Coronel Miranda, académico: «Ojalá no vuelva a haber nunca una guerra entre hermanos»
Observador privilegiado de la realidad toledana, el conocido historiador conversa con ABC
Coronel Miranda, académico: «Ojalá no vuelva a haber nunca una guerra entre hermanos»
Toledano «nato y neto», como él se define, José Miranda Calvo ha vivido la evolución de su ciudad a lo largo de 94 años. Sus diversas facetas —como académico de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, académico correspodiente en Toledo ... de la Real Academia de la Historia, coronel de Infantería o consejero vitalicio de los mozárabes de Toledo— le permiten reflejar en esta entrevista un mapa de Toledo a través de su propia vida.
-¿Qué lugar de Toledo representa mejor su faceta como historiador?
—La Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas, por la sencilla razón de que soy académico numerario desde 1972. En ella he volcado toda mi dedicación simultaneándola posteriormente con mis estudios universitarios cuyo culmen es la tesis doctoral que realicé sobre la venida de los árabes a España en el 711, que me valió la calificación de sobresaliente cum laude.
—¿Es su trabajo más repesentativo?
—En el orden histórico lo que preside es la tesis, pero tengo otras dos obras que me gustan mucho. Una son unas reflexiones militares sobre las comunidades de Castilla. Se ha entendido que el episodio de Villalar fue la primera revolución democrática en Europa y, desgraciadamente, no fue así porque ni el concepto de libertad y democracia en aquella epoca era el que se entiende en la actualidad y, sobre todo, porque el acompañamiento de acciones militares no correspondió en ningún momento con esa finalidad de proyecto político.
Importancia del Consorcio
—¿Esos trabajos subsanaron errores escritos en libros de historia?
—Exactamente. Es que, en mi modesta opinión, la mayor parte de la masa de historiadores no tienen en consideración el aspecto militar.
—En la ciudad de Toledo concretamente, ¿cree que aún faltan cosas por descubrir o subsanar?
—Yo creo que no.
—Sobre Patrimonio, ¿qué se está haciendo bien y mal en Toledo?
—Hoy por hoy tenenemos todos que reconocer que la sensibilidad histórico-artística que existe es muchísimo mayor, sin discusión alguna, que en periodos anteriores. La prueba es que haber concretado la realización del Consorcio es espectacular. Creo que hay una deuda de gratitud para con sus realizaciones. Por ese caracter toledano, un poco frío, tan tradicional, no consideramos muchas veces la valoración que se realiza en el Consorcio. Podrá discutirse si es más o menos acertada la plasmación arquitectónica que se realiza. De hecho, en el seno de nuestra Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas, a pesar de los acuerdos de colaboración que tenemos, discutimos y disentimos de los organismos oficiales, al margen de ideologías personales que podamos tener. En esa cuestión estamos todos unidos. Últimamente está siendo muy discutido el problema de la Vega Baja...
—Iba a preguntarle sobre ello.
—Sí, la prueba es que incluso la Real Academia es la que promovió la oposición al POM y es la que movilizó al resto de las Academias Nacionales en apoyo. Y luego, para qué vamos a contar más, el Toletum Visigodo y toda la realización de Vega Baja. Yo comprendo las necesidades urbanísticas de querer todos estar aglutinados lo más cerca posible del Casco. Por eso se quiere aprovechar al máximo lo más inmediato, tanto Vega Baja como La Peraleda. Pero todos sabemos los restos arqueológicos que se esconden debajo. De hecho, nuestro director anterior, don Ramón Gonzálvez, es el que ha puesto de manifiesto —con testimonios, al parecer, prácticamente seguros—, que debajo de La Peraleda se esconden los restos del que fue el monasterio más famoso de la época visigoda, en que se formó san Ildefonso.
—A pesar de las necesidades urbanísticas, ¿debería construirse o no?
—Ya veremos...
—¿Qué opinan en la Real Academia?
—Bueno, nosotros entendemos que lo primero que hay que hacer es, exahustivamente, realizar las prospecciones arqueológicas y cuando se vea de manera irrefutable que no existen o son de poca monta, que se declare. Pero lo que no se puede hacer es, por muchos intereses que existan, no dejar de cumplir hasta el final lo que debe hacerse. Aunque en el Toletum Visigodo, yo soy divergente en la concepción que se ha creído de considerar que en la zona de Vega Baja existía la zona palatina, porque los romanos se asentaron en Santa Cruz, y eso lo siguieron los visigodos. Su palacete es el área urbana que va desde el Alcázar a Santa Cruz porque los visigodos lo que querían sobre todo era defender la zona del Puente de Alcántara, porque allí cerca existía un vado. Reconozco que la zona del Toletum fue ocupada por los visigodos, hicieron instalaciones complementarias, que necesariamente hay que seguir investigando y propulasando. Pero de ahí a considerar que fue la efigie de la realeza, hay un abismo.
— Volvamos a la ruta por Toledo. Elija un lugar que sea especial en su trayectoria vital.
— El colegio de los Hermanos Maristas, donde yo entré en el año 22.
— No esta mal.. .
— (Se ríe) Sí, y luego, mi Bachillerato y el estudio de Magisterio, que en aquella época se realizaba en el edificio de la Diputación.
—Y como militar, ¿qué lugar de Toledo es el que más le representa?
—Indiscutiblemente, la Academia de Infantería. Porque por encima del complemento de mis facetas para perfeccionar mi vagaje cultural, tengo como verdadero orgullo el ser militar por encima de todo. Es mi faceta fundamental. El resto son complementos culturales, de ahí mis estudios de licenciatura en Derecho y ser doctor de Historia edieval.
—¿Fue alumno y profesor en la Academia?
—Como consecuencia de los hechos de 1936 fui primero oficial provisional y tras la guerra, que ójala no volvamos nunca a tener una guerra civil entre hermanos, independientemente de la campaña del 36 al 39 y de mi estancia en la División 250 en Rusia, pasé a la Academia como todos los que hemos querido ser oficiales profesionales en vez de provisionales. Tuvimos que pasar por las Academias de Transformación. A mi me tocó Guadalajara un año y medio. Cuando ascendí a capitán me vine a Toledo, a la Academia, y allí prácticamente he realizado todo. Tengo el orgullo de ser el coronel más antiguo de la plaza, no por edad sino por empleo.
—Tras el primer año de la inauguración del Museo del Ejército, ¿qué opinión le merece?
—Bueno, mi vinculación con el Museo es muy íntima, porque durante 15 años he sido el Coronel presidente del Patronato de Conservación del Alcázar. En esa colaboración tengo a gala haber realizado la recuperación de algunas salas que hoy se han constituido. Tengo que reconocer que la decisión de la superioridad, en tiempos del Gobierno de Aznar, sobre la venida del Museo a Toledo, fue la más adecuada y lógica, porque viene de muchos años atrás. La gente cree que fue cosa de Aznar, pero no. Desde antes de Primo de Rivera siempre se ha considerado que tenía que ser el Alcázar. Además, no existe comparción con Madrid, ya que cuando estaba allí el Museo, el máximo de visitantes que ha tenido no ha pasado nunca de 30.000 ó 35.000, nunca. Nosotros, aún sin estar como está ahora, hemos pasado siempre de los 450 o 500 mil. No tiene ni vuelta de hoja y no solo por el pasado del Alcázar, que podríamos decir que más de la mitad de la historia de España se ha cocido y ha pasado por el propio Alcázar, puesto que ha sido la residencia de nuestros reyes, y ahí vino Pizarro o Hernán Cortés a dar cuenta de los descubrimientos, más luego su propio protagonismo militar. Por eso, no acabo de entender...Que luego, la dirección política actual del Gobierno encomienda que fuese la Academia de la Historia con una comisión de catedráticos de allí y de colaboradores del Ministerio los que han orientado, porque claro, la tragedia que tiene, y podemos llamarlo así, tragedia, dentro de lo acertado y lo prolífico que tiene el Alcázar es la serie de recovecos que tiene. Por eso recomiendo que se tenga altura de miras porque los episodios históricos no se pueden olvidar y son fruto de su momento, se esté de acuerdo o no. Pero hay que asimilarlos. Por eso, esas discusiones que ha habido sobre el despacho de Moscardó, hay que mirarlo con la generosidad que supone considerarlo un episodio militar.
Los mozárabes
—¿Un lugar que le represente como toledano?
—Me considero doblemente toledano, nato y neto. Por haber nacido en la calle de la Trinidad número 11 y por la honra de pertenecer a la mayor institución de arraigo histórico, cultural y liturgico que reside en Toledo, la Comunidad Mozárabe y de la cual he tenido el honor de ser el hermano mayor. Es la que hizo posible el mantenimiento de ese cristianismo primitivo, el rito secular, y sobre todo, es la verdadera artífice del traslado de la cultura oriental.
— ¿Se está perdiendo la comunidad?
—No, al revés. Toda la labor que se viene realizando desde hace 30 o 40 años es de revitalizarla y hoy tenemos no sólo la pervivencia de nuestro ritual en nuestra parroquia y capilla mozarabe, sino que tenemos nuestra revista «cronica mozarabe», conferencias divulgativas y el padrón de todas nuestras familias censadas completamente, incluso de los que están en el extranjero.
—¿Cuánta gente hay censada?
—A veces es muy complicado evaluarlo, pero en nuestro padrón tenemos censadas unas 1.300 familias. Hay incluso un núcleo pequeñísimo en Australia, en Argentina... En Toledo tenemos un núcleo bastante numeroso, tanto o más que el de Madrid.
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