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Residencias de mayores, lugares más seguros

Casi la totalidad de los 100 centros que conforman Acescam están vacunados. «Confiamos muchísimo en la ciencia y pensamos que la vacuna va a ser un punto y a parte»

Vestíbulo de lla residencia Nuestra Señora del Carmen en Socuéllamos (Ciudad Real) Acescam
Elisabeth Bustos

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José Ignacio Gómez, el director de la residencia Nuestra Señora de la Paz, en Portillo (Toledo), todavía se emociona al recordar los duros momentos vividos por la pandemia del covid-19. El virus se infiltró sin piedad entre las cuatro paredes de este centro que dirige desde hace nueve años, afectando al 80% de los usuarios, de un total de 52 plazas y 26 trabajadores.

Marzo de 2020. El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, uno de los virus más mortíferos del mundo y causante de graves problemas respiratorios, en especial a pacientes con patologías previas, ponía en jaque a toda la sociedad y provocaba el colapso del sistema sanitario. Las personas de mayor edad eran las más vulnerables al presentar más riesgo de contagiarse por covid-19 con complicaciones graves e, incluso, la muerte. Las residencias de mayores se convertían en puntos negros, con elevadas cifras de mortalidad.

La falta de información ante lo desconocido, la carencia de los EPI (equipos de protección individual) en el mercado o la venta de los que había a precios desorbitrados no fueron los únicos obstáculos para José Ignacio. Coordinador también de las nueve residencias diocesanas del Arzobispado de Toledo, se tuvo que enfrentar también a la falta de profesionales para suplir las bajas de profesionales. «Fueron semanas dramáticas y muy tristes -recuerda-. El sistema sanitario en Toledo estaba colapsado y no nos admitían a los mayores hasta que no pudimos hacer tests. Todo era un caos. No sabíamos qué usuarios estaban enfermos para poder aislarlos».

La llegada de las pruebas para poder enfrentarse al virus supuso una bocanada de aire fresco para este director, que pudo comenzar a cribar a los residentes entre contagiados o no. Recalca cómo los trabajadores que estaban «limpios» comenzaron a echar más horas para así poder ayudarse unos a otros y que el servicio no se viese mermado.

Uno de los momentos de máximo dolor vividos durante estos meses de pandemia ha sido, sin duda, la pérdida de los mayores. El director de la residencia de Portillo rememora: « Hemos vivido momentos de máxima impotencia porque hacíamos todo lo que podíamos, pero los mayores fallecían . La conciencia la tenemos tranquila porque hemos hecho todo lo que hemos podido».

La misma situación de desconcierto durante los primeros meses es la que vivió Esther Arenas, responsable del complejo residencial Nuestra Señora del Carmen, en Socuéllamos (Ciudad Real). El suyo y el de José Ignacio forman parte de Acescam, la asociación de Castilla-La Mancha de residencias y servicios de atención a los mayores, que representa a casi 100 centros, con 7.000 plazas existenciales y más de 3.000 trabajadores.

Previsora, Esther reconoce que aumentaron las contrataciones de profesionales y consiguieron material de protección en febrero. A todo esto se unió la «solidaridad» del pueblo de Socuéllamos, que «se volcó con nosotros», con la donación de material, lo que ayudó al centro para hacer más llevaderas las primeras semanas de la pandemia.

En su caso, hubo un 45% de contagios entre los usuarios, de un total de 146 plazas, mientras que entre los profesionales el porcentaje «no llegó al 30%», reconoce. «Establecimos zonas de aislamiento con personal específico y empleamos los EPI adquiridos. Seguimos el plan de contigencia marcado y no se contagió ningún profesional, por lo que entendemos que las bajas que se produjeron entre los trabajadores en marzo fueron por contagios fuera del centro».

Esther coincide con José Ignacio en que la muerte de los mayores ha sido lo más trágico de todos estos meses de pandemia. «Sus pérdidas fueron un ‘ shock’ emocional muy fuert e, porque además tienes que dar explicaciones y no las tienes. Esto, unido a un gran estrés de los demás y el tuyo propio, hacía más complicado aún gestionar la situación», explica.

Llegada de la vacuna

La llegada de las vacunas a los centros residenciales supuso un punto de inflexión en la batalla contra el bicho, lo que permitió convertir estos hogares en uno de los lugares más seguros.

Esther tiene grabada en su memoria el 5 de enero, fecha en la que se empezó a administrar la primera dosis. «Lloré más que en toda la pandemia», reconoce la directora de un centro en el que casi todo el mundo ya ha recibido las dos dosis. «Esta pandemia ha sacado lo mejor y lo peor de cada persona, pero en líneas generales ha primado la solidaridad del pueblo, de los residentes y de los trabajadores», admite orgullosa.

Residencia Nuestra Señora de la Paz, en Portillo (Toledo) Acescam

La brisa de certidumbre a la residencia Nuestra Señora de la Paz, en Portillo, llegó el 7 de enero. A día de hoy, todos los usuarios también han recibido las dos dosis. «Las esperábamos como agua de mayo y la vacunación ha traído mucha esperanza». Ahora, añade, « las residencias son centros seguros. Los mayores que viven aquí están más seguros que los que pueden estar en sus casas porque tienen más controles », puntualiza José Ignacio.

El optimismo también llegó a la residencia toledana en forma de pancarta. «En Portillo -explica- existe una gran devoción a los Santos Mártires y en abril colocamos un cartel del centenario. Se había celebrado en 2018 al cumplirse cien años de la gripe de 1918, cuando sacaban a los mártires por el pueblo y la gente dejaba de fallecer». « Desde que colocamos la pancarta en la entrada del centro, no ha habido más fallecimientos por covid en la residencia y, desde entonces, continúa ahí puesto en agradecimiento», cuenta con la voz entrecortada.

Los dos directores celebran el anuncio del consejero de Sanidad, Jesús Fernández, sobre la regularización de las visitas de familiares a las residencias de mayores , siempre que el centro esté libre de covid. «Son necesarias para nuestros mayores, porque llevan un año de confinamiento muy estricto. Porque tú cuidas mejor a la persona que se encuentra bien y para estar bien, a parte de estabilidad en la salud, se necesita de la familia», dice Esther.

Dejan claro que las salidas deben de ser de manera controlada siguiendo los protocolos marcados por las autoridades sanitarias. «Nuestros mayores lo necesitan ya», recalca José Ignacio, quien ha hecho uso de las nuevas tecnologías para acercar un poco de «calor humano» a los internos.

Un año casi después de desatarse la pandemia, los dos centros residenciales «respiran tranquilos» con prácticamente la totalidad de sus usuarios vacunados, salvo algún caso puntual, que recibirá el pinchazo en breve. «Somos centros muy seguros y yo creo que la mejor medicina es que se relajen las medidas para que los mayores quieran volver a las residencias y así aumenten las ocupaciones, porque somos un sector que estamos muy tocado», lamenta José Ignacio.

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