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Humanismo y humanistas (II), del siglo XVIII a nuestros días

ABC de las Artes y las Letras de Castilla-La Mancha, en su número anterior, albergó la primera parte de una línea cronológica que recorría el humanismo y los humanistas habidos en nuestra región entre los siglos XV y XVII. En el presente, el panorama se completa con manifestaciones y representantes de esa misma corriente del siglo XVIII al XX

POR ÓSCAR González PALENCIa y ANTONIO ILLÁN Illán

Podría pensarse que el advenimiento del pensamiento ilustrado fue el final del humanismo. Sin embargo, la propensión al enciclopedismo, la compilación del saber total y la confianza en la razón humana como medio gnoseológico prorrogaron el interés por los estudios clásicos también en nuestra tierra. ... Muestra de ello es la figura de Andrés Marcos Burriel y López (Buenache de Alarcón, Cuenca, 1719-1762), jesuita, historiador, que destacó como epigrafista. Calixto Hornero de la Resurrección del Señor (Pozuelo de Calatrava, Ciudad Real, 1742-1797), descolló como gramático, retórico y latinista; enseñó Latín, Retórica y Poética en el Real Colegio de Escuelas Pías de San Fernando de Madrid; para aducir el alcance de sus métodos pedagógicos, diremos que sus obras sirvieron de libros de texto para la formación de religiosos durante más de un siglo dentro y fuera de España; sustituyó el Latín por la lengua vulgar en la enseñanza, de tal suerte que, desde que compuso su gramática latina en español, quedó prácticamente abolida la práctica de redactar estos textos en la lengua antigua. Como helenista y arabista, contamos con José Antonio Conde y García (Peraleja, Cuenca, 1766-1820), que tradujo a Anacreonte, Teócrito, Bion, Mosco, Safo y Meleagro; nos ha legado también una edición, traducida y anotada, de la Descripción de España de Al-Idrisi. Juan de Cuenca , natural de la ciudad que indica su patronímico, en 1729, permaneció como jerónimo en el monasterio de El Escorial, desde 1748 hasta su muerte, donde desarrolló una denodada labor como helenista, arabista e historiador, de la que ha dejado constancia en una treintena de obras, lo que propició su nombramiento como académico correspondiente de la Real Academia de la Historia en 1783. De la insigne figura de Lorenzo Hervás y Panduro (Horcajo de Santiago, Cuenca, 1735-1809) hemos dado noticia en estas páginas; su labor en el ámbito del humanismo clásico la desplegó como profesor de Latín en el Colegio de Cáceres; del mismo modo, sus visitas a las ruinas de Cabeza de Griego le hicieron identificarla como la antigua Segóbriga romana. Miguel Clemente Picazo y Ruipérez (Tarazona de La Mancha, Albacete, 1739-1816) sobresalió como moralista con sus Disertaciones críticas, eruditas e instructivas de máximas morales y políticas, extraídas, en su mayor parte, de textos hebreos y de autores griegos y latinos. Y concluimos este repaso al humanismo castellano-manchego del XVIII con una de las personalidades más interesantes de entre las de su grey, la de Pedro Mariano de los Ángeles Estala Ribera , más conocido como Pedro Estala (Daimiel, Ciudad Real, 1757-1815), clérigo escolapio, catedrático de Retórica y Griego en el Seminario Conciliar de San Carlos en Salamanca, impulsor, junto con otros ilustrados, de una colección de clásicos latinos, traductor y comentador del Edipo rey de Sófocles, y del Pluto de Aristófanes.

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