«En Toledo, la gestión del arbolado ha sido siempre nefasta»

-¿Cómo se le ocurrió escribir el libro «Guía de bolsillo de los árboles de Toledo»?

-Es una colección que «MundiPrensa» inició hace dos años, salió en 2015 la guía de Madrid y en 2016 la de Barcelona. Contactaron conmigo para ver si la tercera guía que saliese a nivel nacional podía ser la de Toledo.

-¿Qué diferencia al libro de Toledo al de Madrid o Barcelona?

-El formato y las líneas generales son las mismas porque crean colección y la idea es que el formato sea de bolsillo de verdad, de 10 x 20 centímetros, para que pueda ir en el bolsillo de la chaqueta o en el bolso. Con la personalización de las especies propias más habituales de la ciudad de Toledo, que podemos encontrar en nuestros parques, calles o plazas, y después una parte fundamental que es una descripción de las 28 zonas verdes principales de la ciudad con las especies que se pueden encontrar en cada una de ellas, con un croquis. Localizando cada uno de los ejemplares arbóreos más significativos de cada espacio, por rareza, por singularidad o por tamaño. El libro no habla de ejemplares concretos, sino de las especies que se pueden encontrar en la ciudad.

-¿Cómo era el parque de árboles de Toledo hace un siglo y en qué ha cambiado con respecto a la actualidad?

-No tienen nada que ver. Este libro habla de las 50 especies de árboles más comunes de Toledo que hay en la actualidad. Hace un siglo había una decena de especies. Acacias, olmos, algún pino y poco más. Había casi exclusivamente las especies propias de aquí y poco más. Ahora mismo, con la mundialización y la globalización también llega esto, tenemos especies, tenemos cantidad que vienen de Norteamérica, Asia y otras partes de Europa, el paisaje arbóreo de la actualidad tiene poco que ver al de hace un siglo, sobretodo por la diversidad actual.

-¿Cuál es el árbol más común en la provincia? Y en Toledo, ¿cuál es el más antiguo? ¿Cuál le gusta más?

-En entornos urbanos hay dos especies fundamentales que hay en todas las localidades de la provincia, que son el plátano de sombra y el olmo pumila. Son las dos especies que no faltan en ningún término municipal de la provincia de Toledo hoy día. Posiblemente el árbol más antiguo de Toledo sea el tejo del Palacio Arzobispal, que procede del siglo XVIII, momento de la construcción del Palacio. Hay algunos muy bonitos, desde este tejo del Palacio Arzobispal, por lo raro y escaso que es; al olmo de Coronel Baeza, que es un ejemplar de cuando aquello era tierra y caminos y es uno de los pocos ejemplares sanos que quedan en toda la ciudad; también los plátanos o el cedro de La Vega; las sóforas tortuosas que hay en el Paseo de la Vega; los pinos que quedan en el Circo Romano procedentes de 1906 de la «fiesta del árbol», cuando se crea aquel espacio; los del campo escolar tienen un buen tamaño y además simbología de estar plantados ese «día del árbol», el día que se conforma lo que hoy conocemos como Parque Escolar. Hay un elenco de ellos que son característicos. En el Paseo de Recaredo hay un algarrobo en la terraza del bar, que es espectacular y el único de esa especie que hay en Toledo. Hay un variado de ellos que son significativos, que son curiosos cuanto menos.

-Sobre las últimas talas en Toledo, dígame, ¿qué está sucediendo con los árboles de la ciudad?

-En Toledo, hasta el día de hoy, históricamente se ha realizado una gestión nefasta del arbolado, fundamentalmente por las podas y fundamentalmente por desconocimiento de cómo se deberían hacer las podas. Durante decenios se ha trabajado muy mal, por un lado las podas y por otro lado la elección de especies que deben ir en cada sitio y eso nos da estos frutos. Es verdad que, de repente, tener que talar un grandísimo número de árboles es exagerado y todo ello debe obedecer a un plan director que, hoy por hoy, no existe en la ciudad y que debería marcar esa sustitución paulatina del arbolado. La ciudad lo pide por peligrosidad, por estética, por falta de sanidad vegetal, pero con un estudio que a medio y largo plazo determine qué especies hay que poner, en qué sitios hay que hacerlo y cómo hay que ir sustituyendo todo aquellos ejemplares que se considera que no tienen garantías sanitarias, de estabilidad, ni de estética.