Lo vital y lo literario fundidos
Humanidad y humanismo de Ángel Crespo (biografía). De Amador Palacios, editorial Almud. Ciudad Real, 2011

Bajo el título de Humanidad y humanismo de Ángel Crespo, la editorial Almud acaba de presentar la última obra de Amador Palacios. Quizá nadie como él podía afrontar la difícil tarea de aproximar a todos los públicos y compendiar en un libro de pequeño formato, con un estilo directo, ameno y divulgativo, la vida y la obra de uno de los mayores poetas que ha dado nuestra tierra. Palacios, que ya había escrito con anterioridad distintos trabajos sobre el autor de Una lengua emerge, esboza inteligentemente los rasgos fundamentales de la personalidad de Ángel Crespo y de su obra, resaltando su vinculación con La Mancha en que nació y recogiendo las investigaciones más recientes; su libro nos ofrece la oportunidad de acercarnos a la trayectoria vital y literaria del personaje singular que fue Crespo con un rigor y una fidelidad dignos de su importancia histórica y cultural. El trabajo de Amador Palacios ha de servir, sin duda, para recuperar definitivamente entre nosotros la figura de un intelectual si no poco conocido, sí mucho menos valorado de lo que su figura merece; se trata, sin duda, de uno de los personajes de mayor proyección de la poesía española de posguerra.
Humanidad y humanismo de Ángel Crespo se estructura en cinco capítulos que nos van acercando gradualmente a la vida y la literatura del poeta. El primero se centra en su infancia y adolescencia en Ciudad Real, donde realiza sus primeros estudios hasta concluir, una vez acabada la contienda, el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de la capital manchega. En el segundo, Amador Palacios cuenta cómo, antes de irse en 1943 a Madrid a estudiar Derecho —contrariado por no poder realizar Filosofía y Letras, como hubiera sido su deseo—, Crespo da a conocer sus primeros versos en publicaciones de la provincia ciudadrealeña. A esas alturas, y desde los catorce años, como él mismo confiesa, Crespo sabe ya que su auténtica vocación es la poesía. En el capítulo tercero habla Palacios del regreso de Crespo a Madrid simulando iniciar (para contentar a la familia) unas oposiciones a notarías. Su primera incursión en el mundo de la literatura fue en el seno de la estética postista y su vivencia en el hogar de esta corriente de vanguardia; a ella llegaría de la mano de Juan Alcaide, quien le daría una carta de presentación para Carlos Edmundo de Ory. Y en 1950, con la publicación de una Lengua emerge, se producirá la conformación de su realismo mágico. El capítulo cuarto se ocupa de la estancia de Crespo en Puerto Rico, donde viviría 21 años, y de sus numerosos viajes y estancias en ciudades americanas y europeas: «Yo me fui de España en 1967 —escribiría él mismo— porque ya no podía soportar el ambiente de corrupción moral que se respiraba en ella después de casi treinta años de dictadura». El capítulo quinto y final cuenta su vuelta definitiva a España y su establecimiento en Barcelona, así como sus cada vez más frecuentes retiros a la pequeña localidad turolense de Calaceite, en la que encontró un reconfortante retiro durante los últimos años de su vida antes de que una grave enfermedad pusiera fin a la misma en diciembre de 1995.
El volumen se completa con la bibliografía de Crespo, así como con unas interesantísimas tablas en la que se relaciona la vida del poeta con los principales hitos de la poesía española. El rigor documental con el que Amador Palacios ha afrontado el libro engrandece su aportación al conocimiento tanto de la vida como de la obra de Ángel Crespo, a quien nos presenta como un intelectual comprometido con su época.
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