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Antonio Illán Illán - CRÍTICA

Iconos bielorrusos en el Museo del Greco de Toledo, una exposición que fascina

La muestra no solo sirve para dar a conocer obras únicas del arte bielorruso del siglo XVII y XVIII, sino para ilustrarnos sobre esta peculiar escuela iconográfica

La muestra estará abierta hasta el próximo 12 marzo LUNA REVENGA

ANTONIO ILLÁN ILLÁN

El Museo del Greco de Toledo merece una visita por su propio contenido y por ser uno de los lugares con más encanto de la ciudad, en la que el pintor cretense produjo la mayor parte de su obra. Para esta visita, cualquier tiempo es bueno, si bien la primavera el verano y el otoño invitan a estar, además de frente a los cuadros, gozando también un buen rato del jardín.

Sin embargo, existen circunstancias especiales en las que darse una vuelta por esta institución cultural merece la pena; y una de estas circunstancias es la exhibición de una docena de iconos bielorrusos en una exposición tempora l.

La muestra, que lleva por título «Iconos bielorrusos: Misterios del tiempo y del espíritu» , no solo sirve para dar a conocer obras únicas del arte bielorruso del siglo XVII y XVIII, sino para ilustrarnos sobre esta peculiar escuela iconográfica, en la que tiene mucho que ver la interpretación popular que hace los artistas del universo de la espiritualidad y de la tradición utilizando una narrativa sencilla de entender y poética a la vez, y en la que no faltan elementos cotidianos o paisajes campestres y urbanos.

Está muy bien que estos iconos dialoguen con las obras del Greco, al fin y al cabo Dominico Theotocopuli alcanzó el grado de Maestro pintor de iconos en su Creta natal, y siempre defendió su origen y su estética, como lo demuestra en la nota que dejó escrita en el libro de Vasari que le regaló Federico Zuccaro. En esta exposición se presenta un icono tan simbólico como es el de la «Dormición de la Virgen», cuyo tema es el mismo que una de los pocas obras de este estilo que se conservan del pintor cretense-toledano.

Independientemente del grado de espiritualidad que cada persona pueda admirar en estas pinturas, en las que se pueden percibir los misteriosos sentimientos de la fe y la espiritualidad cristianas, el conjunto de iconos son en sí una extraordinaria muestra de un arte que está por encima de concepciones religiosas y visiones del mundo.

La belleza de la composición, el colorido, la expresividad, el dibujo, no solo de las figuras, sino también de los fondos vegetales en relieve, merecen que dediquemos un tiempo a observar con detenimiento cada detalle de lo que estas tablas nos ofrecen. Es una exposición fascinante . Y cuando vemos el icono del «Cristo entronizado» que se muestra frente al Apostolado del Greco, el juego complementario de contenidos y estéticas nos hace contener la respiración y suspirar.

Luego podemos ir a más y estudiar cómo en estos iconos bielorrusos de los siglos XVII y XVIII se percibe la herencia ruso-bizantina, que se sincretiza con el arte del Renacimiento, del Barroco y de la época moderna, y todo será ¡miel sobre hojuelas!

En suma, que esta exposición en el Museo del Greco toledano , «Iconos bielorrusos: Misterios del tiempo y del espíritu», que se puede ver hasta el 12 de marzo, bien merece ser tenida en cuenta por quienes quieran darse una vuelta por esta ciudad mágica que encanta (en todos los sentidos de la palabra encantar). Toledo fue, es y seguirá siendo una ciudad de la cultura.

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