislada mención en El Practicante Toledano, en 1927, sin tener más referencias. Ha sido en el Archivo Municipal de Toledo, en la colección de Luis Alba, donde se han conservado y catalogado los números 1, 2 y 4, correspondientes a los meses de abril, mayo y agosto del citado año.
La historia de la revista 'Alma' de Toledo, en imágenes
Rafael del Cerro MalagónUn efímero reto periodístico de 1927
Fue una modesta aventura periodística, con vocación de modernidad, dedicada a la creación literaria, el arte, las ciencias, medicina, publicidad... Tuvo un formato tipo álbum, algo inusual en la prensa. Las portadas mostraban un renovado diseño con la rotulación y los dibujos que firmaron J. Cases o R. Caballero. Seguían tres o cinco páginas con anuncios de todo tipo. El núcleo contenía textos, fotografías o dibujos, ocupando doce páginas o veinticuatro, como tuvo el número de agosto, cuyo precio era de 50 céntimos, frente a los 35 de los anteriores. Nuevos anuncios llenaban las últimas hojas y la contraportada. La revista se imprimió en el taller de Sebastián Rodríguez, en la calle de Santo Tomé, 23.
Redacción y principios
La dirigió el joven Emilio Lucas Sanz que, al mismo tiempo, entre 1927 y 1928, regentó un estudio fotográfico en la plaza de la Ropería, 10. Domicilio también de la redacción de Alma, además de existir una delegación en Madrid, en la calle Magdalena, 8 y 10. Emilio era sobrino del afamado fotógrafo Pedro Lucas Fraile (1865-1921), instalado en Zocodover, e hijo de Emiliano Lucas Fraile (1868 -?) que ejerció la misma profesión, separadamente de Pedro y con menor éxito, en las calles de los Pascuales y Alfileritos. A la vista de referencias en la prensa, sabemos que Emilio, siendo adolescente, probó suerte como autor teatral. En noviembre de 1923 estrenó en el Rojas Los arlequines lloran, obra que no refrendó X, crítico de El Castellano, al estimar la escasa práctica del escritor.
La plantilla de Alma contaba con Francisco Alejo Sáez como secretario, con R. Diaz Alejo en la crítica de arte y Federico Peco, encargado de la administración y la sección de ciencias. Figuraron como redactores Benigno Alonso, Fantomas,El Conde Imperio, Juan José de Lascasas y Enrique Cuenca Cabello. Se deduce que A. Torre del Campo y Rodolfo Doménech estaban en Madrid donde entrevistaban a celebridades de las letras o la escena. En el número 4, se mencionan dos corresponsales, Ximénez de Guevara en Nueva York y, en París, Luzyarte, en realidad Fernando Ruiz Luciarte, artista residente en Montparnasse, afecto a las vanguardias que pasó por Toledo en noviembre de 1926.
Alma brindaba al lector artículos «de los primates en la Literatura, en la Poesía y en la Ciencia». En las intenciones editoriales estaba descubrir «un nuevo Toledo, desterrando los clichés manidos y estereotipiados». Prometía ser «el trampolín» desde donde se lanzaría «la semilla de la idea evolucionadora». Proclamaba: «si eres joven, síguenos (…), y te enseñaremos los maravillosos fuegos artificiales de la edad presente (…). Si tus cabellos peinan la nieve de las canas», no muestres desdén o indiferencia, «llegamos con un programa: queremos descubrir el ritmo de mañana».
Secciones y firmas
En la lista de colaboradores pueden leerse los nombres de quienes enviaron escritos, hicieron declaraciones a la revista y los autores cuyas obras eran citadas. Así, en la sección Páginas del Breviario Toledano, asomaron las palabras de «amantes de la ciudad». Entre otras, las del conde de Romanones, las del pintor Valentín de Zubiaurre y las de la actriz francesa Marcelle Geniat, de la compañía de J. Sarment, aprovechando una gira por Madrid. Jacinto Guerrero expresó su apoyo a las publicaciones que, como Alma, elogiaban Toledo. El profesor Ángel Vegue Goldoni apeló a sus habitantes para que estimasen más el valor cultural de la ciudad. El pintor toledano Enrique Vera, lamentó el marasmo que apreciaba en Toledo mientras las artes plásticas se renovaban en Europa, como era la obra de Picasso.
La literatura recibió mayor atención en sus distintos géneros. El interés hacia el teatro lo demostró el propio director de Alma, publicando en cada número un «boceto de farsa» que, respectivamente, tituló: Muñecos…, Frivolina y Diablura. Además, hubo una sección, El arte nuevo en el Teatro, con declaraciones del actor Juan Santacana, del ya citado Jean Sarment y del celebrado comediógrafo Pedro Muñoz Seca, al que, el colaborador que firmaba como Fantomas, le catalogó como autor de vanguardia.
La revista consiguió breves textos de renombrados personajes del momento. Así publicaron un poema y un texto de Valle-Inclán titulado Compostela: Toledo. De Azorín fue una carta valorando el arte escénico en España y del periodista y académico, Antonio Zozaya, una reflexión: Mezquitas y Sinagogas. Se recurrió a las greguerías de Ramón Gómez de la Serna y poemas del periodista Juan J. Díaz Morales, del argentino Alberto Ghiraldo, de Manuel Serrano López, Xavier de Vergara y Francisco Machado. Éste último, hermano de los afamados Antonio y Manuel, era subdirector de la Prisión Provincial de Toledo conocido también por sus inquietudes literarias. Firmaron textos de opinión El Conde Imperio, el periodista Rodolfo Domenech y la escritora, feminista y traductora, Remée de Hernández (Remée Hernández Galán). Entre las reseñas de libros, recogieron El jardín de los frailes, de Manuel Azaña, y del periodista del diario El Sol, Luis Bello, el Viaje por las escuelas de España que, en 1926, había dedicado a la provincia de Toledo.
Alma, a pesar de recordar a los lectores la «ayuda entusiasta y decidida» de «escritores consagrados» y el compromiso para abordar «materias trascendentales», no logró sobrevivir con los ingresos de las ventas, las suscripciones y la publicidad. La revista estaba alejada de la estancada mesocracia local, por eso se lamentaba: «Toledo se nos muere de viejo». Fracasado el proyecto, sus miembros frecuentarían luego los ambientes literarios madrileños. Así, en 1928 se anunciaba la posible salida de El Telón, revista semanal de teatro y cine promovida por Ramos García, Lucas Sanz y Díaz-Alejo. En 1929, los dos últimos, según El Heraldo de Madrid, escribieron Ya suenan los claros clarines, obra alusiva a la pasada guerra europea. En los años treinta, Lucas Sanz registró letras de canciones, alguna con música del maestro toledano Emilia Cebrián. Sabemos que mantuvo vínculos con el mundillo del espectáculo y ejerció como agente comercial. Falleció en Madrid en 1985.
Maestro, profesor de Secundaria e inspector de Educación. Doctor en Historia del Arte. Investigador especializado en la fotohistoria e imagen de la ciudad Toledo
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