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«Este premio significa mucho sacrificio, mucho estudio, y mucha vida detrás»

El Festival de Cine «Ciudad de La Solana» rinde este año homenaje a la actriz toledana por su esfuerzo de años en el mundo de la interpretación

RHODELINDA JULIÁN

Conserva esa vitalidad con la que se dio a conocer en televisión siendo muy joven. Su papel de «Gertru» en «Médico de Familia» ocupa un lugar especial en la carrera de Lola Baldrich, aunque uno de los trabajos con los que se siente más a gusto es el que realiza ahora en la serie «Amar en Tiempos Revueltos». Han pasado 17 años entre ambos papeles y, en medio, varias películas, más series y, sobre todo, una destacada carrera teatral. Un gran recorrido profesional que será premiado el próximo 17 de diciembre en el Festival del Cine y del Vino en La Solana (Ciudad Real).

—¿Qué siente cuando un festival de cine como el de La Solana premia toda su carrera?

—El hecho de premiar toda una carrera significa que hay una vida detrás, que espero esté, al menos, por la mitad. Y también hay mucho esfuerzo, mucho sacrificio y mucho estudio. Estos homenajes que se hacen con el corazón de un pueblo como La Solana, emocionan mucho.

—Supongo que pensará que mereció la pena salir de Toledo...¿Cómo recuerda sus comienzos?

—Claro que mereció la pena apostar. Cuando lo decides no sabes lo que es ser actor, y yo decidí con 16 años estudiar Arte Dramático, pero tengo la sensación de que no me he equivocado. Es una profesión dura, pero al final reconozco que elegí bien porque sé defenderme ante los retos y cada vez me gusta más mi trabajo. Pienso que en esta sociedad la intuición no está muy valorada, yo valoro sobre todo los impulsos. Dice Pedro Salinas que conocerse es el relámpago, y hay que atreverse a dar el paso.

—Cuando premian a toda una carrera, ¿se piensa que está todo hecho, o todavía le queda algo por hacer?

—Me queda todo, desde seguir aprendiendo a seguir enseñando; y seguir apostando a todos los niveles en mi carrera, que se basa en lo teatral. Además, el teatro tiene mucho que decir ahora tal y como está el mundo.

—¿Qué papel le gustaría interpretar en teatro que aún no ha tenido la oportunidad?

—Más que un papel con un nombre determinado, me atrae hacer algo de Shakespeare. En realidad, lo que me gustaría es contar algo con un estilo, director u objetivo…, una manera de trabajar que me atrajera. Un papel que, con unas determinadas claves para construirlo, supusiera un viaje de investigación.

—¿Se considera especialista en algo dentro de la interpretación?

—Yo trabajo con mi voz, mi cuerpo, mis ojos, energía y emoción. Sí me considero más capacitada para facetas como el verso, el teatro de texto.

—Si tuviera que premiar uno de sus trabajos, ¿cuál destacaría?

—Hay papeles que son pequeños pero que sin embargo han sido un reto y una maravilla, y los ha visto poca gente. He tenido también papeles protagonistas, pero quedarme con uno sería traicionar a los otros porque todos son eslabones que componen una cadena, que es tu propia carrera y tu vida. Pero si tengo que elegir, elegiría el último, el que desarrollo en «Amar en Tiempos Revueltos». Es una mujer misteriosa, muy enigmática, con un pasado difícil y que apuesta por oscuras pasiones. Es un ejercicio de valentía, un guion importante para estudiar día a día, y un personaje que se va confeccionando sobre la marcha, que va evolucionando.

—Sin embargo, no tiene nada de oscuro el papel que la hizo tan popular, «la Gertru» de «Médico de Familia», un papel muy valorado y querido por el público.

—Sí, la verdad, fue un derroche de vitalidad, de energía, de positivismo, de calle, una tía que parecía que la podías ver bajando del metro y meterse en el centro médico. Recuerdo ese papel con mucho cariño porque hicimos historia en la Televisión y ser parte de eso es muy importante. Fue un personaje super claro, super buena gente, y eso gusta mucho hacerlo.

—Ha tenido la oportunidad de trabajar con Emilio Aragón, Jose Luis Cuerda, o en las series de más éxito en televisión. ¿Qué profesional ha influido más en su carrera?

—Emilio es para mí una baza importante, le conozco desde hace mucho años, confió en mí siempre —sigue confiando—, y cuando las cosas las hace una cabeza como él, humilde, sensible y generoso, aprendes mucho. Es un lujo estar en un equipo donde está Emilio Aragón.

—Tiene usted una dilatada carrera teatral. ¿Es animal de teatro?

—¡Es que el teatro es la madre del cordero! Es lo que cualquier actor tiene que aprender, la técnica en el escenario, la voz, el cuerpo, la concentración para desenvolverse en cine, en televisión y en cualquier sitio. Amo el escenario, me parece un templo sagrado donde mi energía, mis silencios y mi propuesta se eleva al máximo. En televisión o en cine, después de rodar varias secuencias, el director elige la que más le ha gustado, pero tú puedes pensar que estabas mejor en otra. En el teatro eres tú el último dueño de tu trabajo.

—Es usted de Toledo, de Castilla La Mancha, donde hay talento y nuevas iniciativas como el Festival de la Solana. ¿Cómo definiría lo que se hace aquí?

—En Castilla La Mancha hay mucho que decir todavía. Hay talentazos a nivel musical, a nivel de teatro, cine...Y lleva un buen camino de promoción, pero creo que los artistas manchegos deberían salir más de su cascarón.

—¿Hay un estilo manchego definido en las artes?

—Creo que la manera de ver la vida en esos campos de Castilla-La Mancha sí que da a cada cual una impronta, pero no sé si los anales de la Historia recogerán o no una época del arte que se va a poder llamar «castellano-manchega».

—¿Añora su vida en Toledo?

—Yo me fui de Toledo con 17 años, he pasado más tiempo de mi vida fuera que dentro. Allí viven mi madre y mis hermanas, y no hay mucha distancia entre Madrid y Toledo. Además, soy de esas toledanas que ya no viven en Toledo que cada vez que vuelvo me quedo embelesada con la belleza increíble de mi ciudad. Toledo es un escenario viviente y experimento una sensación de encanto al volver. Parece una escenografía colgada, y vuelvo a reencontrarme con mis raíces.

—En el Festival de La Solana se maridan cine y vino. ¿Cuál es su vino para degustar una buena película?

—Me he hecho más amante del vino con los años; se ve que con la edad gustan más los tragos fuertes. El Ribera del Duero es uno de mis preferidos, pero para ver una buena película me quedo con un vino de Castilla La Mancha; un airén deja en los labios un regusto por la vida.

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