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Constantino Molina - OPINIÓN

Sensación de vivir. Capítulo 2: A la puta calle

Antes de que el Jefe Superior viniera para anunciarme el despido todo no sucedía como un lunes cualquiera

POR CONSTANTINO MOLINA

Antes de que el Jefe Superior, casi descendido del mismísimo cielo, viniera para anunciarme el despido todo no sucedía como un lunes cualquiera. Ayer la mañana fue lluviosa, descargué un camión lleno de latas de atún, de tomate frito light, de leche sin lactosa, ... de café descafeinado y de corderos despellejados. Después me dediqué al ejercicio zen de colocar toda esa materia en su estante correspondiente. Un ejercicio que fui asimilando con los meses como una meditación rutinaria que me salvaba de todo exceso de metafísica: «atún tomate café, atún tomate café, atún tomate café» me repetía en un monólogo interior que, al llegar a casa, me dejaba limpio de todo superávit de transcendencia. En el hilo musical de la tienda habían puesto el canal que más me gustaba: un amalgama incoherente del pop rock de todos los tiempos.

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